En el verano de 1919 Franco Steffanoni aplica la técnica del strappo para arrancar unos murales de más de mil años de antigüedad en Santa Maria de Mur. El encargo lo ha hecho un anticuario, Ignacio Pollak, por orden de un industrial amante del arte, Luis Plandiura. Así empieza el expolio del arte románico a manos de personajes sin escrúpulos.
Los tesoros que contienen las iglesias del Pallars y el valle de Boí no están amparados por ninguna legislación que los proteja, de ahí que sufran robos y expolios entre ventas clandestinas, engaños y medias verdades. Joaquim Folch y Torres, desde Barcelona, y Ton de cal Soldat, desde el Pallars, lucharán para evitar lo que se ha convertido en un dilema: arrancar para conservar o para negociar.
Strappo nos traslada a diversos momentos de la historia en el siglo XII y en el siglo XX para narrarnos la historia del expolio del arte románico en Cataluña. El tema de la historia está muy bien escogido ya que narra hechos desconocidos de nuestra historia que llevaron a la pérdida de un importantísimo patrimonio artístico de nuestro país (pero también del mundo, ya que en pocos lugares de Europa evitaron la destrucción, la mayoría de los principales exponentes del arte románico), el cual terminó en museos de Estados Unidos como el Museo de Bellas Artes de Boston o en colecciones privadas.
La novela se desarrolla con diversos saltos temporales, saltando del siglo XII a diversos momentos del XX, sin conservar una estructura lineal ni en los hechos acaecidos en el mismo siglo. Así a priori, puede parecer algo caótico, pero Gironell logra que todas las piezas encajen, construyendo para el siglo XX una genial trama en la que explica cómo se construyó el entramado para el expolio de arte románico, que incluía desde el soborno a políticos y a altos cargos eclesiásticos, la extorsión, la manipulación de expertos catalanes en arte y el aprovechamiento del hambre, de la ignorancia y el desconocimiento de los habitantes de los pueblos cuyas iglesias contenían verdaderas obras de arte que cada día pasaban desapercibidas ante sus ojos y que eran compradas por siete mil pesetas y luego vendidas por decenas de miles de dólares.
La trama de Strappo se centra sobre todo en el siglo XX, pero los capítulos que transcurren en la Edad Media no les andan a la zaga en calidad (aunque no tengan una trama de crimen artístico organizado tan buena). Consiguen transmitir de modo emotivo cuál era el significado de dichos frescos para los habitantes de esa época y la admiración que causaban, adornado con tintes de ingenio por parte del maestro pintor de Mur y sus maneras de transmitir con su pincel las injusticias protagonizadas por uno de los nobles de la época.
En definitiva, Martí Gironell retrata en Strappo la tenacidad de unos y la codicia de otros para conseguir los tesoros que guardaban las iglesias que antes no valoraba nadie y que ahora son patrimonio de la Humanidad según la Unesco.
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