César, un ejecutivo de Madrid que trabaja para una poderosa empresa multinacional, recibe el encargo de reflotar la sucursal de Barcelona, una oficina que parece maldita tras el despido de una empleada que enloqueció y tuvo que ser encerrada en un manicomio. A través del mundo de las altas finanzas y de la empresa al que pertenece este personaje, el autor radiografía el capitalismo despiadado y el papel que desempeñan los ciudadanos en un engranaje que los aplasta.
Sánchez ha tomado el título de un verso de César Vallejo. Y el resto, de su experiencia. Él mismo matizó que hay una obsesión por rentabilizarlo todo, ya que el dinero está afectando la realidad, a todo lo que nos rodea. Por ello, en este texto el autor se centra en el tema de lo económico, aunque comenzó la obra antes de que la crisis fuera noticia, y lo hace desde la perspectiva de un personaje que evade el tópico de la antipatía y que tiene que afrontar el reto de optimizar una oficina hundida y alejada de los rangos de la competitividad. Los individuos hoy son mercancías para algo superior, alcanzar beneficios. Hay que enfrentarse al predominio del dinero.
Y así lo demuestra en su obra con millares de ejemplos: las compañías telefónicas no atienden a las reclamaciones de sus clientes porque satisfacerlos implicará un seguro gasto de dinero, las grandes compañías se fusionan para incrementar beneficios y reducir gastos a costa de numerosos despidos… Los trabajadores y trabajadoras son sencillos instrumentos en manos de los poderosos, que son los que tienen dinero.
Concretamente, El alquiler del mundo nos da esta visión del capitalismo mediante una historia que está ambientada en una consultoría. El autor extrajo parte de esta atmósfera de su propia experiencia vital. Trabajó durante varios meses en una de ellas, aunque no estuvo durante mucho tiempo.
¿Y qué pretende al autor con todo esto? Sacar a la luz los principales defectos del capitalismo, un sistema en el que sólo los fuertes ganan, mientras que los débiles quedan hundidos en la miseria y no reciben prácticamente ninguna ayuda. A su vez, muestra cómo es un sistema que puede condicionar la vida cotidiana y cómo reacciona la gente ante él.
Todo esto vendrá acompañado por pequeñas dosis de misterio en relación con los personajes de Yolanda, una trabajadora que se dedicó a boicotear la empresa y de la que se dijo que cometió un crimen perfecto matando a su padre, o Jan, hijo del protagonista.
En definitiva, una novela audaz sobre la fascinación y las trampas del capitalismo, un tema apenas tratado por nuestros autores y que aquí brilla con inspiración, buenas ideas y un excelente sentido de la intriga.
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