Uno regresa a la poesía de Ángel González como a esa vieja casa donde creció o pasó alguno de aquellos memorables veranos infantiles, como el que necesita escuchar una voz confortadora al otro lado del teléfono, tomarse una copa con ese amigo que es el abrigo de todos los inviernos. Uno vuelve sobre las palabras lentas, altas y claras de Ángel González como quien abre un álbum de fotos amarillas como el otoño y alarga el domingo hasta el próximo viernes. Porque con el poeta es frecuente que los días cambien según nuestro estado anímico, “Ayer fue miércoles toda la mañana./Por la tarde cambió:/se puso casi lunes, la tristeza invadió los corazones/y hubo un claro/movimiento de pánico hacia los/tranvías/que llevan los bañistas hasta el río.”
La lengua, dicen los académicos, que son contempladores del léxico, es un “maravilloso artificio” (Nueva gramática, XLI). Es labor artística porque crea “mundos nuevos”, según un poema de Huidobro, y es maravilla porque muestra a los sentidos y al entendimiento lo que por sí mismos no pueden captar, pues son constantemente embotados por las “preocupaciones de la vida” (Lucas 21: 34), como nos advierte Jesús.
Vivimos tiempos de cambio que invitan a romper con viejos moldes, dejar atrás rancias costumbres y emprender iniciativas atrevidas. Ya nada parece tener entidad para sorprendernos. Tanto es así que no me extrañaría leer en la prensa que el escritor Haruki Murakami era designado candidato a los premios Grammy como reconocimiento a que, en la década de los setenta, regentó un local de jazz —Peter Cat— al norte de Tokio, y a que gran parte de su producción literaria está plagada de temáticas musicales (incluso tiene un libro con el título de una canción de los Beatles: Tokio Blue-Norwegian Wood), tanto de rock, jazz como de música clásica. Muchos recordarán el ambiente sonoro que flota en la orwelliana novela 1Q84sustentado, sobre todo, en la Sinfonietta de Janácêk y la música de Bach.
Los académicos suecos están dispuestos a sorprendernos cada año
Nada más enterarnos de que el Premio Nobel de Literatura se había concedido a Bob Dylan estalló la polémica entre seguidores y detractores del cantante. La concesión del premio no deja de ser una boutade de una academia que hace muchos años perdió el norte, y eso que de norte entienden bastante, sobre todo en temas literarios pero, también en temas científicos, ya que muchos investigadores acusan a la Academia sueca de racista. Para ellos, los científicos del sur están subestimados. ¡Y no les falta razón!
Antonio Buero Vallejo fue un autor de auténtica vocación social. No logro recordar ni siquiera una obra suya que no persiguiese fines colectivos; que no manifestase, aunque fuese a través de conflictos –y traumas– personales, deficiencias de la comunidad y de las normas que ésta había decidido darse.
Es la noche camino incierto, pedregoso, hacia el día, lugar calmo. Por la noche soñamos, es decir, llevamos nuestra alma a los lugares que soñó el divino Platón. Soñar en los sueños de Platón, ser parte de otro sueño, diría Borges, es una pesadilla. Traduzcamos lo dicho a términos terrenales. A la gloria llega quien sale de la guerra, pero al infierno llega quien sale de la paz.
Nace en el año 978, durante el reinado de la dinastía Heinan de Japón.
Nace en el año 978, durante el reinado de la dinastía Heinan de Japón. Su padre es Fujiwara no Tametoki, era un funcionario que pertenecía a a la nobleza y formó parte de la corte de la emperatriz Akiko hasta 1013. También era un buen literato. Estaba emparentado de forma lejana con la familia Fujiwara, que era la familia más poderosa de Japón.
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Consideremos que la noticia es el gran argumento inductor (especulativo en ocasiones) del poder, de los poderes. ¿Habrá comenzado ahí la devaluación de la palabra? ¿Deberíamos plantearnos como tema de reflexión la diferencia entre noticia y realidad, una y otra sustento de la politica y, por extensión, de la vida social?
Nos acercamos a la vida y obra de uno de los políticos que más ha hecho por ver una Europa unida y en paz
Aristide Briand accedía el 29 de octubre de 1915 por tercera vez a la Presidencia del Consejo de Ministros de la Tercera República en plena Gran Guerra. Aprovechando esta efeméride y en plena crisis de Europa, nos acercamos a la vida y obra de uno de los políticos que más hizo por ver una Europa unida y en paz.
"Los problemas de las personas existen ya antes de que se pronuncien las palabras" podemos leer en el Wen Tzu (1) Si nos remontamos al inicio mismo de la palabra, hemos de considerar que ésta nace para asociarse al rito, a la danza, y explicar lo que a través de ésta el hombre no pueda o no sepa hacer respecto de su voluntad, de la manifestación de lo que pretende exponer como problema o como deseo. De lo que hemos de derivar que la palabra, esencialmente, nace como un bien, un bien necesario que exige los atributos de la claridad, de la sinceridad, de la sencillez incluso.
Aquella mañana era muy especial. Mi tía iba a acompañarnos, a mi primo y a mí, en lo que había de ser nuestro primer día de escuela.
De Lichtenberg, ese gran aforista (¿o habría que decir, quizás, moralista?; ¿tal vez esteta, un esteta vital? ¿No podrían ser éstos algunos de los alegatos adjetivados que se podrían esgrimir en favor del aforista, del solitario aforista?), se ha dicho muchas veces que, de hecho, carece de una obra literaria propia. He aquí, sin embargo, que, teniendo como único bagaje literario sus cuadernos de aforismos, puede decirse que ha aportado al mundo de la creación mayor peso especifico y mayor influencia en sus contemporáneos como ningún otro había conseguido.
Por Edvardo Zeind Palafox
Leí un artículo en “El País” de Vargas Llosa que habla sobre la “civilización del espectáculo”. El artículo, escrito en prosa llana, clara, esconde varios tesoros para los que saben leer al modo antiguo, penetrativo, mas no dice nada para los que sólo ponen la mira en los símbolos impresos.
Vieron el mar, hasta entonces
dellos no visto.
El Quijote, II, 61
¿Ha deseado en algún momento Don Quijote de la Mancha, el de la triste figura, ver el mar? O, mejor sería preguntar, dada la condición soñadora y apasionada de su raciocinio: ¿ha deseado sentir el mar?
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