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artículo de opinión

23/06/2023@14:14:00

Un ser humano adulto puede sobrevivir hasta tres minutos sin oxígeno, tres días sin agua, tres semanas sin alimento. Eran cuatro niños, con edades comprendidas entre los trece años y los once meses. La avioneta en la que viajaban con su madre y dos personas más colapsó cuando sobrevolaban el Caquetá. Los tres muertos. Los cuatro hermanos sobrevivieron cuarenta días perdidos en lo profundo de la selva colombiana “entre jaguares, serpientes y plantas venenosas”, subrayaban los teletipos, para acentuar el drama. Imaginemos ahora un giro de cámara. Otras junglas, otras evidencias ante las que la mirada occidental apenas parpadea.

PLAZA DE GUIPÚZCOA

Vuelve la burra al trigo. No es la primera vez que la NASA nos vende una peli de extraterrestres. Un mix caduco de “La guerra de los mundos” y “Mars attack”. Un exoficial de la CIA asegura que el Pentágono tiene pruebas de la existencia de platillos volantes, incluso con especímenes marcianos dentro. Son patéticos, tío. Esto sí que es una cortina de humo y un órdago a lo bestia.

En tres días, tres millones de hectáreas de bosque calcinadas en Canadá. Al cuarto, una inmensa nube naranja preñada de cenizas cubre Nueva York, el aire se vuelve irrespirable. Aunque su paradero se oculte lejos de allá, en las Montañas Blancas de California, el viejo Matusalén tiene razones para esconderse. En 1964 la torpeza de un científico acabó con la vida de su hermano Prometheus. Sólo pretendía insertar su descorazonador, acabó cortándolo. Cuando se aplicó a examinar sus anillos, el vértigo. Aquel pino de la especie bristlecone -pinus longeva- remontaba cinco mil años. Entonces, el árbol más antiguo jamás registrado.

Lo tenía decidido; iba a escribirles sobre Juan Eduardo Cirlot con motivo del cincuentenario de su muerte, sobre todo, porque me resulta un tipo demasiado insólito para su tiempo, la plúmbea postguerra, incluso para su ciudad, Barcelona, por más que se lo intente encuadrar en el luminoso Dau al set. Por si fuera poco, durante mi último artículo les había hablado de Carlos Edmundo de Ory, con quien mantuvo una curiosa correspondencia a principios de los cincuenta y con quien la crítica lo empareja por la mera imposibilidad de situar a estos dos poetas en algún grupo.

Recuerdo que en mis años mozos el grupo "Los Sirex" tuvieron un éxito rotundo con "Que se mueran los feos" y en la canción podíamos escuchar a esos catalanes graciosos que ellos perferían que: no quedase ni uno. En esta ocasión, nuestra querida Azucena del Valle nos habla sobre los feos y los feismos en "Esclavos del ídem". Menos mal que no habla sobre los feísimos que somos algunos porque entonces no se lo habría publicado. Según ella, tan pizpireta como siempre, nos invade una ola de feísmo de las tribus urbanas que pueblan nuestras ciudades. Los que somos de pueblo, y somos paletos serranos, simplemente somos feos, pero de cojones. Si esto sigue así algún día me tendré que apuntar a un gimnasio.

El aire se llenó de presagios desde que el lunes Morante le espetó al presidente "no tienes vergüenza", tras una faena a un sobrero escasito de todo y que mantuvo sobre los cuatro remos con una lentitud sedosa, donde cada lance sabía tan añejo que no eran oles sino suspiros cuanto se escuchaba en La Maestranza. Pero el presidente, nascis de nascis; que aquel primor no daba para oreja. Y Morante arrojó la montera al callejón y Sevilla entera se condolió.

Una vez más, incluso TVE, el ente que ha hecho de la memoria histórica republicana un dogma de fe, se ha sumado a la pandemia por glorificar la monarquía británica con motivo de la coronación de Carlos III. Periodistas presuntamente progresistas ensalzado un episodio políticamente banal, históricamente anacrónico, a la manera de un cuento de hadas.

GALERÍA DE ESCRITORAS SINGULARES

Líder política, luchó por dar el lugar social que la mujer debía ocupar en la realidad de su país. Periodista y maestra, en su obra, Fatima Ibrahim aboga por la educación de la infancia, futuro activo del desarrollo de Sudán.

Pocos espectáculos más patéticos que la aparición del presidente Sánchez el pasado miércoles, ante el grupo socialista del Senado. ¿Qué era aquello? ¿La Corea de Kim Jong-Un? ¿El último reducto de los davidianos? ¿La orquesta del Titanic viendo venir el iceberg? Todo el aforo puesto en pie ovacionándole -cada aplauso una puñalada- tan ajeno a la autocrítica como a la sanción de la derrota. Él avanzando, demacrado, la sonrisa una mueca, la mano en el pecho, como el caballero de El Greco mutado en el de la Triste Figura.

PLAZA DE GUIPUZCOA

Nadie está preparado para ser el tercer hombre más rico del mundo. Así entiendes que a Jeff Bezos se le vaya la olla. Su último capricho ha sido comprarse un yate de 500 millones de euros y pagarle unas tetas nuevas a su churri. Y si esto no te parece un dispendio exagerado, intenta imaginarte las gilipolleces de nuevo rico que harán el primero y el segundo de la lista Forbes.

Entre la muñeca hinchable que nos mostró Luis García Berlanga en "Tamaño natural", con un Michel Piccoli excelso, y el "Adiós, muñeca", de Raymond Chandler; yo me quedo con Humphrey Bogart cuando llámaba muñeca a sus partenaire en sus películas; ya que soy más de novela negra y de películas en blanco y negro. Hoy Azucena del Valle, nos cuenta en "Mi novio me llama muñeca..." todas las acepciones que tiene esa palabra y lo hace sin feminismos ni machismos porque, al fin y al cabo, todos tenemos nuestra parte femenina y masculina.

Iba a escribir su suerte, pero no, los dados están tirados, tirados en el Río Grande y sus aguas sedientas de nuevos cuerpos, tirados en el tapón del Darién, selva de esperanza, selva endiablada que devora la esperanza, selva machista que viola la esperanza llevada en el cuerpo de mujer.

«Oh dulce España, patria querida», Miguel de Cervantes Saavedra

La estirpe de Miguel de Cervantes Saavedra tiene incuestionablemente raíces argandeñas, pese al casi total silencio de muchos investigadores cervantinos, y en algunos casos prácticamente el absoluto desconocimiento de los 107 testimonios fiables sobre la familia Cortinas de Arganda del Rey.

PLAZA DE GUIPÚZCOA

No puedo ocultar el cabreo que me he pillado con la coronación de Carlos III. El grotesco ceremonial ha superado todas mis expectativas. Mejor si los Windsor estuvieran calladitos. Para que te quejes del emérito, tío. Soy poco servil con las dinastías y los linajes.

Pararse, observar y contemplar lo vivo para comprender y respetar su naturaleza profunda no es algo sencillo para nosotros, acelerados humanos de la era digital.