11/07/2021@22:00:00
Intento leer un artículo de Michael Löwy en Letras libres sobre las ideas políticas de Walter Benjamin, pero me resulta imposible, porque mi imaginación, azuzada por este tiempo vacacional, se escapa hacia abril de 1932, cuando el sabio berlinés desembarcó por primera vez en Ibiza, invitado por los Noeggerath, dónde escribió sus siete cuentos y residió, hasta bien entrado el mes de julio, en una modesta masía, sin luz ni agua corriente, en el paraje, llamado en el catalán local, “La punta del molino”, al otro lado de la bahía de San Antonio.
No os engañen las rosas que a la Aurora
Diréis que, aljofaradas y olorosas
Se le cayeron del purpúreo seno;
Manzanas son de Tántalo, y no rosas,
Que pronto huyen del que incitan hora
Y sólo del Amor queda el veneno.
En un barroco tiempo en el que fue posible (como ahora) escoger entre el apellido paterno y el materno, Luis de Góngora y Argote (Córdoba 11 de Julio 1561- Córdoba 23 de Mayo de 1627) eligió -intuyo que por esdrújulo- el de su madre. Y así, de llamarse Argote -que tiene rima fea- pasó a nombrarse Góngora, más sonoro y “gongorino”, dónde va a parar.
Celosa de su vida personal y de su intimidad, la sociedad en la que vivió siempre conoció sus fisuras, sus complejos. Sin querer contarlo, su obra era el espejo de todo lo que pretendió esconder.
“Lo decisivo es ser fiel –aquí o allí– a aquello por lo que un día se fue arrojado al exilio. Lo decisivo no es estar –acá o allá– sino cómo se está”
Se cumplen diez años de la muerte de Adolfo Sánchez Vázquez (Algeciras, 17 de septiembre de 1915 - Ciudad de México, 8 de julio de 2011), reconocido maestro del pensamiento iberoamericano. Recuerdo que me impresionó su figura cuando lo conocí, en 2004, en la mítica Residencia de Estudiantes de Madrid, durante un congreso del centenario de María Zambrano, “Crisis Cultural y Compromiso Civil”, dirigido por el Catedrático de Filosofía Pedro Cerezo. A pesar de que rondaba los noventa años, se mantenía enérgico, todavía con una saludable capacidad de indignación que a veces se encuentra vinculada con la auctoritas. Sin cierta insatisfacción, no hay amor, no hay deseo de mayor perfección, no hay crítica que nos permita progresar.
Este año, si la escurridiza y contumaz variante Delta lo permite —algo sobre lo que ni yo ni gobierno alguno estamos seguros—, la populosa feria del libro de Madrid se inaugurará en septiembre. Por supuesto, más allá de aprovechar los últimos días de largas y perezosas tardes, y más allá de disfrutar la tibieza que los acompaña; incluso más allá de que los grandes editores y los autores de relumbrón estén disponibles para este auténtico salvavidas de las librerías madrileñas antes de que otros certámenes los reclamen para Frankfurt, para Guadalajara o para qué sé yo adónde… En fin, que más allá de todos esos considerandos que convierten a la fecha en idónea, sucede, además, que septiembre es el mes de los regresos. ¿Y qué será esta feria del libro sino un clamoroso regreso?
GALERÍA DE ESCRITORAS SINGULARES
Siguiendo los pasos literarios de su padre, la obra multifacética de Inger-Mari Aikio-Arianaick representa la visualización de algunos tabués sociales de su Finlandia natal. Destacan sus poemas, de implicación femenina y feminista, llenos de ironía y sutileza.
Considerada un auténtico icono del feminismo latinoamericano, dedicó una amplia parte de su obra y de su vida a defender los derechos de las mujeres mexicanas y de la población indígena. Profesora de universidad y embajadora de México en Israel, su muerte a los 49 años de edad sigue envuelta en el misterio y la sospecha. Algunos títulos destacados de su amplia producción: Balún Canán (1957), Ciudad Real (1960), Oficio de Tinieblas (1962) y Mujer que sabe latín (1973).
Desde que comenzó la pandemia, nos hemos tenido que acostumbrar a nuevas formas de relacionarnos. Lo bueno es que nos hemos globalizado y se nos ha dado la oportunidad de relacionarnos con personas de todo el mundo. En mi caso, ha sido el escritor, poeta y articulista internacional nicaragüense Carlos Javier Jarquín, quién me ha dado ese empujoncito que me faltaba, ya que, en menos de un mes, me ha invitado a tres eventos literarios con distinguidos escritores y poetas de distintos países.
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Los test de psicometría no pueden medir la inteligencia, pero miden bastante bien la estupidez; sobre todo la de sus más enfervorizados devotos. Sostienen los expertos que son predictivos del éxito académico, e incluso del laboral. Probablemente lo sean, pero la inteligencia es una mariposa muy difícil de atrapar con las redes de la mera eficacia o de la utilidad. No se trata de que esos test sean inútiles o falsos, ni mucho menos; se trata de que lo que cuantifican y evalúan son, en todo caso, las capacidades y aptitudes del cerebro en relación con objetivos específicos y tareas concretas.
«Oh dulce España, patria querida», Miguel de Cervantes Saavedra
El benemérito investigador sevillano Eduardo Peñalver Gómez, Jefe de Sección de Fondo Antiguo y Archivo Histórico de la Biblioteca de la Universidad de Sevilla, redescubrió una joya documental después de 103 años-, dejada en tintero por los biógrafos cervantinos-, que pone en evidencia dos nuevas firmas autobiográficas de Cervantes, sobre el Proceso seguido a instancia del autor de comedias, Tomás Gutiérrez Castro, contra la Cofradía y Hermandad del Santísimo Sacramento del Sagrario de la Santa Iglesia Mayor, de Sevilla, el 4 de junio de 1593.
El mundo ha cambiado mucho en los últimos cuarenta años. Tras el fin de la Guerra Fría y el desmantelamiento del bloque soviético parecía que a la humanidad únicamente le quedaba décadas de prosperidad y progreso. El politólogo Francis Fukuyama predecía el fin de la historia y la victoria total del capitalismo. La década de euforia y optimismo de los noventa se tornó en un mundo inestable por el terrorismo islámico, las crisis financieras y finalmente la pandemia.
Ya era hora de hablar de nuestros protagonistas... Nuestro autor Vicente Merlo Lillo (Valencia, 1955) ha vivido durante un tiempo en la India y se ha asomado a la Filosofía Occidental con un Doctorado y ha sido profesor en el Máster de Historia de las Religiones en la Universidad de Barcelona y en la Autónoma de la misma ciudad entre otras ocupaciones.
Era el año de 1126 cuando en Córdoba nació uno de los pensadores y filósofos más importantes de la historia de Al-Ándalus y cuyo pensamiento tuvo una gran trascendencia en toda Europa. Ibn Rusd, Averroes, destacaría por sus teorías filosóficas y por sus aportaciones a otros campos de la ciencia como la Filosofía, la Medicina, el Derecho, o la Astronomía, dejándonos un legado que llega hasta nuestros días.
Aunque se haya cumplido un par de domingos desde que en el programa de la 2, de RTVE, “Imprescindibles”, emitieron el documental biográfico Descubriendo a José Padilla (2021), de Susana Guardiola y de mi amiga Marta Figueras, todavía me divierte la sospecha de que este personaje, contra la abrumadora cotidianidad de sus melodías, resultó un auténtico descubrimiento para la mayoría de quienes, con toda intención o por mera casualidad, se entretuvieron ante este benemérito film. Porque hoy, cuando se presume en cualquier bar, con esa bochornosa sentenciosidad que imprime el exceso del alcohol a las tantas de la madrugada, de conocer las intimidades más escabrosas de este o de aquel rockero o sobre cómo, dónde y por qué se grabó un celebérrimo long play, muy pocos —acaso solo los músicos de orquesta, o los de los conjuntos de baile o, por supuesto, los de las muy populares bandas de nuestro país— recuerdan quién fue José Padilla.
“Solo existe un sexo. Un hombre y una mujer son tan completamente lo mismo que apenas puede entenderse la cantidad de diferencias y razonamientos sutiles de los que en esta materia se nutren las sociedades” es una frase de la escritora George Sand (en realidad, Aurora Dupin) que Flaubert recibió en una larga misiva. Le encantaba cartearse con ella. Le parecía una mujer asombrosa, dueña de una existencia tan literaria e inédita, como llena de literatura.
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