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12/08/2024@17:17:00

La poesía de Revagliatti, como la de todo poeta que verdaderamente indaga, tiene la característica de la mirada primigenia. Un niño ve el mundo: todo es un bullente caos, las personas ya se le aparecen como misterios frenéticos. Su realidad es esta confusión primera, un montón de fragmentos: Algo que no se completa. El niño rompe objetos para conocer qué hay dentro, juega con las piezas astilladas.

Les voy a contar una historia.

Una historia verdadera.

Una historia de sierras y cordilleras.

Les voy a contar la historia de la sierra de Gredos.

Les voy a contar la historia de Ad fauces, Garganta de la Olla.

Les voy a contar una historia de aguas cristalinas y limpias.

Les voy a contar la historia de sus fuentes, manantiales, gargantas y riachuelos.

¡Cómo somos los anotadores del Quijote! Con aquello de se non è vero, è ben trovato, bajo cada piedra pretendemos haber descubierto lo que a otros les pasó por alto. Bien decía Francisco Rodríguez Marín un siglo atrás, en su edición profusamente anotada: