En el acto intervendrán José Pedro Pérez-Llorca, presidente del Patronato del Museo del Prado; Roberta Lajous, embajadora de México; José Manuel Guerrero Acosta, subdirector del Instituto de Historia y Cultura Militar, y la escritora Carmen Posadas.
Cuando España declaró en 1779 la guerra contra Gran Bretaña para ayudar a los Estados Unidos a ganar su independencia, el rey Carlos III le encomendó a Bernardo de Gálvez la difícil misión de recuperar las fortalezas de los ingleses en el Golfo de México, de las que la más importante y mejor defendida era la plaza de Pensacola. Pero cuando Gálvez consiguió desembarcar sus tropas en las inmediaciones de esa plaza, el comandante de la flota, el capitán Calvo de Irazábal, se negó a que sus buques entrasen en la bahía por temor al fuego de las baterías inglesas. Decidido a jugarse el todo por el todo, Gálvez le mandó al capitán Calvo este mensaje: Una bala de cañón de a treinta y dos recogida en el campamento, que conduzco y presento, es de las que reparte el fuerte de la entrada. El que tenga honor y valor que me siga. Yo voy por delante con el Galveztown para quitarle el miedo.
Gálvez cruzó en solitario a bordo de un pequeño bergantín bajo el fuego de artillería que defendía la plaza, a la que consiguió rendir. La toma de Pensacola, y de otras plazas fuertes de los ingleses en el Golfo de México, en el río Misisipi y en la Florida constituyó una contribución decisiva de España a la guerra de independencia de los Estados Unidos, que también estuvieron apoyados por Francia en la guerra contra Inglaterra. Pero mientras que la ayuda francesa es bien conocida en Estados Unidos, donde el marqués de Lafayette es un héroe nacional, las victorias de Bernardo de Gálvez que ayudaron decisivamente a la victoria final apenas han sido reconocidas hasta que, tan sólo el año pasado, el Congreso nombró al militar malagueño ciudadano honorario de los Estados Unidos, honor que ya había sido concedido a Lafayette.
Eduardo Garrigues, tras iniciar su carrera literaria ganando el premio Café Gijón de novela corta (1961) y el Premio Pío Baroja de cuentos (1971), ha conseguido combinar su vocación de escritor con la carrera diplomática, como consejero en la misión de España en la Naciones Unidas, consejero cultural y director del Instituto de España en Londres, director general de la Casa de América y embajador en varios países de África y Europa. En este libro publicado por La Esfera, el autor novela la gesta de Bernardo de Gálvez sobre una rigurosa base documental, adquirida en sus contactos con algunos de los más prestigiosos historiadores del momento y en sus investigaciones recientes en los archivos de España, Estados Unidos, México y Cuba, aportando datos inéditos. El que tenga valor que me siga describe el complejo proceso que llevó a la independencia de los Estados Unidos, que responde no solo a intereses políticos contradictorios, sino a intrigas diplomáticas y redes de espionaje que por primera vez aparecen a la luz, así que el autor reta: «el que tenga valor, que lo lea».
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