Siempre ha habido hombres a los que su linaje les impone –a veces hasta sin severas coerciones; simplemente, no tienen más salida— un destino, mientras la vida, con su vitrina inagotable y jacarandosa, los tienta con otro; y ambos les resultan tan distantes y difíciles de conjugar que la disyuntiva los aboca de cabeza al quebranto.