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artículo de opinión

01/01/2019@18:16:40

A veces la combinación de leyes, normas y rutinas formales nos obligan a pensar si no estaremos viviendo en un país de imbéciles, sordos, ciegos e increíblemente mal intencionados. La Ley del 2012 (Real Decreto Ley 5/2013), fue abrumadora al cruzar los datos de Hacienda con los de la Seguridad Social, obligando a la pobreza a todos los creadores, casi de cualquier actividad, en los últimos años de sus vidas.

Lo que quiero decir es que todo depende de tu corazón... NAZIM HIKMET

«En un país en donde hay más de mil doscientos millones de personas y es la democracia más grande del mundo, con más de 800 millones de votantes. Y en donde desde la mañana a la noche todo es religión… Pero en donde las cien personas más ricas del país poseen activos que equivalen a una cuarta parte del producto Interior Bruto. Y el resto de la población son fantasmas en un sistema más allá de su control»

EL CUARTETO BENENGELI

No es país para lectores el nuestro, pero El Quijote sigue siendo un libro para soñadores. Por lo que tiene de plural y poliédrico, siempre jugando con la ambigüedad y el doble sentido, parece burlarse de todo y de todos al tiempo que abre uno tras otro mil enigmas.

Primera parte

El arduo trabajo de zapa en la cripta de las Trinitarias tenía un sentido: más que los restos del Ingenioso Hidalgo, encontrar el camino de regreso a su geografía mágica, a través de los laberintos de la Cueva de Montesinos. La aventura manchega comenzó en un puerto de mar adentro. Se llamaba Puerto Lápice para decirnos que cada uno de nosotros ha de escribir su propio libro. El libro de su vida. El que te convierte en hijo de ti mismo. Hijo de ti. “Hijo-te”. Quijote. Estas son apenas las claves iniciales de una peripecia interior cuajada de molinos y gigantes. Cinco siglos después Don Quijote no deja de cabalgar a la conquista de la Civilización del Vértigo.

¿La literatura copia, imita el mundo, o crea mundos nuevos? Si copia, es instrumento científico con el que podemos llegar a la verdad, y si crea mundos nuevos, también es instrumento científico, pero no metodológico, sino heurístico. La verdad, para serlo, debe contener cosas, objetos, y no paralogismos. Los objetos, para ser tratados, pensados, conocidos, deben signarse, poseer signos. Los signos, se sabe, pueden proceder del lenguaje común y corriente y de las ciencias.

Un amigo asevera que la poesía sirve para mejorar la "cohesión social", aseveración que me obligó a releer el famoso libro de Eckermann de nombre "Conversaciones con Goethe". Semejantes conversaciones, como los diálogos platónicos, nos aleccionan enseñándonos que la filosofía, sobre todo, es arte de dialogar. Dialogando, explicando problemas, circunstancias, usamos tanto conceptos como argucias, ardides y técnicas literarias.

Hace unos días la servil prensa recordóme el nacimiento de Jorge Luis Borges, escritor argentino que con prólogos, artículos breves, nebulosos sonetos y cuentos nunca bien apreciados por mi filosófica visión, me enseñó, creo, qué es la crítica literaria.

Tres ideas procedentes de la razón pura, enseña Kant, rigen nuestra vida: alma, mundo y Dios. Las tres generan preguntas inevitables y sin respuesta posible. He aquí ejemplos: ¿somos inmortales?, ¿somos libres? Luego, vivimos con ellas, es decir, fraguando ideales, enjuiciando las cosas con ellos, errando, planteando hipótesis para conocer el origen del errar y bregando para aceptar lo que no podemos cambiar, como dicen que dijo San Francisco de Asís, o para mudar la naturaleza y la fortuna. Lo dicho, para ser formulado, necesita lenguaje vivo, expresivo, verídico, o en una palabra, shakespeariano.

Traducción: Eduardo Zeind Palafox

Hablo de la crítica literaria, y en el mundo en que actualmente vivimos eso es casi tan poco prometedor como hablar de paz. Esta no es pacífica era, y no es tampoco crítica era. En la Europa de los pasados diez años la crítica literaria del viejo tipo -crítica realmente juiciosa, escrupulosa, imparcial, que trataba a la obra de arte como a algo valioso en sí- ha sido casi imposible.

¿Qué es una novela histórica? Una historia ambientada en el pasado. ¿Y cuándo podemos hablar de pasado? El pasado comenzó ayer.

Sufría alucinaciones desde su adolescencia, un psicoanalista le propuso la escritura como terapia. Nadie entendía esos relatos que parecían hibridar ucronías futuristas y mensaje esotéricos. Su deterioro se acentuó con su ingreso en el mundo de las sustancias psicoactivas, lo que le llevaría a la cumbre de la Literatura LSD. Afirmaba ser visitado por “entes del otro lado”, dijo haber presenciado el Apocalipsis y derivó en el mesianismo: el androide que soñaba con ovejas eléctricas esperaba a Maitreya.

De "Verdad y Método" (Ediciones Salamanca, 2012), de Gadamer, sale el presente palique (páginas 354-358)

¿Podemos decir que las obras literarias pueden adueñarse de las palabras "derecho científico"? Un conocimiento, sea poético o novelesco, físico o sociológico, es científico cuando es certero, es decir, cuando nos permite hacer algo siempre sin yerro.

"Nada más frágil que la facultad humana de admitir la realidad, de aceptar sin reservas la imperiosa prerrogativa de lo real", ha escrito Clement Rosset(1). Pues bien, ¿qué decir cuando la realidad que se nos ofrece como verdadera es una realidad falsa, virtual, irreal?

Una reseña del sentido humanista del socialismo de Fernando de los Ríos

En este artículo queremos glosar la reseña que Isidro Escandell dedicó al libro El sentido humanista del socialismo de Fernando de los Ríos, publicada en “La Voz Valenciana”, y que “El Socialista” reprodujo en su número 5.476 del año 1926. El artículo lleva por título “El sentido humanista del socialismo. El cenobita de Granada”. Recordemos que en ese mismo año De los Ríos publicaba el libro en la editorial Morata. Escandell (1890-1940) fue un destacado periodista y socialista valenciano, siendo elegido diputado en 1931 y en 1936. Presidió la Agrupación de Valencia y, en la guerra, la Federación Socialista Valenciana. En el PSOE fue afín a Largo Caballero. Fue colaborador y redactor de innumerables periódicos. Su intenso compromiso político le llevaría a un Consejo de Guerra y a ser fusilado en Paterna.

El vulgacho, al oír la palabra “poesía”, imagina magias, inspiraciones y sensiblería, y al oír la palabra “filosofía” imagina vagabundeo intelectual, conjeturas cósmicas y teorías deformadoras. La poesía se ha convertido para mí, que la frecuento diariamente, en instrumento epistemológico, en vía intuitiva, y la filosofía en maquinaria de destrucción de ilusiones, quimeras y laxitudes conceptuales, y también en útil para movilizar lo estático, para silogizar.