La imagen de un rastafari labrado en piedra. El cuerpo en rombos que se traducen en plumas, los pies como garras de águila, el rostro de un salvaje. El presunto rastafari señala con su índice a un Cristo en majestad. Ambos ocupan el edículo septentrional de una ermita del siglo XI, la de Santa María de Siones, al norte de Burgos. Ese fue el último enigma que dejé en el mail de Fernando Sánchez-Dragó, dos días antes de que falleciera.
Cien años atrás los Sanfermines eran una fiesta local que no congregaba más de veinte mil personas. En 1959 Hemingway se quejaba de las cien mil que invadían Pamplona por esas fechas. Hoy superan el millón. Datos que documentan la explosión del turismo global. En los años de Hemingway movía a veinticinco millones de almas errantes alrededor del planeta. En 2019, mil quinientos millones. Eleve su mirada al cielo: sobre su cabeza y cada instante, medio millón de aeronautas low cost vuelan en busca del santo grial de un todo incluido en el Caribe, una escapada mística a la India, o un ápice de playa bajo la jungla de sombrillas de Benidorm.
"Obviamente, doctor, usted no ha sido nunca una chica de trece años”. Habla Cecilia, la menor de las cinco hermanas Lisbon, protagonistas de la novela ‘Las vírgenes suicidas’. Jeffrey Eugenides reconstruye el suicidio secuencial de las cinco en el próspero Michigan de los ’70. Aparentemente, sin otra causa que los trastornos de la pubertad. Sucede otro tanto con la pandemia silenciosa que no deja de expandirse en nuestro país. Dos mil fallecimientos por autolisis en 2004, cuatro mil en 2022. Un crecimiento exponencial.
Sólo Velázquez se había atrevido a pintar así a un papa. Su Inocencio X, aun bajo la púrpura, se sabe desnudo ante la mirada implacable del pintor, transpira su desasosiego. Sólo Courbet se había atrevido a pintar un sexo femenino en primer plano, en El Origen del mundo. La cruda animalidad del cuerpo desde el más depurado academicismo. Pero fue Francis Bacon quien sentó en el diván al nieto del padre del psicoanálisis, para convertir su taller en el gabinete de torturas del artista y sus modelos.
La polémica de reescribir ciertas obras literarias con lenguaje inclusivo ha saltado esta semana en todos los medios de comunicación. La plataforma televisiva Netflix, que está viviendo sus peores momentos desde su creación debido a ciertas decisiones empresariales, se ha impuesto el trabajo de reescribir las obras infantiles del gran escritor británico Roald Dahl. Parece ser que palabras de tan grueso calibre como gordo o feo van a estar prohibidas escribirlas. ¿Es o no es censura? Veinte conocidos escritor@s nos dan su opinión. La polémica sigue al rojo vivo.
Lo vaticinó el genial Alan Turing, por los tiempos en que sus algoritmos descifraron los códigos de la máquina Enigma. Para él, no quedaba lejos el día en que los pioneros de la computación idearían una máquina con la que podríamos dialogar, “para extraviarnos”. Ochenta años después, los ingenieros de OpenAI la han convertido en una aplicación sensacional. Un programa de inteligencia artificial que se presenta como ChatGPT y se desglosa como Generative Pre-Training Transformer. Aunque, a decir verdad, ese GPT tiene mucho más que ver con el viejo Gepetto, el carpintero que dio vida a una marioneta de madera, el entrañable Pinocchio, con idénticas funciones.
El cuerpo ficticio de san Sebastián y el guiño de Antonello da Messina. Un epígrafe demasiado largo, pero hubiera sido el idóneo. ¿Qué vemos en el lienzo que plasma su martirio? En el lugar del ombligo, un tercer ojo. El que me ayuda a ver lo que quiero contar. La apasionante evolución de la imagen de san Sebastián. Un relato iconográfico que va migrando desde la piedad a la sensualidad, de la “santa herida” a la erotización corporal, hasta convertirse en una herejía para la comunidad católica.
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Punto uno: Donostia a dos velocidades. Tras presentarlo como si nos cayera de los cielos de IBM, nos anuncian para 2024 la llegada del superordenador System One, con el que nuestra ciudad se situará a la cabeza del mapa global de la cuántica. Esperemos que no lo haga a la velocidad del AVE que nos prometieron, ¿para cuándo? Punto dos: mentes cibernéticas y humanas, también a dos velocidades.
Hagamos abstracción de lo ideológico. ¿A qué asistimos durante la moción de censura protagonizada por Ramón Tamames? Más que a un debate político, a una escena quijotesca cruzada con otra pedagógica. Un Don Quijote de 89 años, sin otra armadura que la de un viejo profesor, daba su última lección, en fondo y forma, a un Congreso de adolescentes.
Eugene Cerman, Ronald Evans, Harrison Smith. ¿Les suenan estos nombres? Se trata de los tres tripulantes de la misión Apolo 17. La última en que los humanos caminaron sobre la Luna. Tan pronto como su cápsula amerizó en el Pacífico, un 19 de diciembre de 1972, cayó igualmente en el olvido. No fue el caso de la grabación iniciada ese día en el mítico estudio Abbey Road, con la misma hoja de ruta. Cuatro psiconautas del rock progresivo, Roger Waters, David Gilmour, Nick Mason y Richard Writgh, grabarían indeleblemente sus nombres en la cara oculta de nuestro inconsciente colectivo.
Todos lo sabían. Antes de que comenzara a tramitarse la ley del Sólo sí es sí asociaciones de mujeres juristas y el mismo Consejo de Participación de la Mujer, adscrito al Ministerio de Igualdad, elevaron a Moncloa informes que alertaban acerca del grave riesgo judicial que depararían sus deficiencias. Este Gobierno los ocultó mientras iniciaba su tramitación, en julio de 2021. En un año no cambiaron ni una coma, desoyendo la doctrina del Constitucional, la jurisprudencia del Supremo, las garantías básicas que definen un Estado de Derecho.
Una imagen, la de Juliette Binoche, que recibirá el Goya Internacional en la gala del próximo sábado. ¿Qué carta del tarot podría representarla? Me lo pregunto mientras celebro el centenario de Italo Calvino releyendo uno de sus libros, tan profético como los que integran su trilogía sobre ‘Nuestros Antepasados’.
Nada de calor, nada de luz, cielos negros. El día es una tumba. Invierno, la espantosa estación”. Así la describe Víctor Hugo, en ‘Los Miserables’. Una mirada desencantada, como la de Démeter cuando crea el invierno para cubrir el mundo con un manto de tristeza mientras su hija pena en el Hades. Sin embargo, los griegos contemplaban los solsticios -el de verano y el de invierno- como dos puertas, la de los hombres y la de los dioses. Las mismas que guarda con sus dos rostros el romano Janus, el que nombra al mes de enero. El que sería cristianizado en dos Juanes igualmente solsticiales. Conocemos bien al san Juan de verano, el de las hogueras y los cantos. ¿Qué sabemos del san Juan de invierno?
Al fallecer físicamente o al renunciar a su pontificado? En realidad, ¿cuándo muere un papa? Más allá de la hermenéutica, la pregunta adquiere tintes muy novelescos si incluimos la sospecha de un posible asesinato. Porque no es lo mismo una renuncia elegida que otra inducida, y resuelta con un tránsito fulgurante del palio al sepelio. Qué tiempos aquellos de los papas demasiado terrenales en que los anillos pontificios administraban con la misma beatitud la gracia y el veneno.
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