Para Joaquín Estefanía estamos en lo que él denomina la Gran Recesión, “no es tan profunda como lo fue la crisis del 29, pero sí más larga”, opina. Esta crisis producida por las subprimes, la burbuja inmobiliaria y por lo que algunos han denominado “que se ha vivido por encima de nuestras posibilidades”, “lo que creo que no es verdad”, puntualiza, lleva camino de prolongarse más de una década. Incluso algunos auguran que la economía ya no volverá a ser la misma.
“La crisis nos ha hecho más pobres, más desiguales, más precarios, menos protegidos, más desconfiados y menos demócratas”, sostiene y añade: “cuando hace ocho años estalló la crisis, la respuesta de los gobiernos, azuzados por el Fondo Monetario Internacional (FMI) fue aprobar una reformar laboral que deja a los trabajadores más indefensos, sobre todo a una cuarta parte de la población que se acoge a los nuevos contratos”, analiza con precisión.
En su opinión, estas nuevas políticas, sobre todo europeas, están basadas en los recortes al estado del bienestar. “Se ha rebajado un 6% el gasto sanitario, lo cual supone que enfermedades como el Alzheimer, con el aumento que va a sufrir y nadie prevé, no se van a tratar de manera adecuada, lo cual hará que sea un problema estructural de difícil solución”, preconiza.
“En Estos años bárbaros no he querido hacer política cortoplacista sino reflejar un panorama que es común a todos los países del sur de Europa”, sostiene. Según los últimos datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), en España hay 4,8 millones de parados y un 22% de la población está en riesgo de pobreza. “Esto es lo que nos separa y nos hace diferentes del resto de Europa”, apunta.
Sin embargo, un análisis lúcido de estos parámetros no se está haciendo en los medios de comunicación. “Hay que combatir estos silencios sociales. Que se conozcan los problemas que actualmente tenemos. Se está tendiendo hacia una compartimentación. Vivimos en una sociedad cada día más dual, donde los ricos son más ricos y los pobres más pobres”, mantiene en la conversación que hemos mantenido en la sede de la empresa Disueño Comunicación, encargada de la comunicación de la editorial Galaxia Gutenberg.
El periodismo tiene que ayudar en la difusión de conocer los problemas reales. “Nosotros hemos ejercido un periodismo de la oferta, publicábamos lo que creíamos debía interesar, ahora hemos pasado a un periodismo de la demanda, que refleja lo que está pasando en la sociedad”, considera. Y mucha de la gran culpa de esto lo tiene el periodismo digital. “Estamos viviendo una tormenta perfecta, una revolución tecnológica que todavía no sabemos a dónde nos va a llevar. Pese a eso hay que tener en cuenta que los ciudadanos se siguen informando por la televisión, por la radio, por la prensa escrita y, en último lugar, por Internet”, estima.
Muchos periodistas no entienden bien este fenómeno y así hemos visto cómo Miguel Ángel Aguilar ha sido despedido fulminantemente de El País por criticar a su empresa. “Yo he llegado a un acuerdo con ellos que cuando no estoy de acuerdo con algo, decírselo a ellos y no acudir a otros medios de comunicación”, asevera el periodista.
Si la crisis económica va para largo, quizá sea la culpa de la austeridad “expansiva” que nos ha venido impuesta por la Comunidad Europea. “En los años setenta la austeridad era un término progresista. Ahora nos han impuesto una austeridad obligatoria y nos dicen que limitando el gasto social creceríamos más. Y no ha funcionado, sino todo lo contrario, porque está mal repartido ese gasto, hasta el FMI se ha dado cuenta de que se han pasado con la dosis que nos habían recetado y lo que realmente hay que hacer es una redistribución a la inversa. De momento no han sido capaces de proponer un sistema alternativo”, formula.
¿Quiénes son los responsables de la crisis que vivimos? Es la pregunta del millón y que no podemos pasar sin hacérsela. “Los primeros responsables son los golfos apandadores que han creado las preferentes y se han beneficiado de múltiples chanchullos. Los segundos son los políticos y los órganos reguladores, que han permitido estos desmanes y los terceros son las ideas que han permitido que esto ocurriese. Los que promulgaban que lo mejor es la auto regulación o el sistema liberal”, valora.
El último punto, las ideas, es casi el principal, porque en su opinión “nadie está pensando en arreglar esto”. “Con el libro no pretendo dar soluciones pero sí que sepamos ver que el modelo que estamos viviendo no conduce a solucionar esta crisis”, expone y agrega “en los años treinta, gracias a Keynes, entre otros, se teorizó sobre cómo debía funcionar el mundo, ahora no”.
Se está perdiendo mucho tiempo para solucionar la crisis, “lo mismo ocurre con el tema de la educación. Hay que tener en cuenta que de las posibles soluciones que se propugnen ahora no se verán los resultados hasta dentro de 20 ó 30 años”, expresa. Y lo mismo vale para la economía, como para la educación. Pero lo que sí quiere dejar bien claro es que además de planificar a largo plazo, “hay que planificar, también, a corto plazo, para llegar a esos nuevos tiempos en buena situación”.
Para Joaquín Estefanía, su libro “no quería que fuese sobre economía, sino sobre la calidad de la democracia como problema. La gente se ha hecho muy desconfiada y, en cierto sentido, ha dicho basta. De ahí la proliferación de nuevos partidos, que algunos han denominado como la 5ª columna de la democracia, muchos de ellos de ideas de extrema derecha o populistas”, manifiesta.
“Se están buscando nuevas fórmulas y estos nuevos partidos han puesto una mecha en los partidos tradicionales. Por ejemplo, el bipartidismo en España, que sus votantes representaban el 80%, puede quedar en un 50% en las próximas elecciones debido a que los votantes se han vuelto muy desconfiados respecto a que la democracia no arregle sus problemas”, formula con seguridad y, por descontado, que los mercados, bien sea el de trabajo o el económico no funcionan.
Joaquín Estefanía ha conseguido hacer un brillante repaso de los últimos años de crisis. La solución, probablemente, será peliaguda, pero él se muestra optimista. Ha querido exponer en su libro que se necesitan ideas para solucionar las crisis y esas ideas salen de debates o libros como éste, que no dan soluciones, pero que nos hacen pensar sobre el problema que nos acucia. “Yo soy un divulgador, mi libro no es de datos, es de ideas”, concluye. En nuestro país faltan divulgadores como él, algo que en las sociedades anglosajonas vemos asiduamente con envidia.
Para terminar no podían faltar unas palabras sobre Cataluña. “Económicamente podrían sobrevivir por sí mismos, pocas comunidades españolas lo podrían hacer, pero sinceramente, no creo que puedan independizarse. ¿Quién pagaría las pensiones?”, considera. Y otras muchas cosas como si sería un país europeo o se quedaría al margen. Como él preconiza, se necesitan ideas y debate, mucho debate.
Puedes comprar el libro en: