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artículo literario

21/05/2019@16:39:17

Nacer en la India no es exactamente «comenzar a vivir» sino más bien retornar a ocupar un lugar, reencarnar en un cuerpo disponible para «realizar un recorrido» una de las tantas venidas a la Tierra que cada ser humano deberá de atravesar. Benarés junto a la Madre Ganga, surgidas ambas en las alturas de los Himalayas, nos acercan a un lugar, en donde vamos a encontrarnos con la muerte. Con más de 2.500 años de Historia Benarés ha atraído a estudiosos y a eruditos de todos los rincones de la India. Dejamos atrás nuestros ojos occidentales y abrimos nuestro disco duro a otras percepciones de la existencia. En Benarés las riberas del río están abarrotadas de elevados pabellones, palacios, templos de los siglos XVIII y XIX flanqueados por una interminable hilera de escalinatas: los ghats que se extienden por toda la orilla.

Los relatos sobre la retaguardia no suelen regalarse ni en los cumpleaños ni a las señoritas que se pretende por heridores y desgreñados. Y aunque entre sus líneas germine la mejor literatura, también llevan pegadas a sus fondillos las más abyectas proposiciones con las que arruinar a cualquier conciencia.

El presente libro, mi segundo libro (“BREVE HISTORIA DE FERNANDO EL CATÓLICO. Editorial Nowtilus. Madrid. 2013) trata de ser un acercamiento riguroso a la vida y a la obra de uno de los políticos hispanos más conspicuos de todos los tiempos, desde la crítica y el análisis de su devenir vivencial.

Cuando la escritora, Ana María Briongos se encontraba en Calcuta, hoy su nombre es Kolkata en bengalí, buscando información para su libro, ¡Esto es Calcuta! (Ediciones B) que más tarde se convertiría en un éxito y que acaba de ser reeditado nos puso en la pista de nuestro hombre, el profesor Paz. Allí en una casa de planta baja rodeado de jóvenes se encontró con él. Las ventanas estaban abiertas – relata Ana María -, de par en par, en una habitación un colchón y en otra no había más que libros, unos encima de otros. ¿Un gallego en Calcuta?

Cuando le concedieron la Medalla Fields, el Nobel de los Matemáticos, su única credencial era un pasaporte Nansen. Dos años después lideraba a los “enragés” del Mayo del ’68. Luego vinieron sus ensayos místicos, la ruptura con todo, el retiro a un paraje perdido del Pirineo francés donde vivió en soledad total durante 23 años. Para entonces Alexandre Grothendieck ya era considerado el último genio de nuestro siglo pasado. Una mente maravillosa comprable a la de John Nash, un soñador de espacios infinitesimales en los que Euclides se hubiera perdido. A su muerte, en 2014, dejaba cuarenta cajas repletas de manuscritos inextricables donde podría cifrarse la ecuación del fin del mundo.

No ha muchas semanas que, viendo yo un partido de fútbol en la televisión, oí cómo el comentarista calificó de “inaudito” un gol de libre-directo ejecutado por un exquisito jugador argentino. El tal había lanzado maliciosamente el balón por debajo de la barrera y ajustado a la base del poste: no por arriba y al ángulo superior, como en él es habitual. Así que cuando oí “inaudito en él” pensé que el comentarista quiso decir “inédito en él”, y lo justifiqué diciéndome que a un exfutbolista no podía exigírsele el habla de un académico. Además, los hablantes de una lengua solemos hacer diabluras con ella, y en ocasiones el uso común sale vencedor frente a la etimología (para desesperación de los puristas).

En Madrid todavía rige aquella sentencia de D’Ors de “a las siete de la tarde o das una conferencia o te la dan”. Y si se anda con tino en la selección, cualquiera, en cuatro o cinco años, conferencia a conferencia y exposición a exposición, completa un bachiller de lo más presentable.

Buena parte de los escritos propagandistas son simple falsificación. Los hechos son suprimidos, las fechas alteradas y las citas sacadas de contexto y manipuladas para cambiar su significado.

(George Orwell)

Una inscripción de 1618, existente en Alcázar de San Juan, sirve de base para recordar un episodio de la vida de Miguel de Cervantes

En el lienzo norte, el orientado hacia la Plaza de Palacio, del Torreón del Gran Prior de Alcázar de San Juan se conserva un documento epigráfico singular. Se trata de una inscripción en piedra que conmemora el impulso constructivo del entonces Gran Prior de la Orden de San Juan, el Príncipe Emmanuel Filiberto de Saboya. Está situado bajo el escudo de los Austrias y sobre la ventana cuadrada de la planta baja.

El tiempo transcurrido desde la aparición del primer volumen de la trilogía, El último de Cuba, algo más de tres años, me ha enseñado que hay mucho de cierto en aquel adagio que reza ‹‹no dudes en cantar tus propias alabanzas, al fin y al cabo eres el único que conoce la tonada››. La superproducción de títulos, la precariedad laboral del sector cultural, las dificultades de difusión de las obras llamadas independientes y la funesta manía de no leer, hacen casi imposible gozar de la casualidad (o causalidad) de una reseña, mucho menos de una crítica profunda. Todo ello con honrosas excepciones, como este medio. No es una queja, sino la mera constatación de un hecho.

Fue el creador de la primera Escuela Nueva de Oriente con el nombre de Santiniketon o morada de la paz

“Cada niño al nacer nos trae el mensaje de que Dios

no ha perdido aún la esperanza en los hombres”

(R.Tagore)

El día 22 de Diciembre de 2001 se cumplieron los cien años de la escuela nueva de “Santiniketon” (Morada de Paz), creada por Robindronath Tagore, cerca de la ciudad de Calcuta, el mismo día del año 1901. Con el nombre de “Patha-Bhavana” todavía funciona hoy, al lado de la Universidad Internacional de “Visva-Bharoti” (Sabiduría y Solidaridad Universal) también creada por Tagore en 1918 e inaugurada oficialmente el 23 de Diciembre de 1921 y la granja-escuela de Sriniketon (Morada de la abundancia) creada en 1922. Precisamente hoy, 7 de mayo de 2019, se cumplen los 158 años del nacimiento de Tagore.

El presente libro, mi cuarta publicación literaria histórica y biográfica, EL REY ALFONSO VII EL EMPERADOR DE LEÓN” (Editorial Cultural Norte de León. 2018), nos retrotrae a un drama en la Alta Edad Media, que consiste en el momento en que el Reino de León va a perder la dirección de la Reconquista en Hispania o las Españas (España y Portugal) frente al Reino de Castilla, que secularmente fue un condado y reino dependientes siempre del Reino de León o Regnum Imperium Legionensis, aunque no desaparecerá, sino que ambos irán de consuno sin diluirse uno en el otro. Pero, cronistas como Santo Martino o Lucas de Tui no lo aceptarán nunca.

Dejamos a un lado la lectura de «Jung y la creación de la psicología moderna» de Sonu Shamdasani o la reelectura de textos como el mágico «Laberinto del Amor» del Humano y Sabio profesor Óscar Pujol o el trabajo del estudioso Fernando Mora con su magistral «Ibn Arabi. Vida y enseñanzas del gran místico andalusi para sumergirnos en la labor de un editor.

Cuando nos vemos frente a un ser humano que nos impresiona por ser realmente alguien superior ¿no nos conmoveremos, en lugar de asustarnos, por el conocimiento de que ha conseguido su grandeza solo a partir de sus flaquezas?

(Lou Andreas- Salome, bíografa de Freud)

¿Dejamos a un lado a nuestros intelectuales? Esta pregunta con cierta tristeza nos la hizo hace ya algunos días un buen amigo y al ver la nueva obra publicada por Destino "Historia Mundial de España" nos viene de nuevo ese mismo comentario a la cabeza. ¿Será cierto?