Acaba de estallar la Guerra Civil y Pascual Duarte espera en su celda a que le llegue la hora. Condenado a muerte por asesinato, pasa los días llenando un fajo de cuartillas con los hechos de su vida. Se crió en Torremejía (Extremadura), en un entorno rural implacable con los débiles y habitado por marginados de aquellos que «sufren del sol violento de la llanura y arrugan el ceño como las alimañas por defenderse». En esos garabatos que escribe en la cárcel, Pascual cuenta cómo, muy pronto, aprendió a alimentar la semilla de la crueldad, y también cómo luchó para no dejarse arrastrar por un destino que ya desde su infancia se perfilaba violento.
Con un estilo naíf a veces, poético otras y a menudo descarnado, Camilo José Cela construyó el personaje con el que se dio a conocer como narrador. Irreverente, polémico y brillante, Cela ocupó durante 45 años el sillón Q de la Real Academia Española de la Lengua y fue galardonado con el Premio Príncipe de Asturias de las Letras (1987), el Premio Cervantes (1995) y, por supuesto, el Nobel (1989). El jurado de este último destacó la «visión provocadora del desamparo de todo ser humano» presente en toda la producción del autor; una visión que empapa La familia de Pascual Duarte, donde Cela cuenta magistralmente la desgarradora historia de un alma a la intemperie.
«Yo, señor, no soy malo, aunque no me faltarían motivos para serlo. Los mismos cueros tenemos todos los mortales al nacer y sin embargo, cuando vamos creciendo, el destino se complace en variarnos como si fuésemos de cera y en destinarnos por sendas diferentes al mismo fin: la muerte. Hay hombres a quienes se les ordena marchar por el camino de las flores, y hombres a quienes se les manda tirar por el camino de los cardos y de las chumberas.»
Puedes comprar el libro en: