Instantes después de la entrega del premio, tuvimos la oportunidad de entrevistarle en lo más recóndito de las Bodegas Solar de Samaniego, con un olor a buen vino que se impregnaba en nuestra nariz. “Una bodega es igual que una biblioteca, reina el silencio”, afirma el escritor zaragozano nada más comenzar la entrevista, especialista en hacerse con premios de estas tierras. El anterior que consiguió fue el Premio Novela de Logroño; está claro que se le da bien todo lo que tiene que ver con el Rioja.
Le preguntamos por qué hay tantos periodistas como él, que se pasan a la novela; responde: “el periodista tiene muchos conocimientos sobre la actualidad, de ahí que termine convirtiéndose en escritor. En España la mejor literatura se hace por periodistas”, opina y cita los nombres de Raúl del Pozo, Salvador Sostres y Arcadi Espada. El periodismo es una gran escuela y el periodismo radiofónico, más. “En la radio tenemos que tener mucho cuidado con los subjuntivos, con las frases compuestas y con la ironía”, comenta con una sonrisa.
El protagonista de su novela es un septuagenario que parece que ha estado relacionado con todos los acontecimientos que han sucedido de cierta importancia en la Transición. “Hay que tener en cuenta que en este periodo hubo cuatro intentos de golpe de Estado. El de la Operación Galaxia, el 23-F, el de los coroneles en el 82 que se gestó en el domicilio del coronel Luis Muñoz Gutiérrez y el que se preparó en el 85 el día de las Fuerzas Armadas, donde pudieron matar al rey y al presidente del gobierno Felipe González, entre otros”, explica de primera mano el novelista.
De algunos de ellos, como el último, se sabe muy poco. “Tanto Felipe González como Narcís Serra, a la sazón ministro de Defensa, se dieron cuenta de que, si se llegaba hasta el fondo del complot hubiera habido que procesar a una cuarta parte de los oficiales del ejército español”, analiza Luis del Val, que en esta ocasión lleva un corbatín de color verde. Además, hay que tener en cuenta que en aquellos años la violencia terrorista se había cobrado casi mil asesinatos.
Para Luis del Val, “la Transición se hizo como se pudo y no se hizo mal. La salida de una dictadura a una democracia suele ser traumática. ETA presionó lo que pudo para volver a la Dictadura, donde se sentían cómodos. Hubo meses en que cada semana había un atentado con uno o tres asesinatos. Rodolfo Martín Villa llevaba en el bolsillo de la chaqueta del traje una corbata negra por si, de repente, tenía que salir a una ciudad a dar el pésame a la viuda de un policía o de un guardia civil”, recuerda.
El libro está enfocado hacia las personas que no vivieron aquellos años de plomo y sangre, “que se creen que nuestra democracia salió gratis y que la Transición fue un premio en una tómbola. Fue una mezcla de talento y de generosidad, donde todos dieron algo, y un puñado inolvidable dio la vida. Naturalmente no es perfecta, porque los hombres aspiramos siempre a la perfección y muy rara vez la conseguimos”, refiere con rotundidad.
Por eso cuando se le dice que si sería conveniente reformar la Constitución, afirma con rotundidad que “es una frivolidad inquietante. Vivimos una etapa muy frívola y porque un profesor de universidad sin prestigio y sin experiencia nos diga que hay que reformarla, no se debe de hacer”, asevera con un tono de enfado en referencia a un político que luce coleta.
“No estamos acostumbrados a leer ensayo, vivimos una civilización del zapping que no mantenemos la atención mucho tiempo. Dense cuenta de que cuando leemos un libro solemos estar una media de hora y media, si lo leemos en un dispositivo electrónico ese tiempo baja a los 35 minutos”, explica y concluye “por eso he querido hacer un libro que no aburra al lector”. Y claro que lo consigue, porque su lectura es muy rápida y entretenida, igual que la entrevista y, por supuesto, no han tenido nada que ver los efluvios que emanan la Bodegas Solar de Samaniego, aunque hay que reconocer que su lectura gana con una copa de Rioja en la mano. Maridaje perfecto que, como dice el slogan de la bodega, “beber entre líneas”, se realza con esa cosecha excelente de Olvidada 2012.
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