La poética de Ricardo Bellveser puede escindirse en dos etapas: la histórica, compuesta por sus cuatro primeros libros: Cuerpo a cuerpo, La estrategia, Manuales y Cautivo y desarmado; y la emotiva, la cual comenzó con su libro El agua del abedul y siguió con Fragilidad de las heridas, Las cenizas del nido, Jardines y Primavera de la noche. Los poemarios De profundis y Julia en julio quedan, pues, como gozne del conjunto, una membrana que posee atributos de ambas etapas, las articula, pero son algo diferente. Estanterías vacías supone la cumbre de la emotividad bellveseriana, es la noche de esa primavera anticipada en su anterior título, pero una noche luminosa, un poemario crepuscular en el que la voz poética se presenta quizás más desnuda y más sincera que nunca para certificar que vida y poesía, o poesía y vida, son una misma cosa en la concepción más desnuda de su poesía.