La novela, el teatro, el guión se pueden edificar con mucho oficio y poco talento. Obligan a parcelar el tema tratado, donde no cabe todo. Estos escritores suelen afirmar que les importan, en especial, sus lectores, cuando lo que resulta sustancial es el texto que se hila con el bagaje de las palabras, aunque lo lea una minoría. Estos escritores demuestran ser incapaces de abarcar el alma, primero el propio y luego el de los muchos mundos que nos afectan. Falsean la artesanía y se mienten a sí mismos.