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artículo de opinión

06/05/2015@10:06:29

Tras la lectura del libro de Ana Romero, "Final de Partida", sobre la última etapa de Juan Carlos, como rey y como persona, saco algunas conclusiones. La más trágica, la que más me duele porque llevo la libertad, la independencia del periodismo en mi ADN desde que empecé las prácticas al final del régimen de Franco, es la complicidad de la prensa.

¿Es, por ventura, el Don Quijote sólo una bufonada?
Hernnan Cohen


Meter en un discurso hipérboles y expresiones literarias delata confusión ideológica, y prueba de ello son las siguientes palabras de ella: “el verdadero amor no se divide”. La palabra “amor” representa un concepto sin objeto. El amor no es material, no es ni divisible ni indivisible. El amor, lógicamente, no tiene grados: se ama o no se ama. El amor, por no ser materia, no tiene durabilidad, ni causas perceptibles, ni puede mezclarse con otros sentimientos, pues haciéndolo sería otra cosa, pero no amor. “El amor, un encuentro de dos salivas. Todos los sentimientos extraen su absoluto de la miseria de las glándulas. No hay nobleza sino en la negación de la existencia, en una sonrisa que domina paisajes aniquilados”, ha dicho Ciorán.

Después de pasar una larga semana de nueve días en Gijón recorriendo sus calles, hinchándome a sidra y pateando el recinto ferial de “La Semana Negra”, mi director me manda que escriba mi opinión sobre la misma. ¡Menudo papelón! Después de haber reflejado él lo bueno que en esas jornadas ha habido. A mí, como buen operario de la pluma, no me queda más remedio que buscar sus flaquezas que, desgraciadamente, las tiene.


Hojeando la magnífica revista “Letras Libres”, portentoso índice de restaurantes, aburguesadas biografías y bibliotecas, me topé con un artículo del académico Christopher Domínguez Michael que trata de la muerte del bardo Yeats, texto minucioso que ostenta la erudición del más alto guía turístico y que me movió a ponderar e inquirir las razones que hacen que los literatos piensen que poseen la rara habilidad de leer lo que otros no pueden leer.