Les llamaban los hashshashin, un término despectivo que significa consumidor de hachís. No había que tomarlo en sentido literal pues se trataba de una denominación que los musulmanes aplicaban a personas moralmente reprobables. Poco después de que Mahoma el gran Profeta fundador del Islam muriera en el año 632 se desencadenó una guerra civil que escindió al mundo musulmán en distintas facciones.
Tal día como hoy de 1861 nacía en el palacio “Thakurbari” de la ciudad bengalí de Calcuta (de nombre oficial actual Kolkata) Robindronath Tagore, la posiblemente más importante personalidad de la historia de la cultura mundial, pues fue genial en todas las facetas en las que destacó: educador (creador de la primera escuela nueva de Oriente y de una universidad internacional, que hoy posee quince facultades y más de cinco mil estudiantes), músico autor de la letra y de la música de más de dos mil canciones, que en la India son un género musical específico llamado “Robindrosonguit”, pintor excelente cuya obra expuso en las ciudades más importantes del planeta, reformador social, filósofo, defensor de la paz, los derechos humanos, la solidaridad entre los pueblos, la igualdad entre la mujer y el hombre, la ecología y la vida.
Mientras escribo estas líneas presiento que cuantos hemos librado hasta ahora de la infección nos hallamos suspensos sobre una inquietante espera. La percibo en las conversaciones telefónicas con mis amistades; en todas se mencionan planes de futuro, pero azuzados por un oscuro desasosiego: el ansia por palpar cómo será la cotidianidad el día que se decrete eso que las autoridades llaman con el orwelliano título de “nueva normalidad”; que basta con pronunciarlo para que resulte del todo atemorizador.
La única certeza que tenemos en estos momentos es que la ruptura de tantas lógicas asumidas como normales será un campo abonado para numerosos estudios sociales convirtiéndose en una referencia temporal inevitable. La construcción en apenas unos días de una nueva forma de entender la manera de habitar, ha convertido a este tiempo en protagonista de un laboratorio geográfico, urbanístico, sociológico, económico o antropológico de dimensiones inimaginables. Un tiempo en el que la mitad de la población mundial ha cambiado el espacio físico por el espacio virtual, viviendo una experiencia que tardará en ser digerida por la Humanidad y por la Ciencia.
El psicoanálisis tiene un punto detectivesco. ¿Tanto como los detectives algo de psicoanalistas? Las coincidencias en el método no parecen casuales. Sucede algo semejante con dos de sus iconos: Sigmund Freud y Arthur Conan Doyle. El primero bien pudiera haber sido un personaje del segundo, pues las similitudes entre el más notorio de los suyos –Sherlock Holmes-, y el célebre psicoanalista austriaco revelan un inquietante parentesco que trasciende lo literario.
Si yo fuera director de esta revista, no publicaría este artículo. Hay cosas que no se pueden decir. No porque sean mentira, sino porque son verdades como puños. Pero no te van a dejar ir por el mundo sacudiendo verdades ni como puños ni a puñetazos. Que se lo digan a Ignatius Reilly (¡¡Oooh Ignatius, te adoro!!!) No hay nada más revolucionario, trasgresor y obsceno que la verdad ¿Pero quién coño necesita la verdad? Nadie.
En estos días de confinamiento, celebramos el Día del Libro tal vez sin reparar en que quienes lo justifican, fueron dos ilustres confinados como Miguel de Cervantes y William Shakespeare. Sus obras derriban muros, abren espacios donde los confinados desafían todos los confines. Es así como el libro, cualquier buen libro, se nos presenta simultáneamente cono vacuna y vector de libertad. Porque libro y libertad, liber et libertas, son sinónimos de un antivirus universal, llamado literatura.
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Aclamaron la Toma de la Bastilla como el nacimiento de una nueva era, pero la inversión de la Libertad por el Terror les llevó a permutar una revolución por otra. Si la Francesa acabó en un baño de sangre, ellos impusieron la Revolución de la Sensibilidad. Aquellos beatniks del XVIII que seguían los pasos del joven Werther denegaron el poder de toda sociedad para garantizar el progreso de la humanidad y buscaron la revelación del Yo a través de la soledad. Héroes del abismo, de la melancolía, de los reinos de ultratumba, mientras forzaban los límites de la experiencia, anticiparon nuestra modernidad.
Pocos narradores tan importantes, cuanto disímiles, ha dado la segunda mitad del siglo XX, como W. G. Sebald (1944-2001) y Kazuo Ishiguro (1954). Sus acercamientos a la materia narrativa, a la posibilidad de adquirir y transmitir información y a caracterizar personajes partiendo de lo que ni ellos mismos conocen, les hacen reaccionar a la postmodernidad de un modo peculiar, casi diríamos reaccionario por aquello de ir a la contra. Desaparecido Sebald en accidente de tráfico el 14 de diciembre de 2001, cuando se le consideraba candidato seguro al Nobel, galardón que recibió Ishiguro en 2017 (antes de los escándalos que acompañaron a estos premios), queremos hacer aquí un mínimo esbozo de su obra maestra cuasi póstuma Austerlitz (2001) junto a la casi simultánea Cuando fuimos huérfanos (2000) del anglo-japonés.
Lo malo de poner a parir a Simone de Beauvoir es que te van a decir que eres una machista y una facha. Pero también es verdad que me importa una mierda que lo piensen y que lo digan. Ya la puse de chupa de dómine en mi ensayo “Escuela de Mujeres” y la polémica que generó me proporcionó pingues beneficios.
Después de Money Mindfulness, mi método de finanzas personales que he tenido la fortuna de ver traducido a siete idiomas, me lancé a publicar Time Mindfulness sobre cómo gestionar la divisa más valiosa que poseemos: el tiempo. En estos días de confinamiento, conviene recordar algunos consejos que nos evitarán tanto perder el tiempo como obsesionarnos por aprovecharlo de forma enfermiza.
Lectura profunda para aquellos adentrados en cuestiones filosóficas. Una narración impecable que aborda asuntos de la moral y de los principios del hombre en respecto al derecho a morir cuando la vida pierde sentido. Fonseca su protagonista, del cual nunca llegamos a saber su nombre de pila, está interesado en formar parte del Club de los Suicidas.
«Oh dulce España, patria querida», Miguel de Cervantes Saavedra
Los nuevos documentos inéditos, descubiertos por el benemérito Presidente de la Sociedad Cervantina en Esquivias, don Sabino de Diego Romero, ex alcalde del Ayuntamiento de Esquivias, sobre los personajes auténticos, expuestos en El ingenioso Hidalgo don Quijote de la Mancha, de Miguel de Cervantes Saavedra, son de capital importancia para los estudios de la obra más destacada de la literatura universal.
¡Ah parcas del destino! desfallece mi mente...y continuar no puedo. Si me fuera concedida la gracia de la palabra, si estas sombrías y húmedas paredes pudieran desaparecer a través del don de la narración que me otorgarais..., acaso éste mi encierro no fuera en vano, pues... ¿qué no daría yo si ya heme perdido todo?
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