Y aunque la escritora ha confesado sentir cierta “aprensión a exponer su vida”, el libro está plagado de sentimientos, de ilusiones, de su vida diaria, de la dificultad para relacionarse y para recorrer esa ciudad de permanentes escaleras heladas y sobretodo de la soledad inmensa de esas noches de insomnio en Nueva York.
En cuanto a Nueva York la escritora ha explicado que cuando vas como turista es una ciudad embaucadora, “como una música que reconoces en cada esquina y te parece maravillosa”. Pero cuando vives allí “te va poniendo palos en las ruedas continuamente”. Es “una ciudad cutre, que se estropea con facilidad pero que también vibra y no deja de ser bella incluso en la desolación”. ”Nueva York es una ciudad hecha para gente muy fuerte: un ejército de resistentes. Sus habitantes están educados para resistir y tienen un entrenamiento desde que son niños”.
La escritora también ha reflexionado sobre la clase media que es la que mantiene una urbe como Nueva York. “La diferencia entre los muy ricos y la gente pobre llega a extremos insoportables mientras que la clase media tiende a sobrevivir”. “Las diferencias entre ricos y pobres se han acentuado, la mendicidad ha aumentado y la clase media sobrevive como puede”. “Ves cómo va envejeciendo la ciudad, la falta de mantenimiento público, la falta de asistencia social para los habitantes”, explica Elvira Lindo.
La autora explica cómo a los españoles nos cuesta llevar este tipo de vida y “amamos más nuestro país cuando estamos fuera” “La gente echa de menos el modo de vida mediterráneo por el clima, las relaciones humanas y la protección que tenemos”.
En cuanto las fotografías del libro que son de la propia autora Elvira ha explicado que “había tomado más de 2.000 fotografías durante los últimos años y no quería hacer ningún alarde fotográfico sino que el libro tuviese el sabor para recordar, para guardar ese testimonio del invierno en la ciudad, que expresa cómo me sentía en esos días”.
La escritora también ha explicado como en esas noches seguía a través del ordenador la actualidad española y, en los últimos años, veía cómo crecían “día a día la tensión y la rabia”. “España ha cambiado y la crisis económica ha minado muchas cosas y ha aumentado la tensión. Creo que hemos perdido el sentido del humor”. “Los artículos, que escribía hace once años “sin prejuicios y con mucho humor” ya no tienen cabida. Ahora es un país más tenso quizá debido a la crisis, “todo el mundo juzga” cualquier cosa que se diga y “hay que pensárselo dos veces”. “Hay que relajar un poco el discurso público”, concluye la autora.
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