Primera parte
El arduo trabajo de zapa en la cripta de las Trinitarias tenía un sentido: más que los restos del Ingenioso Hidalgo, encontrar el camino de regreso a su geografía mágica, a través de los laberintos de la Cueva de Montesinos. La aventura manchega comenzó en un puerto de mar adentro. Se llamaba Puerto Lápice para decirnos que cada uno de nosotros ha de escribir su propio libro. El libro de su vida. El que te convierte en hijo de ti mismo. Hijo de ti. “Hijo-te”. Quijote. Estas son apenas las claves iniciales de una peripecia interior cuajada de molinos y gigantes. Cinco siglos después Don Quijote no deja de cabalgar a la conquista de la Civilización del Vértigo.
Tras su inmersión en el mundo de la brujería vasca -“Como el bosque en la noche” (Premio Alfons el Magnànim)-, Álvaro Bermejo regresa a las librerías con “El secreto del rey alquimista”. Una historia ambientada entre el Madrid de Felipe II y la Praga de Rodolfo II, a la que se asoman los lienzos de Arcimboldo, la sombra de El Golem y el enigma de el Manuscrito Voynich. El próximo martes la presenta en Madrid -Ámbito Cultural / El Corte Inglés-, acompañado por la periodista y escritora Anna Grau.
Un códice misterioso –el legendario Manuscrito Voynich-. Dos monarcas en bancarrota –Felipe II y su primo, Rodolfo II el alucinado-. Tres personajes como surgidos de los pinceles de Arcimboldo en ruta hacia Praga, la ciudad de los alquimistas. Y allá, un rabino tirando a inquietante –Judá León, el creador del Golem. Algo que me rondaba como desencajado en mi interior, comenzó a articularse cuando me decidí a ponerlo por escrito. El resultado es una novela entre histórica, esotérica y romántica, donde todo lo que parece increíble es cierto… Y lo que parece más cierto, hijo de la ficción. Esta es la intrahistoria de "El secreto del rey alquimista".
La primera gran historia de amor de todos los tiempos
"En el departamento de objetos perdidos de la historia hay un lugar de honor para las tres tumbas más buscadas de todos los tiempos -excluyendo la de Jesucristo: la de Alejando Magno, la de Gengis Khan, y aquella que reúna los cuerpos de Akenatón y Nefertiti. ¿Quién fue en realidad esta misteriosa Reina Faraón que desafió a su destino, y en cuyo silencio podrían contenerse todas las claves de la "Guerra de los Dioses" que convulsionó Egipto y fundó la primera gran religión monoteísta de la humanidad?"
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A comienzos del siglo XX, una enfermedad mental de origen malayo estremeció Occidente. Las víctimas del Amok caían en una fiebre convulsa que les impulsaba a matar. En 1909, tras conocer a Alma Mahler, Oskar Kokoschka cruza sus iniciales –AM y OK-, como si estuvieran predestinados a lo fatal. No se equivocaba. Compositores como Gustav Mahler, arquitectos de la talla de Walter Gropius, escritores como Thomas Mann. Todos ellos sucumbieron al hechizo de la Esfinge de Viena, tan idolatrada por su belleza como aborrecida por su crueldad. Mantis nada religiosa, Alma Mahler cristaliza las proyecciones colectivas de una Europa al borde del Apocalipsis.
Sufría alucinaciones desde su adolescencia, un psicoanalista le propuso la escritura como terapia. Nadie entendía esos relatos que parecían hibridar ucronías futuristas y mensaje esotéricos. Su deterioro se acentuó con su ingreso en el mundo de las sustancias psicoactivas, lo que le llevaría a la cumbre de la Literatura LSD. Afirmaba ser visitado por “entes del otro lado”, dijo haber presenciado el Apocalipsis y derivó en el mesianismo: el androide que soñaba con ovejas eléctricas esperaba a Maitreya.
Esta historia comienza en el Museo Histórico de La Haya, donde se preservan una lengua y un dedo humanos pertenecientes a uno de sus más insignes primeros ministros durante el Siglo de Oro neerlandés, Johan de Witt, víctima de un truculento episodio de canibalismo en la Europa del XVII. Pero llevemos el caso a la actualidad. La lengua que habla y el dedo que acusa. ¿Con qué podríamos relacionarlos?
"Eternamente tuya" de Álvaro Bermejo es una novela vampírica, genuinamente gótico-romántica, ambientada en la vieja Escocia que inspiró a Bram Stoker, y situada en tiempos contemporáneos. Lejos de atenuarla, esta localización en tiempo y espacio no hace sino acrecentar la credibilidad del relato. Stuart Connolly es un ingeniero que llega al condado de Gairloch para construir una gran presa hidroeléctrica. Se encuentra con la oposición de los señores del lugar, el todopoderoso clan de los Montrose.
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