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artículo de opinión

La escritora bielorrusa fue la última ganadora del Premio Nobel de Literatura

26/06/2016@10:29:36

No sé si por causa de la propia realidad literaria o por la antipatía iconográfica que distingue a estos tiempos modernos, el caso es que la condición de premio nobel llevaba aparejado, últimamente, una cierta sonrisa de duda, de sospecha, de acto pactado por intereses políticos antes que por el respeto al canon que ha hecho distintiva a la buena literatura.

Jactándose de sabios, se volvieron necios,
y cambiaron la gloria del Dios incorruptible
por una representación en forma
de hombres corruptibles, de aves, de cuadrúpedos, de reptiles
San Pablo (Romanos 1: 22-23)

Las universidades enfrentan un problema que no sólo es sociológico, sino filosófico, que es el poco gusto por la lectura verdadera. Y por ser filosófico es hermético. La filosofía es la herramienta intelectual más afilada y dura, y cuando ella misma es problemática obliga a cuestionar la utilidad de todas las ciencias.

Ni el pensador más disciplinado, avezado en científicos métodos y críticas teóricas, es capaz de soslayar las angustias metafísicas, nacidas de los saberes independientes de la experiencia, copiosos, pues se multiplican en las soledades, amigas inseparables de parias y aristotélicos. Soñar vestiglos es ameno, mas oneroso cuando bregamos contra sus imposibles ardides creyéndonos reales en fantásticas tierras.

El hombre, para no sucumbir ante el voraz azar, debe ser leal o a sí mismo o a otros, o al menos a una idea que no dependa de circunstancia alguna. La lealtad es una idea que el tiempo, rico en accidentes, llena de significados. Los múltiples modos de interpretar las palabras que usamos para comunicarnos matizan nuestro lenguaje, tanto, que a veces poetiza y prosifica. Poetiza para captar lo alto, sentimientos categóricos, es decir, fundamentales, ocultos, y prosifica para signar lo más bajo, las cosas, que son murallas que esconden utopías.

Crítico es quien nota fisuras donde todos ven una superficie lisa. Lo que parece ser algo íntegro, unido, sólido, al declararse roto desmorona toda opinión vigente. Las paradojas, cuando son maltratadas, se vengan de sus destructores confundiéndolos, alterando lo que creen sentir y discurrir.

Análisis de los programas políticos de los partidos sobre cultura

En estas páginas nos hemos quejado en reiteradas ocasiones de la falta de apoyo a la cultura, en general, y a la literatura, en particular. Hasta de la falta de apoyo de las mismas editoriales y empresas culturales, que no apoyan ni a sus propios proyectos. Ahora que se acercan las elecciones generales que tanto van a decidir, vemos que las formaciones políticas no se preocupan demasiado por la cultura.

Tan necesario es pensar en las palabras que leemos en la Biblia como razonar las áridas y profundas proposiciones que los filósofos antiguos grabaron en el mármol de la verdad, que gracias a ellos puede ser comprendida por los que no hemos sido convocados por la Revelación. La voz que oímos cuando leemos con fervor el libro del Génesis es una voz de aventurero, la de alguien que se atreve a crear algo libre, algo que sabrá qué es elegir, errar. Dios, y parecerá herejía lo que diré, fue al mismo tiempo sensato e insensato. Fue bueno, lo es, por confiar en nuestro laxo juicio, mas no podemos decir que es malo por dejar que andemos cometiendo disparates y desamparando a baldíos.

Leer la Biblia, sea la de Casiodoro de Reina, sea la que mandó a hacer el Rey Jacobo, mejora nuestro estilo. Mejorar nuestro estilo es mejorar, o mejor dicho, hacer inteligibles los tonos de nuestra voz. Tono es sentimiento y sentimiento es reacción ante los estímulos, que vienen del exterior, claro es... es decir, que comprueban la existencia de un mundo que no depende de nosotros. El estilo propio, que para ser propio debe romper la gramática, es musicalización​, poner musas en las cosas. ​

Ayer se celebró su aniversario

Navegar es preciso, pues no se nos debería de olvidar que todo es un sueño, como aquel en el que se sumerge el que sólo crea. «Vivir no es necesario, lo que es necesario es crear». Pessoa, al menos, no se mintió a sí mismo cuando renunció en gran medida a esa otra vida: la real que, para él, no tenía sentido. Sólo trabajaba dos días a la semana como traductor, o como él mismo acotó en una nota autobiográfica: «corresponsal extranjero de casas comerciales», dedicando el resto de los días a escribir, lo que hacía sumido en un caos…

NUEVA TRIBUNA

La ciencia parece que está ya casi en condiciones de responder a dos preguntas trascendentes: de qué está hecho el mundo y de cuándo y cómo surgió todo

A lo largo de mi vida he leído cientos de libros de divulgación científica porque esa es una curiosidad que no he podido satisfacer nunca entera y... afortunadamente. Cualquier ávido lector que se acerque a cualquier librería –incluso las más renombradas– se encontrará con una falsa impresión y es la de que los españoles y en España no importa la ciencia, que los españoles no tenemos curiosidad científica.

La polémica que suscitó tras su muerte la publicación de las cartas de amor que Keats la escribió

Tras la muerte de su padre, el 21 de octubre de 1872, los hijos de Fanny: Herbert y Margaret Lindon, empezaron a buscar potenciales compradores de los recuerdos de su madre. Tras negociar con la familia Dilke y con R. M. Milnes, Herbert decidió publicar las cartas, en forma de libro, para subastarlas más tarde. «En febrero de 1878 apareció un elegante libro de unas 200 páginas, que fue editado con un prólogo de uno de los hombres más prominentes de la época, H. B. Foran, y bajo el sencillo título de Letters of John Keats to Fanny Brawne». Esta decisión resultó muy acertada, pues la publicación de las cartas, causaron un gran interés en Inglaterra y en Estados Unidos. Las cartas se vendieron en marzo de 1885 por 543 libras y 17 chelines.

Alusión a Don Quijote

A fe que le viene bien el nombre: el caballero de la triste figura. ¿Has reparado, amigo lector, que una vez, solo una vez, se asocia la sonrisa a su rostro en toda la extensión del texto? Y, para ello, ¡en qué malhadada situación! ¡Qué ofensa a su arrojo! ¡Qué desprecio a su valentía! Hasta el punto que, acaso, no estaría de más recordarle al autor que no descuide y atienda bien a su función, pues es bien sabido que “el cálamo puede ser más cruel que la espada”.

Gran diferencia existe entre la prosa y la poesía. La primera es algo que llega a nosotros y la segunda algo que nos lleva a las cosas. Un artículo de Larra, por ejemplo, puede presentarnos un objeto y descifrar las causas que lo han producido, y un soneto de Lope de Vega, en cambio, nos puede hacer creer que el asunto que trata no depende de nada, que es por sí mismo lo que es. Un discurso de Ortega nos enseña que la categoría de “necesidad” enseñorea a nuestra razón, y un cuarteto de Garcilaso nos mueve hasta la noción de lo trascendental, de lo que no depende de lo empírico. Tales son, sospechamos, las más pronunciadas distinciones que dividen prosa y poesía.

Solemos creer que la literatura es algo libre, algo que nace lo quiera o no el artista en que tiene lugar. Lo libre, según nuestra razón, es algo “en sí”, es decir, algo que no es causado o que se causa a sí mismo. Pero nuestra razón, que nunca se conforma con lo que le presentan los sentidos, busca los orígenes del arte, y halla, o cree hallar, fuerzas que lo provocan. El salto de lo físico a lo abstracto, ciertamente, es un salto literario.

Situaciones jocosas


Confieso que no soy supersticioso o al menos eso creo, pero a veces ocurren cosas muy llamativas, curiosas e imprevisibles que siendo, en el fondo, simples anécdotas, son muy impactantes. En un reciente viaje a Escandinavia, estuve en Estocolmo y naturalmente en el famoso Museo Vasa, que conocía de un crucero anterior por el Báltico con escala en la ciudad sueca.