www.todoliteratura.es

artículo de opinión

24/08/2023@22:22:00
La historia del destierro es tan antigua como la propia historia del hombre. En Grecia y en Roma, el destierro o el exilio era la pena máxima que se le atribuía a un ciudadano, cuyos actos eran considerados un delito en contra de la religión. El mismo destino le esperaba a la persona que se salía del marco de la legislación. El emigrante, el exilado o la persona que ha abandonado su país por causas económicas o sentimentales; deambula, a un principio, por senderos de inseguridad, de angustia y de temor. Tiene que renacer para adaptarse al país acogedor, a las costumbres, a la comida y a un nuevo idioma.

PLAZA DE GUIPÚZCOA

Tienes que poner en cuarentena a esa amiga que jura y perjura lo ideal y empoderada que estás por dejarte las canas. No le creas. Estarás empoderada, pero más vieja.

PLAZA DE GUIPÚZCOA

Thomas Hobbes, insigne filósofo del siglo XVI definió la vida como “desagradable, brutal y corta”. Depende con qué gafas la mires. Pregunta a Sánchez y Feijóo. Filosofa, especula y encarga a Michavila las encuestas que te dé la gana, al final te toca lo que te toca.

Científicos alemanes y suizos descubrieron hace unos años que los versos de Homero pueden ser un buen medicamento contra la hipertensión. Su lectura, dicen, acompasa los latidos del corazón porque nuestro cuerpo encuentra en ellos el ritmo adecuado. Casi tres mil años ha necesitado el poeta griego para que los humanos le encuentren utilidad a su obra.

PLAZA DE GUIPÚZCOA

He vuelto de Barcelona de uno de esos fiestones VIP que te obligan a rebuscar en el fondo de armario las sandalias Michael Kors print de cocodrilo. 10 centímetros de tacón aguja como para despeñarte. Menos mal que domino el arte de sortear obstáculos.

Mi trayectoria existencial podría resumirse en el paso de una primavera a otra” -declaraba Alain Finkielkraut el día de la muerte de Milan Kundera-: “de la primavera lírica a la primavera escéptica”. Dos primaveras en el mismo año, 1968, la de París y la de Praga. O lo que viene a ser lo mismo, del lirismo al desencanto. En París los jóvenes de la izquierda revolucionaria gritaban “Élections, pièges à cons” -Elecciones, trampas para idiotas-. En una generación llegaron al poder y todo cambió. Ellos entrañaron los valores del sistema y el sistema, muy progresivamente, fue derivando hacia el imperio del kitsch y la oligarquía del “infoentertainment”.

PLAZA DE GUIPÚZCOA

Del bodorrio de Tamara a las Elecciones. Es un sinvivir, tío. No me extraña que desconectaras viendo volar pelotas en la final de Wimbledon ¡5 horas! Yo solo estaría 5 horas delante de la caja tonta por escuchar a Zapatero reflexionar sobre la infinitud del universo. Genial ese monólogo filosófico-cuántico. No lo supera ni Leo Harlem.

“Soy el más pobre e infeliz de los mortales, pero ahora tengo mi medida llena, y para mi dicha no hay límites” A. Cosani.

Han sido muchos los autores que se han ocupado en Occidente de la denominada filosofía oriental entre ellos Jorge Luis Borges en colaboración con Alicia Jurado cuando escribieron su “¿Qué es el budismo?” cuando fueron los europeos los que sintieron un interés por llegar a esas latitudes un tanto desconocidas.

En tiempos de fundamentalismos, de fanatismos orientales y occidentales, en época de turbulencias varias, de engaños y trampantojos masivos, de la ofensiva de los gurúes de la Inteligencia Artificial que buscan anular la inteligencia, el sentido común y la sensibilidad artística, es muy saludable aferrarse a salvavidas insumergibles y refugiarse entre las páginas de los clásicos del pensamiento, es decir, de todos aquellos que, desde hace muchos siglos, nos vienen alumbrando sobre la condición humana, la misma que observaron ellos y podemos ver hoy, la que no podemos cambiar, pero sí conocer mejor.

Aun a riesgo de que estos artículos, con tanto conmemorar decesos célebres, parecieran una sucesión de pomposas necrológicas, me había propuesto recordarles que el próximo jueves se cumplirán cien años de aquel viernes cuando, dadas ya las diez de la noche, moría en Cercedilla Joaquín Sorolla Bastida.

La alarma suscitada por los avances en Inteligencia Artificial no contemplaba el éxito arrollador de la comedia de moda, naturalmente ‘Barbie’, la primera película en imagen real de la terrorífica muñeca creada por Mattel, convertida en icono del feminismo posmoderno. La teoría de las sincronicidades sí contemplaba que pudiera coincidir con un biopic aparentemente antagónico como ‘Oppenheimer’, basado en la vida del físico teórico que inauguró la Era atómica.

La conciencia ambiental es una filosofía de vida que se preocupa por el medioambiente y lo protege con el fin de conservarlo y de garantizar su equilibrio presente y futuro. Debemos ser conscientes de que uno de los aspectos que más deteriora la naturaleza es el hombre. La deforestación, la contaminación del aire, la contaminación del agua y el calentamiento global, por ejemplo, son consecuencia del estilo de vida que impera en nuestra sociedad. Así, la educación ambiental y la conciencia ambiental nos ayuda a darnos cuenta de que cada acción que realizamos en nuestra vida cotidiana tiene una repercusión en el medioambiente. El medio de transporte que utilizamos para ir a trabajar, el uso de bolsas de plástico, el tipo de energía que consumimos, todo influye.

Alberto Núñez Feijóo es un excelente gobernante, aunque excesivamente confiado y poco agresivo como lo son todos sus compatriotas celtíberos. Las trampas de Pedro Sánchez han hecho mella en él y su triunfo electoral ha quedado resentido.

Ayer, con las votaciones, concluyó una campaña electoral sudorosamente larga: ni más ni menos que comenzó al día siguiente de los comicios municipales; es decir, el mismo suma y sigue prolongado durante mes y medio. Aunque no niego que haya presentado sus alicientes como el monumental atasco de Correos que el probo empeño de los funcionarios ha podido salvar con decoro, o esa otra novedad de los trackings diarios bajo la cabecera de los periódicos, que la ha envuelto con un aire de competición donde se admitiesen apuestas. Por lo demás, los mensajes de los candidatos resultaban tan archisabidos que servidor solo aguardaba ese momento estelar cuando se descuajaringa el tablado entre alaridos de espanto o, en su defecto, ese otro cuando el orador se tropieza y acaba de morros a los pies de la primera fila; pero, vaya, no hubo tal y debí como ustedes conformarme con la menestra de repetidas soflamas, de manidas acusaciones y de pronósticos fatalistas que hoy ya son mero olvido.

Llevo muchos años escribiendo en los periódicos con la finalidad de ofrecer una reflexión sobre lo que veo y pienso. Siempre he procurado hacerlo desde el espíritu crítico y, por supuesto, evitando todo ataque personal. Cuido las formas porque estoy convencido de que ahí está el verdadero fondo del pensamiento. Lo expresado con vulgaridad es, irremediablemente, vulgar. Paso a paso y sin descanso, una parte muy considerable de nuestros conciudadanos se ha ido acostumbrando a la bronca, a la grosería y a la mofa, cuando no al insulto, a la agresividad y no al diálogo, a ser más ocurrente, pero no más inteligente.