Gastón Segura hubiese querido para la presentación de su libro “Los invertebrados” tener a su lado a Esperanza Aguirre, personaje de su novela que no queda bien parada en sus páginas, esta ex política madrileña que tiene una gran visión cómica como demostró en un antiguo programa del Gran Wyoming al ponerse aquellas gafas de sol, no quiso presentarse al evento y los editores tuvieron que encontrar un sustituto de altura, Héctor de Miguel, salmantino de cuna y amante de los madriles, muchos lo conocerán como Quequé, persona de gran vis cómica, como demostró en la presentación, y lector atento y documentado.
El libro estará a la venta el próxima 5 de mayo
Próximo a cumplirse los diez años del movimiento 15-M Gastón Segura publica "Los invertebrados", una novela sobre los hechos que asombraron a España y que se atisbaba como un posible cambio generacional que ha quedado en agua de borrajas.
Este año, tras arduas deliberaciones, hemos escogido 15 libros como los mejores que se han publicado. Pocos serán los críticos y especialistas que se fijen en muchos de ellos, más por intereses de empresa que por la calidad de los mismos. Sólo una publicación independiente, como la nuestra, puede permitirse el lujo de señalar los libros que escogemos sin ningún tipo de presión y sólo buscando el interés y la calidad de las obras. De ahí que hayamos escogido como mejor libro del año, sin ningún género de duda, a “Patria” de Fernando Aramburu.
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Autor de Los invertebrados
Ahora que se cumplen diez años del movimiento 15-M, Gastón Segura publica la novela sobre lo que ocurrió en aquellos días. Los invertebrados es un retrato sobre unos acontecimientos que pudieron haber cambiado la historia de nuestro país, pero que al final se han quedado en agua de borrajas, aunque nuestro novelista opina que el espíritu del 15-M todavía anima “de alguna manera” al partido Más Madrid.
En mayo se cumplirá una década. No obstante, aquellos sucesos se me antojan hoy mucho más remotos y apenas sí conservo de ellos una vaga imagen, como suele sucedernos con todas esas malogradas ilusiones que dejamos que las enmohezca el tamo del olvido. Por supuesto, esta premeditada desidia se debe a mi disgusto por el mostrenco proceder de ese partido político, que se apropió de todas las esperanzas surgidas durante aquellas luminosas jornadas y de sus reclamaciones —ecuánimes o disparatadas—, hasta reducirlas a un mero pretexto para medro de sus capitostes. Sin embargo, hace diez años, asistí —y supongo que también muchos de ustedes— a un suceso muy diferente: una inesperada y hermosa protesta, que alentada por grandes aspiraciones, acampó en mitad de la Puerta del Sol para perplejidad general, bajo una sencilla y cáustica consigna: “¡indignaos!”
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