“La fuente de oro” es la tercera novela que publica en el grupo Planeta. “Es un libro de encargo”, como reconoce el autor y apostilla “en Espasa llevaban dos años buscando algún escritor que escribiese un libro sobre las bodegas jerezanas hasta que me lo propusieron. No me lo pensé mucho y decidí escribirlo. Acepté el reto”. Lo cual ha sido todo un acierto ya que la novela tiene mucho de obras clásicas e, incluso, de serie de televisión como “Downton Abbey” o “Arriba y abajo”.
Juan Pedro Cosano es un escritor rápido, ha tardado poco más de tres meses en escribir el libro, con correcciones incluidas, ya que a la editorial no le gustó el final que había propuesto y tuvo que cambiarlo por otro que les encantó. La rapidez con la que escribe quizá se deba a su práctica jurídica, aunque afirma con sentido del humor que “el lenguaje jurídico es un atentado contra el idioma y hay sentencias que apenas se entienden”.
“Llevo toda la vida escribiendo, primero autoeditándome y desde que gané el premio en las editoriales de Planeta”, recuerda con un ligero acento jerezano. Para escribir “La fuente de oro” tuvo que documentarse, sobre todo en la prensa de la época, leyendo muchas crónicas sociales, de sucesos e incluso cartas de restaurantes para saber cómo comían. “Me lo pasé genial haciéndolo”, reconoce. Pero también al vivir toda la vida en Jerez conocía a la perfección su idiosincrasia, ya que regenta el bufete más prestigioso de la ciudad.
“En los tres meses que duró la escritura estaba auténticamente obsesionado con la novela”, desvela en la charla que tuvimos en la cafetería de un conocido hotel madrileño enfrente del viejo Casino Militar de la ciudad, uno de los escenarios de sus páginas. La novela cuenta las intrigas empresariales y políticas de la ciudad y del país en una época muy revuelta. Comienza en la dictadura de Primo de Rivera y termina a comienzos de la posguerra; trata una bonita historia de amor con protagonistas de diferentes clases sociales. “Nunca había escrito una historia de amor”, reconoce, pero le ha querido dar un toque diferente.
“Fue una época muy difícil, con grandes personajes que se han hecho de menos, baste leer los discursos de los políticos de la época para ver su valía. Si los comparásemos con los de los actuales, la comparación sería nefasta para los actuales”, señala sin asomo de dudas, y eso que hizo sus pinitos como concejal en su tierra. No ha querido hablar de buenos o malos, ni de vencedores y vencidos, ha querido hablar de personas tanto de un lado como del otro en una época sobrecogedora.
La novela tiene tres tramas que van confluyendo en su desarrollo. “Me gusta mucho que las novelas no sean lineales”, dice convencido. Y le gusta dar a sus personajes un tono de verosimilitud, hasta tal punto que los bodegueros, la familia Beaumont, parecen auténticamente reales y nadie diría que han salido de la pluma del escritor jerezano. A los personajes de la novela no ha hecho falta construirlos porque son arquetípicos de aquella tierra.
“El señorito jerezano de ese tiempo es auténticamente real aunque tengo que reconocer que se han ido conformando a sí mismos según las circunstancias de la novela”, explica pausadamente pero con pasión. Nos confiesa que la descripción física del protagonista Beltrán de la Cueva la ha sacado del cantante y presentador televisivo Bertín Osborne. “Un empresario sagaz que es más humano de lo que puede parecer a primera vista. Que no tiene una maldad absoluta pero que vive la vida o más que vivirla se la bebe”, describe Juan Pedro Cosano.
La novela refleja la vida cotidiana de la época, sólo que el amor rompe esa cotidianidad cuando se enamoran dos personas de diferente extracción social. Beltrán conoce a Lele Gavilán, de familia humilde, y se enamora, la diferencia de clase impide una relación formal, no así una oculta, “pasa a ser lo que en Andalucía llamamos una mantenida, hasta que ocurre un hecho traumático”, expone el autor.
Muchos de los acontecimientos que narra fueron reales. Por ejemplo, recuerda que con el advenimiento de la República muchos bodegueros se llevaron su dinero al extranjero y cuando se produjo el inicio de la Guerra Civil, otros tantos huyeron a refugiarse a Gibraltar. Estos bodegueros financiaron al partido derechista de Acción Católica. “Todos estos datos me sorprendieron cuando me encontré con ellos”, comenta.
Si tuviera que quedarse con un personaje de su novela, lo haría con Juana Fuentes, la madre de Lele, pero también hay otros personajes secundarios que le han subyugado, como el comisario Andrade, Isabelino Ruiz o Antonio Barea, un anarquista de una ternura inmensa. Es también una novela coral con muchos personajes que se van entrecruzando en el tiempo y, por supuesto, con un final contundente y sorpresivo donde se hace una elección que hace que la novela sea redonda.
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