El libro presentado hoy es el segundo de una saga de cuatro novelas donde los asesinos se insertan en el mundo de la gastronomía, del vino y de la alta cocina. Algo parecido a lo que le pasa al autor, ya que es el director del departamento de innovación del Restaurante Arzak de San Sebastián y escritor de toda la vida. “Mi vida siempre ha sido escribir”, reconoce y añade “yo entro a trabajar en el restaurante a las diez de la mañana, así que empleo de 7 a 10 para escribir mis libros. Y raro ha de ser que en un día no escriba 1.500 palabras, bueno, algunas veces me atasco.
Su primer pinito en esto de la escritura fue en el año 1986 cuando escribió “Principios básicos de la repostería”, un libro ilustrado de recetas de postres. “Hasta entonces, tenía una espinita clavada para escribir un libro”, reconoce, pero aquello se quedaba más en un libro de fotografías que en un libro literario; de aquel libro que publicó una editorial sevillana pasó a Everest, hasta que un día se le ocurrió la idea de matar a una persona en los fogones. “Creía que sería un relato corto, pero empecé a escribir y aquello se fue a las 400 páginas”, cuenta con sentido del humor.
“Con mis personajes me siento perfectamente. No necesito documentarme de casi nada porque es mi vida la cocina, además tengo un amigo ertzaintza y un familiar médico que tiro de ellos cuando tengo que ajustar algún asesinato”, vuelve a expresarse con sentido del humor. Una de sus características.
Reconoce que la novela negra nórdica no es su favorita. “Siempre me han gustado los relatos de terror”, recuerda. Sobre los escritores nórdicos piensa que sus tramas están muy bien pero que son muy fríos, sin sentimientos. “Hacen el amor como lo podría hacer a un ordenador. A mí lo que me interesa, como a todo el mundo, son los sentimientos”, explica con precisión.
En el mundo gastronómico tiene su contrapunto en el mundo de las bodegas; en “El bouquet del miedo”, las bodegas están muy presentes, ya que la novela transcurre en la población alavesa de Laguardia. “El vino es la bebida por excelencia. En Arzak tenemos un vino bordelés que cuesta, la botella, 6.500 euros”, apunta. Demasiado bouquet para que alguien no sienta vértigo.
Las cuatro novelas que tiene previsto publicar, -ya tiene terminada la tercera y a la cuarta le queda la conclusión-, están protagonizadas por el mismo personaje, el subcomisario de la policía autónoma Vicente Parra. Sí, el mismo nombre del actor; pero no es un homenaje a él, sino a un amigo al que le gusta dicho actor.
Reconoce que sus personajes, en alguna ocasión, se le escapan de las manos. “A veces van a su bola y poco a poco se van definiendo”, sostiene. Con eso cree que la imaginación es muy importante para escribir y para todo en la vida. “Hay que fomentar la imaginación y hacer que la gente lea, lo cual es muy difícil”, afirma, pero, sobre todo, tiene que divertir.
Le encantaría que sus novelas se adaptasen en películas. “Las series no me gustan, no termino de engancharme a ellas. Soy más de películas”, asevera el escritor donostiarra. Para protagonizar a Vicente Parra ya tiene un candidato. “El de los yogures, sí, José Coronado”, indica Xabier Gutiérrez.
La novela transcurre en el año 2018, un futuro demasiado cercano que le ha permitido licencias como crear una cosecha de calidad. El siguiente volumen tratará sobre los críticos culinarios, así que ya podemos ir haciendo cábalas sobre a qué crítica matará y terminará con el mundo del catering. El futuro se mueve por ahí. Por eso concluye con su deseo de humanizar los objetos que nos rodean. Esperemos que la cocina de catering no sea un vulgar objeto.
Puedes comprar el libro en: