A propósito de Lady Ofelia y otros microrrelatos.
D.A.- Al leer tus microrrelatos, me ha venido a la cabeza una expresión que, visto lo visto, bien podría resumir toda tu obra breve: «Humor vacui». Como escritor, ¿aspiras alcanzar el «vacío», la aspiración última del hombre postmoderno, a través del humor?
A.S.- Quizá el microrrelato sea la narrativa de la posmodernidad y el género literario del siglo XXI y, por otra parte, quizá la renovación narrativa ha de llegar por esta modalidad literaria.
En los microrrelatos hay un cierto silencio significativo en la enunciación. Se silencia parte de la enunciación, y es el lector el que la debe restituir. Se requiere, pues, un lector paciente, que sea amante de la relectura y familiarizado con los mecanismos internos del lenguaje literario. La forma actúa por vaciamiento. Habría, pues, una especie de "agujeros negros" o mejor dicho de "huecos".
El escritor Eloy Tizón confiesa "Si algo he aprendido de la literatura en estos años, es que ningún cuento está completo si no le falta algo", otro tanto podríamos decir y, con mayor énfasis, del microrrelato.
Es más o menos cierto que "El posmodernismo" por lo general se refiere a determinada constelación de estilos y tonos en el trabajo cultural: el pastiche, lo vacío; un sentido del agotamiento; una mezcla de niveles, formas, estilos; un gusto por la copia y la repetición; el ingenio que sabe disolver el compromiso en la ironía; una profunda autoconciencia sobre la naturaleza formal, fabricada, de la obra, etc.
Pero en literatura no todo es eco y copia sino que es de cierta importancia la voz más o menos radical del yo. Hay que encontrar el tono personal, que en mi caso, según algunos críticos, sería socarrón, algo descarnado, pero con un fondo de ternura.
Se habla mucho de lo posmodernidad aplicada a la literatura y, por lo tanto, de la no-predominancia de estilos, temas, planteamientos en general. Se habla de la posmodernidad como un "todo vale", y no lo es al parecer de Luis Antonio de Villena: "en sentido estético sí, pero en el sentido ético no, y en el sentido de lo excelente tampoco".
D.A.- En Dafne, imaginas a la ninfa de Ovidio abriendo el periódico y leyendo un poema dedicado a su persona. Dejando aparte el hecho de que es difícil encontrar un poema en la prensa de hoy en día, reconozco que un servidor también ha sucumbido a la tentación y ha escrito un soneto a la mujer laureada. ¿Por qué será que nos repetimos tanto? En el siglo de Oro, tenían la excusa de la imitatio,…
A.S.- En el ámbito literario hay mucha gente joven que confiesa no haber leído a los clásicos y tener un desinterés absoluto por la tradición de la literatura española. Soy del parecer que no se puede escribir nada de valor sin tener en cuenta la tradición, ya sea para refutarla, rebatirla o demarcarse de ella, pero siempre conociéndola. Imitación de los autores venerados o modelos; imitación sí, pero no servilismo.
El universo mitológico, la mitología clásica ejerce un gran magisterio en muchos escritores de microrrelatos. Hay en muchos de mis textos alusiones textuales a los modelos literarios, a menudo en tono humorístico que los desacraliza. Se produce, pues, un proceso de remitificación de personajes míticos (Penélope, Circe, el Minotauro, el Unicornio, Narciso, Atlas, Orfeo...) que se siguen convirtiendo en símbolos válidos para nuestro tiempo.
Tampoco se ha de olvidar la presencia de episodios bíblicos, de los cuentos tradicionales o clásicos y lecturas o textos de orientación cervantina convenientemente subvertidos o recreados en microrrelatos o minificciones.
El lector avezado sabe que la brevedad extrema, entendida como intensidad y concisión y la intertextualidad son rasgos definitorios del microrrelato. Lo que quizá no sepa es que ambos ya formaban parte del ideal de los poetas helenísticos y sus imitadores latinos.
D.A.- Uno de mis relatos preferido es Pasión griega. Ambientado en el vallisoletano barrio de Las Delicias, su protagonista es un hombre cualquiera, un hombre normal que escribe odas al estilo helénico sin que sus herederos lo sepan. ¿Quizás es que se avergonzaba de ser poeta? ¿Quizás tú mismo te has sonrojado en alguna ocasión al sentirte poeta?
A.S.- Aunque sigo estando de acuerdo con las palabras de Fernando Pessoa: "El poeta es un fingidor, / finge tan completamente / que hasta finge que es dolor / el dolor que en verdad siente", uno se sonroja, siente cierto pudor ante el hecho de publicar un libro de poemas, pues, se trata de desnudar de algún modo el alma.
D.A.- En el texto Escritor I, aludes a un autor que escribía sus obras a base de palabras tachadas. ¿Te imaginas la literatura así, como una especie de gigante e infinito palimpsesto?
A.S.- El lúcido J. L. Borges tiene aquella lapidaria frase: “Ya no quedan más que citas. La lengua es un sistema de citas” (El libro de arena). Y es un hecho constatado que la literatura se ha nutrido de la imitación de los modelos, de fuentes, influencias o plagios y, no es menos cierto que se ha ido incrementando en la llamada posmodernidad, a la que pertenecemos tanto los escritores como los lectores.
De ahí la vigencia del concepto de intertextualidad, definido por Julia Kristeva en 1967 en un famoso artículo suyo sobre el dialogismo de Mijail Bajtín -que luego fue incorporado a su libro Semiotiké- como la evidencia de que todo texto se construye como un mosaico de citas, en cuanto es absorción y transformación de otro texto.
Años después Gérard Genette ampliaría esta noción en su obra Palimpsestos, cuyo título lo dice ya todo: la escritura literaria revela a cada línea otros textos preexistentes, como los viejos pergaminos eran capaces de soportar escrituras sucesivas que, leídas al sesgo, resurgían todas.
Así, pues, no es muy descabellado imaginarse la literatura como un gigante e infinito palimpsesto y el Paraíso como algún tipo de biblioteca, a la manera de Borges.
D.A.- He notado que no eres reacio a utilizar todo tipo de recursos. Por ejemplo, en el último capítulo de tu libro, Variaciones y otras brevedades, recurres a noticias de prensa, anuncios, clasificados... Supongo que para ti el periodismo es la literatura de lo cotidiano y que, al valerte de sus recursos, pretendes acercar tu literatura a la realidad del día a día...
A.S.- Más que otra cosa, es una cuestión formal, utilizo diferentes formatos como la noticia, el anuncio breve o la declaración policial para construir algunas de las historias mínimas. Por supuesto que puede ser un recurso para acercar la literatura a la realidad diaria, pero también es la posibilidad de utilizar algún elemento recurrente en el microrrelato, como son el humor y la ironía.
D.A.- Suelo concluir mis entrevistas con el verso o la frase que más me ha impactado. En el caso de Lady Ofelia y otros microrrelatos, me quedo con la frase, casi un adagio, “escribe siempre el mismo cuento”. ¿Tan difícil es ser original?
A.S.- Con esa frase se alude más bien a que en la literatura hay unos pocos temas o motivos universales y que a lo largo de su historia se van repitiendo y van escribiendo o rescribiendo el mismo libro. Se produce sin duda una recreación de los topoi de la cimas de la literatura universal, a menudo a través del recurso de la intertextualidad.
En este momento no tenemos la posibilidad de una creación ex nihilo. Nos encontramos con que todos somos herederos de diversas estéticas y con que todo son tradiciones. Hoy somos recogedores de tradiciones: la vanguardia, la ruptura, el clasicismo, etc., pero eso no significa que no pueda haber calidad; el recogedor, al final, puede hacer una obra estupenda o al menos digna.
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