Procuraré no ser tan pedante y narcisista como un escritor al uso. No te escandalices, todos los escritores lo somos, además de competitivos, envidiosos y dispuestos a cualquier aberración con tal de mejorar las ventas de los bodrios que parimos. Y el que diga lo contrario miente. Es verdad que siempre ha habido clases. No es lo mismo Jane Austen, Nabokov o Graham Greene, que J. K. Rowling, Dan Brown, o E. L. James y sus infumables “cincuenta sombras”.