La obra tiene un deber moral de contribuir a la verdad, en palabras del autor. Y ese deber moral se siente en todo el texto, ya que cuenta episodios y prácticas contables que no dejan bien parado al autor, pero los cuenta como si descargase su conciencia ante un confesor. Por eso se nota que es un libro sincero y desgarrador, donde Conde se desnuda ante los lectores para que le comprendamos y le conozcamos como el realmente es o, por lo menos, como él cree que es, alejado de una visión que han dado de él diversos medios de comunicación.
Sus relaciones con el Rey y con su padre, don Juan, la trama del grupo Prisa para comprar a bajo precio al gobierno las acciones que les faltaban para controlar al 100% la cadena Ser, su gestión al frente de las farmacéuticas, arriba citadas, su gestión de Banesto y las añagazas que los políticos del Sistema hicieron para intervenir el banco, cuando según los entendidos no estaba peor que los otros grandes bancos del país, son los ejes principales del libro, que más que unas memorias parecen las crónicas de esos sucesos contadas en primera persona.
Y hay aquí una dicotomía muy interesante en el narrador, en este caso cronista, ya que afronta la obra desde dos perspectivas según la circunstancia en que se viven los hechos. La primera es una perspectiva intencional: Conde está inmerso en la acción que se desarrolla, siendo él el protagonista y va desvelando los entresijos de lo que ocurrió, pero hay una segunda y es una perspectiva casual: el protagonista se encuentra de golpe con unos hechos que le ha tocado vivir sin tener elección de escapar, le vienen encima unos acontecimientos imprevisibles. Ha necesitado más de quince años para afrontarlos en una crónica objetiva.
Sus memorias se mueven pues en estos dos frentes. Uno, el relato pormenorizado de los acontecimientos y otro, lo que él piensa sobre esos sucesos y sobre las personas que los protagonizan. La narración es lineal en el tiempo, aunque a veces, al comienzo de algunos capítulos comienza con sus impresiones actuales, de un pasado muy reciente, primer semestre del año 2010.
Por sus memorias deambulan muchas personalidades, desde la Casa Real hasta los políticos más relevantes, tanto en el poder como en la oposición; desde banqueros a magnates de la prensa, Polanco o Godó; desde empresarios hasta abogados o jueces y todos ellos,personas de relevancia en la vida social española. A estos personajes los describe físicamente, dando trazos ágiles y concisos, pero también intelectual o moralmente. Impresiones personales donde algunos quedan bien y otros quedan francamente mal.
También se describe él mismo, su educación, influida por las creencias de su padre, en las aulas de las monjas doroteas, primero, y en las de los hermanos Maristas, después. Su gusto por la Edad Media: le hubiese gustado participar en las Cruzadas o en la construcción de las catedrales góticas que se levantaron en aquella época por toda Europa o por el pensamiento oriental, sobre todo del Tao, que tiene mucho de su gusto por lo esotérico y oculto, de ahí su coqueteo con los masones, representados por el abogado Rafael Pérez Escolar e incentivado por Juan Abelló.
Estamos pues ante una obra que trasciende las simples memorias, que trasciende la crónica de una época, la del pelotazo, que él vivió y padeció en primera persona y que es de lectura obligada para quien quiera conocer y valorar unos acontecimientos que sucedieron muy deprisa en el marasmo de la corrupción de Estado que se padeció en España a mediados de los años noventa. Y estamos ante la crónica de una persona que cree en las conductas y no en los hombres y que cree sinceramente que fue víctima de una operación por parte de unos políticos mediocres que temían su desembarco en la política.
Su trayectoria vital, que diseñaba en su interior aquellos años, consistía en penetrar de la manera más exitosa posible en el luctuoso mundo de la política y esa es su gran asignatura pendiente. Creo que Mario Conde en algún momento no muy lejano dará un paso y comenzará una carrera política exitosa, porque como él refleja en el libro, “las encuestas evidencian que los políticos y sus partidos son un problema. Una cosa es desprestigio y otra, que te consideren un problema”.
Mario Conde ha presentado recientemente su Fundación Civil, cuyo germen estaba en su discurso “Sociedad civil y poder político” de junio de 1993, que rememora en el libro. Algo se está oliendo este empresario que se ha convertido en poco tiempo en una figura mediática exitosa en Intereconomía y que lleva dos meses en los puestos más altos de las listas de venta de libros. Con el libro pretende lavar su imagen y demostrar que con él se cometió un grandísimo atropello. Como refleja en sus memorias, Amando de Miguel realizó un estudio donde los españoles le absolvían de toda culpa y creían que fue víctima de un complot político.
El crédito de Mario Conde está ahora por las nubes, nadie ha osado contradecir lo que él ha escrito, y está demostrando, pasito a pasito, que lo que hicieron con él fue una injusticia. Su libro viene a confirmarlo, su portentosa memoria ha sido el baluarte donde se ha cimentado un texto en el que lo ha contado casi todo. Estoy seguro de que, como buen gallego, se ha dejado algunos ases en la manga. Poco a poco lo iremos sabiendo.
Críticas literarias
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