Adimi es capaz de retratar los problemas sociales de Argelia sutilmente, sin que el lector se impaciente, sino todo al contrario: quedándose perplejo de la armonía literaria que adquiere a cada página las historias de estos seis personajes. Nueve voces que se entrecruzan para formar un relato espléndido, lleno de contrastes dentro de la misma ciudad, pero con siempre una base común: el miedo a los pensamientos ajenos sobre uno mismo. El miedo de Adel, el primero que narra sus temores, no es hacia los demás, sino de lo que puede provocar que los demás piensen en él. Como en el caso de su madre y su hermana, que casi no le dirigen la palabra. O la de sus propios pensamientos, que no le dejan dormir noche tras noche y que acaban por dejarle exhausto mentalmente.
Todos sus vecinos hablan de Adel y de su hermana Yasmine. Ambos poseen una belleza física extraordinaria, aunque su personalidad, intrínseca, misteriosa y tímida, no les acompaña. Adel y Yasmine fueron inseparables de pequeños, pero ahora apenas entrecruzan sus miradas. Los secretos entre ellos son demasiados para poder volver a dirigirse la palabra. El mundo exterior más cercano no es mucho mejor: la obsesión por una vida mejor en Europa llena de lujos cautiva la mente de muchos argelinos, pero las tradiciones culturales siguen arraigadas en sus mentes. La modernidad ha llegado hace ya décadas y se intuye por todas partes, como en las telenovelas que ve la madre de Adel y Yasmine, que no entiende a sus tres hijos. Sarah, la mayor, se ahoga en un matrimonio compartido con Hamza, que se ha vuelto loco y ya no se vale por sí mismo. Para escapar de ello, se concentra casi exclusivamente en pintar cuadros –y si le faltan lienzos, usa las paredes de su propia habitación. La pequeña Mouna, hija de Hamza y Sarah, crece con una mentalidad despierta y con ganas de hacer cosas por sí misma. Se cree diferente de todas sus compañeras de escuela, aunque su principal objetivo en la vida sea casarse. Tarek, su vecino y amigo, está preocupado por su imagen y se mira cada día al espejo porque, a pesar de su tierna edad, ya tiene canas y cree que eso puede no gustarle a Mouna. Entretanto, Hadj Youssef pretende creerse la idea de la búsqueda de la perfecta belleza sobornando a jóvenes universitarias con apuros económicos para meterles mano. Y Kamel, conocido de Adel, sueña con viajar hasta Europa y poder disfrutar de la vida occidental sin preocupaciones.
La narración, la verdadera protagonista literaria de El reverso de los demás, permite entrever las preocupaciones de toda una comunidad preocupada por prosperar a pasos de gigante y poder renunciar a los complejos y “el qué dirán” al que todo el mundo debe someterse cuando vive, precisamente, en comunidad. Adimi capta la realidad de parte de la sociedad árabe y la embellece con toques dulces como las cafeterías bohemias, las bailarinas de una niña o las pinturas armónicas de una madre soñadora.
Puedes comprar el libro en: