A veces, colaborar con una editorial te brinda la oportunidad de realizar algo verdaderamente gozoso; acaba de sucederme. Con la inestimable participación de Ana Fernández y del profesor Davide Mombelli hemos editado en Drácena los relatos dispersos y extraviados de Valle-Inclán bajo el título de Jardín peregrino. Permitanme no solo anunciárselo sino presumir de haber contribuido a esta notable edición, cuyo fin es abrochar la bibliografía vallinclaniana, pues unas obras completas por una razón, y las siguientes, por otras distintas, ninguna recogía, amén de los títulos fundamentales de don Ramón, esta docena de cuentos más esas cuatro novelas cortas, rematadas con la póstuma: El trueno dorado (1936). Aunque cuanto digo, no obsta para que alguna o varias de estas piezas aparezcan en esta o en aquella otra opera omnia, pero nunca todas reunidas como hemos conseguido sumar en este volumen.