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artículo literario

26/06/2023@14:14:00
Me gustan la música y la letra de mis 70 principales. Por supuesto, unos temas más que otros, como ocurre con tantas cosas de la vida y de la edad o de la edad de la vida. Me apetece enumerar algunos para conocer lo que atesoro. Cuando paseo por la playa, por ejemplo, no me canso de oír el mar o de ver las nubes jugueteando con el viento, dibujándose a sí mismas.

Hay noticias que suscitan de inmediato el célebre título de Sigmund Freud, El malestar de la cultura, publicado en Viena en 1930. Por ejemplo y sin abandonar aquella admirable ciudad, me entero de que el Wiener Zeitung, el diario vivo más antiguo del mundo, fundado en 1703 y cuyo primer número apareció el ocho de agosto de aquel remoto año, bajo la cabecera de Wiennerisches Diarium —el Diario vienés— deja de editarse en papel; continuará, cierto, pero en la red, privándonos de extenderlo ante un expreso cada vez que nos sentemos en el Demel, en el Sperl o en el majestuoso Central, mientras aguardamos su vuelta del Raimundhof donde ella descubrió una fruslería sin la que le resulta inconcebible que regresemos a Madrid.

Quizá no haya nada más heroico en la civilización occidental actual que reivindicar la belleza como aliada de un mundo en el que el poder de la lectura y la escritura nos convierta en seres humanos más libres, y con ello, más felices. Belleza no sólo como concepto estético o basado en la experiencia, sino como plenitud del hombre libre, aquel que cuenta con las suficientes herramientas como para poder decidir por sí mismo: ya acierte o se equivoque. Un concepto de belleza que se mueve entre el misterio y la incertidumbre. Belleza que, en sí misma, se nos escapa entre las manos cada vez que damos un click o un me gusta en las redes sociales. Belleza, en definitiva, como reclamo de un mundo, el de las humanidades, que poco a poco está desapareciendo de nuestras vidas.

GALERIA DE ESCRITORAS SINGULARES

Por su condición femenina y su raza, en una época esclavista, Phillis Wheatley tuvo que defender su talento literario y su capacidad como escritora. Lectora avezada, admiradora de los clásicos, fue tan elogiada como vilipendiada por voces masculinas.

Lo tenía decidido; iba a escribirles sobre Juan Eduardo Cirlot con motivo del cincuentenario de su muerte, sobre todo, porque me resulta un tipo demasiado insólito para su tiempo, la plúmbea postguerra, incluso para su ciudad, Barcelona, por más que se lo intente encuadrar en el luminoso Dau al set. Por si fuera poco, durante mi último artículo les había hablado de Carlos Edmundo de Ory, con quien mantuvo una curiosa correspondencia a principios de los cincuenta y con quien la crítica lo empareja por la mera imposibilidad de situar a estos dos poetas en algún grupo.

¿Es necesaria la poesía en el siglo XXI, sobre todo, cuando muchos poetas claman que está muerta? ¿Es posible salir de los márgenes de la prisión que representan las pantallas de nuestros móviles para dejar a un lado el mundo visible y acercarnos al misterio? Palabra y lectura frente a imagen y silencio. Un silencio que marcha muy lejos del misterio como fuerza posibilitadora de la pérdida de la identidad real. Aquella que ahora nos marca el camino de una forma totalitaria. Ver. Pensar. Pararse. Y contemplar.

Alfonso Reyes, una de las figuras literarias más importantes de México, también dejó una huella significativa en España. A través de su profunda influencia como escritor, ensayista y diplomático, Reyes logró establecer puentes culturales entre México y España, y su legado continúa resonando en ambos países hasta el día de hoy.

Quizá no exista en el mundo nada más inútil que la búsqueda de la belleza porque, entre otras cosas, quizá nunca sepamos en verdad qué significa esa utopía de la que sólo entienden los sentidos. Esa incertidumbre en la que se mueve aquello que, en principio no se ve y sólo se siente, es en la que se sustenta una buena parte de la civilización que hoy conocemos, pues el sentido de la inutilidad -incluso dentro de los hallazgos tecnológicos más importantes- ha estado muy presente en todo aquello que nos ha proporcionado algo de luz a lo largo de los siglos.

«Oh dulce España, patria querida», Miguel de Cervantes Saavedra

El benemérito historiador Pedro Manuel Guibovich Pérez, magnífico investigador del Centro de Investigación de la Universidad del Pacífico, ubicada en el distrito de Jesús María en la ciudad de Lima en el Perú, autor de los excelentes artículos y libros, entre ellos, «Singulares invenciones”: fuegos artificiales y fiestas religiosas en Lima colonial, siglos XVII y XVIII» (Revista de Indias, 2022), El edificio de letras. Jesuitas, educación y sociedad en el Perú colonial (Universidad del Pacífico, 2017), Censura, libros e Inquisición en el Perú colonial, 1570-1754 (Universidad de Sevilla, 2004), «Proyecto colonial y control ideológico. El establecimiento de la Inquisición en el Perú» (Apuntes, 1994), y «Libros para ser vendidos en el Virreinato del Perú a fines del siglo XVI» (Boletín del Instituto Riva-Agüero, 1984), descubrió un nuevo documento de capital importancia para la biografía documentada del héroe de Lepanto, totalmente dejado en el tintero por los biógrafos cervantinos en los últimos 39 años, desde su divulgación en 1984.

Supongo que ya lo sabrán: el jueves pasado se cumplió el ciento cincuenta aniversario del nacimiento en Monóvar, un domingo y con la noche apuntando ya hacia el alba, de José Martínez Ruiz, Azorín. Y no lo evoco aquí por paisano, por conocido desde niño, por mencionado con frecuencia en la casa de los abuelos; no. Sino por su prosa; simplemente excepcional.

En ocasiones, ese jardín borgiano donde los senderos se bifurcan puede invertirse en el de los destinos que se entrecruzan. En los '80 Iñaki Ezkerra ganaba un premio Euskadi de novela y yo lo ganaba al año siguiente. No sabía entonces que venía de licenciarse en la Autónoma de Barcelona donde, a buen seguro, nos cruzamos más de una vez en los trenes magrebíes que subían hasta Bellaterra. Hoy, el laberinto de las encrucijadas nos ha llevado a encontrarnos a un paso de ingresar como socios de número en la Delegación en Corte de la Bascongada, en Madrid, siempre con libros bajo el brazo.

Fueron tres milagros simultáneos. Encontrar una mesa libre en el lungomare de Reggio, descubrir sobre ella un libro olvidado, 'L'utilitá dell'inutile' -La utilidad de lo inútil- y conocer de esa manera a su autor, Nuccio Ordine. Ya entonces una celebridad en Italia, hoy distinguido con el premio Princesa de Asturias de Humanidades a cuenta de una tarea heroica. ¿Cuál? Recordarnos que los resortes esenciales de la vida no se cifran en el culto al éxito ni en el utilitarismo a ultranza, sino en el arte de aprender a vivir. ¿De qué manera? Muchas veces abriendo espacio a ocupaciones hoy consideradas inútiles, como detenerse a contemplar un paisaje, quedarse a solas con uno mismo. O releer a los clásicos.

GALERÍA DE ESCRITORAS SINGULARES

Heredó de su padre la lucha nacionalista frente al imperio ruso a través de su obra poligráfica escrita en estonio y alemán. A Lydia Koidula se le considera una mujer pionera en el teatro de su país, influida por el movimiento artístico alemán Biedermeier.

El aire se llenó de presagios desde que el lunes Morante le espetó al presidente "no tienes vergüenza", tras una faena a un sobrero escasito de todo y que mantuvo sobre los cuatro remos con una lentitud sedosa, donde cada lance sabía tan añejo que no eran oles sino suspiros cuanto se escuchaba en La Maestranza. Pero el presidente, nascis de nascis; que aquel primor no daba para oreja. Y Morante arrojó la montera al callejón y Sevilla entera se condolió.

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Líder política, luchó por dar el lugar social que la mujer debía ocupar en la realidad de su país. Periodista y maestra, en su obra, Fatima Ibrahim aboga por la educación de la infancia, futuro activo del desarrollo de Sudán.