El poemario contiene un prólogo titulado “Allá donde el silencio” de Francisco López Barrios. 30 poemas divididos en tres partes no manifiestas en el índice, pero sí reconocibles en la lectura, separadas cada una por una cita de Friedrich Hölderlin. Cierra el libro, como una coda, una cuarta cita del mismo autor. La primera y la segunda con 10 poemas cada una, sin títulos, solo con números romanos (del I al X y del XI al XX). Y la tercera parte con otros 10 poemas, éstos con títulos que conducen a Roma. El último se titula Epitafio. La muerte y el silencio como hilo que teje o sudario que envuelve la lectura. La poética de necrópolis que tiene este poemario, donde poesía y filosofía se dan la mano de alguna manera, convierte al poeta en un arqueólogo que va con su pluma-pincel descubriendo el yacimiento de sus versos, rescatando de las ruinas un puñado de emociones y pensamientos que son el más preciado tesoro del poeta, su pasado y su presente. Sepulta Plenitud es himno, pero también elegía dedicada a Baena-Ituci; un paisaje construido a fuerza de palabras, pero también de silencios. Una tumba o sepultura que se hace biografía, con epitafio incluido. ![]() ![]() ![]()
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| Los blandos abismos de la carne |




| La palabra muda |
Una Nota a la edición aclaratoria y un poema-epílogo final. Dos citas guardan la entrada, como dos esfinges antes de llegar a la sala hipóstila, una de Félix Grande y la otra de Carlos Aurtenetxe, que vinculan e intertextualizan, abrochan y abrazan. Como colofón se nos manifiesta que “Se terminó de imprimir en Kadmosel 19 de enero de 2018, 65 aniversario del autor”. Algunas hojas de cortesía en negro actúan a modo de paréntesis o telón, quizá hasta de premonición, cuatro páginas al comienzo y cuatro para cerrar el libro, como un sudario que cubre una fosa común. Una especie de Tarot lírico cuyo significado primero, el Holocausto, es transcendido o acompañado por lo esotérico y lo cabalístico. No es “La palabra muda” de Jacques Ranciere, sino la de Antonio Enrique, la que nos ocupa. Un libro iconográfico, casi santuario. El propio autor recomienda que sea leído de un tirón, sin interrupciones, quizá porque así su lectura se convierte en una especie de viaje a Auschwitz, reparador y claustrofóbico al mismo tiempo. “La palabra muda” no es una vía muerta que acaba en el desastre, sino una vía salvífica que conduce a la liberación del amor y el recuerdo, hacia el homenaje.






| "Los espejos nocturnos", poesía reunida 1984-2014, de Ángel Antonio Herrera |
Seis títulos conforman la poesía reunida (1984-2014) del reconocido columnista y escritor albaceteño, Ángel Antonio Herrera, bajo el nombre de Los espejos nocturnos. Los acompañan las ilustraciones de José Manuel Ciria, en las que queda plasmada su interpretación personal de la poesía de Herrera.



| Al hilván que traza la luna |



«El amor es un acto de perdón interminable». Peter Ustinov
A mediados del siglo XIX, autores como Gustavo Adolfo Bécquer y Rosalía de Castro brillaron con luz propia al cultivar una mirada nueva que llegó para renovar un gastado panorama romántico. De esta forma, un nuevo Posromanticismo, centrado en el énfasis de lo personal, en la mediada y parcial perspectiva de lo subjetivo y, sobre todo, en trazar la accidentada cartografía de lo íntimo, trató de superar al Romanticismo y al Realismo constituyéndose como una suerte de aleación de ambos.



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