A la autora le ha debido pasar lo mismo porque ha encontrado una sensación de plenitud que quizá antes no tenía. Muchos escritores, al terminar una obra se quedan vacíos, huérfanos, pero Flavia Company se ha sentido al contrario: llena, plena y ya está dispuesta a seguir publicando más libros, en concreto un largo de poema de más de 900 versos.
“Haru” es su novela más íntima, pero también más ambiciosa. En ella retrata la vida de Haru desde que entra en un dojo, escuela de tiro con arco, hasta la vejez. “Tenía ganas de escribir sobre la vida completa de una protagonista. Refleja toda la evolución de un personaje”, confiesa en la entrevista que mantuvimos en la cafetería de un céntrico hotel madrileño, muy cerca del Congreso de los Diputados.
En el dojo, donde transcurre la mitad de la novela, se encuentran ocho estudiantes provenientes de familias desestructuradas y tres maestros. Los números son muy simbólicos, ya que el 8 es el infinito y el 11, el número del maestro perfecto. Pese a eso, esa armonía numérica se rompe cuando tres alumnos se escapan o son expulsados de ese remanso de meditación y así pierden la dirección que tenían y que sus familias no supieron darles.
“El tiro con arco es una metáfora de la vida. Se requiere toda una vida para dominarlo. Es como la literatura. Yo he necesitado treinta y cinco años para dominarlo, para que fuera posible que surgiera esta novela por sí misma”, explica la escritora afincada en Barcelona. Como Haru, que debía fundirse con el arco y las flechas, Flavia ha sabido fundirse con las palabras y la trama de la novela. Ha aprendido a vivir la vida hasta el punto de “que nos viva por nosotros mismos”, apunta.
Para Flavia Company, en la vida nos eligen todo: la ideología, dónde vivimos, de quiénes somos hijos. Pocas decisiones nos toca tomar. De ahí que el libro esté lleno de preguntas, incluso las respuestas son preguntas. Estas preguntas le han llevado a practicar el yoga y la meditación. “Cuando medito, mi capacidad perceptiva es un poco mayor. Abandonas el pensamiento y te centras en la dualidad”, explica con parsimonia.
La meditación le ayuda a planificar la historia. “Antes de escribir ya tengo toda la trama pensada. Como decía Iris Murdoch, ya he acabado la novela, sólo me falta escribirla. Yo hago lo mismo. En este caso es muy importante porque para comprender la novela hay que llegar hasta el final”, expone con convencimiento. Y después habrá una post lectura que clarificará aún más las vicisitudes por las que ha pasado la protagonista.
Flavia Company se define como “una escritora que no cree en la inspiración y sí en el trabajo. Cuando escribo estoy siete horas diarias y muy concentrada, es como una meditación”, detalla y añade “el libro es una muestra de amor por los maestros de la enseñanza”. Y más ahora que estamos equivocando la enseñanza por los saberes enciclopédicos y poco prácticos. “Yo abogo por la unión de civilizaciones. Ahora Oriente y Occidente están enfrentados. Yo propongo en mi libro una forma de ver el mundo distinto a lo que impera”, razona.
De ahí que el nacionalismo le parezca fatal, “todo lo que divide y excluye no me parece interesante para cambiar el mundo, es persistir en los mismos errores una y otra vez”, sostiene. “Me interesa más sumar que restar y no me interesa tanto la identificación por lo propio que siempre es restringido”, detalla.
Se siente orgullosa con la edición del libro. “Tenía casi firmado un contrato con un gran grupo editorial pero al final me decidí por Catedral. Es un libro para tocarse. El papel del interior es supersnowbright de 90 gramos y la cartulina de portada es Modigliani Candido de 260 gramos. Las hojas tienen barbas, es decir que parecen cortadas con abrecartas. Es un tesoro. Además, el diseño, realizado por mi hermana Marina, es sensacional y yo he colaborado con un dibujo”, dice orgullosa. Y la verdad es que la edición es portentosa.
“Este es el libro que yo había soñado y tengo ganas de comunicarlo a todo el mundo”, comenta convencida. “Escribiéndolo veo la vida de otra manera, hasta tal punto que al terminarlo me entró una llorera monumental”, confiesa y añade “he escrito un espacio para vivir, para seguir avanzando. He creado el hogar en el que vivo”.
Para la autora de “Haru”, el libro es una propuesta de vida donde la palabra es lo más importante. Si no conocemos las palabras de nuestro lenguaje estamos perdidos y hoy los jóvenes no las conocen como deberían. Y esas palabras, en su opinión, tienen la fuerza para comunicar, por eso concluye diciendo: “En la sencillez está la comunicación”. El resto es puro artificio.
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