Todos sabemos que las doctrinas del culto al cuerpo convierten a nuestro organismo en bandera identitaria, pero también, en distintivo de clase, apología del hedonismo y obsesión materialista. Sin embargo, una reflexión comedida y equilibrada sobre nuestro cuerpo como campo de batalla de la mente, el tiempo y la erosión del mundo puede arrojarnos luz acerca del uso que hacemos o hacen de nuestro cuerpo, de la sintaxis de su lenguaje, de la historia de sus heridas. En esta dirección se encuentran las opiniones que Luisa Miñana vierte en "Este es mi cuerpo": la carne como pentagrama de una melodía que trasciende lo físico.