Amy y Nick forman un joven y prometedor matrimonio americano que reside en Nueva York. La crisis de las sub-primes deja a muchas publicaciones prácticamente en la ruina y los despidos se convierten en algo habitual. A los dos les llega ese momento en el que tienen que abandonar sus sendas empresas periodísticas y ya en el paro se deciden regresar al pueblo natal de Nick, Carhage, en el estado de Misuri en el centro del país, para cuidar a sus dos padres enfermos.
El llegar allí, se puede decir literalmente, que les cambia la vida. Han de enfrentarse a otro tipo, a otro modo de vida que les hará cambiar hasta su forma de ser, sobre todo a Nick que con el dinero de la asombrosa Amy monta un bar para poder subsistir ya que sus antiguas profesiones parecen ya olvidadas.
Hay una fina línea que separa el thriller de la novela negra. “Perdida” se mueve sobre esa línea. Yo me decantaría porque es más una novela negra intimista que nos enseña cómo es el profundo interior estadounidense pero, también, cómo son las personas que allí viven. Personas que han padecido la influencia de Mark Twain y hasta cierto punto, viven al borde de lo que el escritor narró en muchas de sus novelas, sobre todo en Las aventuras de Tom Sawyer y su continuación.
“Perdida” tiene dos hilos narrativos totalmente diferenciados en las tres partes del libro. Por una parte tenemos la narración en primera persona de Nick Dunne, un protagonista que pretende pasar por inocente pero que hace todo lo posible, probablemente, inconscientemente para no parecerlo. El otro hilo narrativo es, primero, el diario de Amy Elliott Dunne y, a partir de la segunda parte de la narración, también en primera persona de ella misma.
Gillian Flynn juega con maestría con el tiempo y con el hilo narrativo. Según se va desarrollando la narración de Nick, la va alternando, en la primera parte, con el diario de la asombrosa Amy, que comienza años antes de su desaparición en su casa en el quinto aniversario de boda de la pareja. En la segunda parte, y una vez terminado el diario, Amy comienza a narrar los hechos de su desaparición. Las dos líneas temporales llegan a confluir y vemos en las segunda y tercera parte, las dos formas que tienen los narradores de ver un mismo hecho.
Aunque el título “Perdida” nos da una clara pista de lo que va a ocurrir en la novela, lo que no intuimos son las motivaciones de ambos narradores en sus vidas. La novela da continuos giros, como si de un thriller se tratase, en repetidas ocasiones y siempre en perjuicio de Nick, que poco a poco se va sintiendo más acorralado y desasosegado. Mientras, Amy siempre parece tener el control de la situación, aún en el peor momento.
La novela nos hace reflexionar sobre la crisis económica, el cambio de trabajo, el matrimonio y la infidelidad. Y, por supuesto, por qué se llega a esas situaciones. Los medios de comunicación no salen bien parados en la historia, al igual que la policía. Tampoco salen bien parados los protagonistas, sobre todo, Amy. Pero vemos claramente que el cinismo de las situaciones y de la sociedad prevalece sobre la buena voluntad y la verdad. La manipulación, tanto de acontecimientos como psicológica, son dos de los temas fundamentales de una novela que está llamada a convertirse en un clásico del género negro.
Estamos pues, ante una de las mejores novelas negras del año. Una novela que no sólo tiene un ritmo trepidante, sino que entre pausa y pausa nos hace pensar sobre la sociedad en la que vivimos. Quizá, como dice el título de la novela, esta sociedad esté un poco perdida.
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