Editorial Candaya
26/02/2020@07:00:00
Tirarnos a una piscina. Buscar el fondo. Y explorar el silencio bajo sus aguas. Allí, donde nos atrevemos a “mirar de frente a las mandíbulas abiertas”. Fieras que desean devorarnos porque saben que no somos víctimas fáciles de engullir. Allí, donde los ojos cerrados y la respiración estancada en la abominable oscuridad del terror que solo existe en una habitación-cocodrilo son nuestras señales de identidad. Allí, donde el grito se hace palabra.