La novela tiene dos partes claramente separadas desde el primer instante en el que nos involucramos en su apasionante lectura. La primera es la historia del investigador alemán Otto Rahn; algunos presumirán que era un investigador nazi, y algo de razón llevarán, pero para un espíritu indomable como el de Rahn eso es mucho presuponer. Bien es verdad que fue el niño mimado de Heinrich Himmler, que le dotó de medios para buscar la lanza sagrada o ensangrentada, como se la conocía en la Edad Media por toda Europa, búsqueda que le llevó a Suiza, a España y, sobre todo, a Francia, para buscar la lanza de Longinos o la encontrada en Antioquia en la Primera Cruzada por Pedro Bartolomé, ya que estas son las dos principales hipótesis de búsqueda, en especial esta última.
La segunda historia comienza en la cara norte del Eiger en 1997: el reciente matrimonio entre el millonario británico Lord Kenyon y la escaladora y ladrona de guante blanco Kate Wheeler no tiene otra forma más peculiar que celebrar su luna de miel que escalando la mítica montaña suiza que significa “ogro”, denominada así por su impresionante cara norte, que es una pared vertical de más de 1500 metros y que a su tramo final se le conoce como “la Araña Blanca” por su extrema dureza, ya que en sus 2970 metros de altitud han muerto más de 50 personas.
En la ascensión, en la que van acompañados por un guía, se topan con dos escaladores austriacos, Lo que parecía un encuentro casual se convierte en una lucha sin cuartel para salvar sus vidas y perecen los cuatro varones quedando sólo con vida la recién casada Kate. Ella no se puede creer lo que la ha ocurrido y padece una pequeña depresión de la que logra salir por su afán de venganza, para conocer quien mató a su marido, lo que la convierte en una especialista mortífera.
Las dos tramas van transcurriendo de modo paralelo, ambas escritas en tercera persona por un mismo narrador omnisciente que conoce todo el devenir del argumento, pero nos lo va mostrando a su ritmo, jugando con la curiosidad del lector y haciendo las pausas en lo momentos más álgidos para conseguir una tensión que se mantiene de forma creciente hasta el final de la novela.
La historia de Otto Rahn es ante todo una historia de amor, la que tiene el protagonista con la esposa del coronel de las SS Dieter Bachman, Elise. Historia cargada de lirismo, donde el catarismo, que conocía tan bien Rahn, asume un primer plano preponderante. El amor puro, el amor sagrado que los cátaros sentían, se sostenía por una inquebrantable aspiración sacrosanta en la que no podían satisfacer sus deseos en lo físico, lo cual hacía que el vínculo fuese profundamente espiritual. Contra esto luchaba el Vaticano, que mandó sus divisiones para destruir a estos herejes que sólo llevaban a la práctica lo que Cristo enseñó. Pero las verdaderas motivaciones del papado fueron las económicas, ya que por aquel entonces el Languedoc era una zona más desarrollada que las tierras que le circundaban.
La historia del catarismo pereció el 16 de marzo de 1244 con la quema de más de 200 cátaros en una hoguera de Montségur, pero el interés continúa vivo, como muestran los numerosos libros que sobre ellos se han escrito. Otto Rahn juega con la incredulidad de Himmler creyendo que el que posea la lanza dominará el mundo, hasta que el erudito investigador se cansa y se da cuenta que la amistad del jerarca nazi es un dardo envenenado en el espíritu libre del escritor. Esto le acarrea pequeñas condenas en campos de concentración nazi como vigilante, lo que le llevaría a presentar la dimisión como oficial de las SS días antes de su desaparición.
Kate Wheeler, ahora Kate Brand, quiere conocer al asesino de su marido, para ello contrata a un ex agente de la CIA, Thomas Malloy, que le ayudará a desvelar el misterio que se cierne sobre la muerte de su marido. Éste ex agente, que cada cinco palabras que dice, seis son mentira, urde un operativo sorprendente para encontrar a los asesinos de Lord Kenyon. No le importa involucrar a su jefe, al FBI o a la CIA. Todo para descubrir el por qué de una muerte que parece ocurrió sin sentido.
Pero ese sin sentido, según va transcurriendo la trama, tiene demasiado sentido. Esta parte es un thriller realmente dinámico, sorprendente y lúcido. Los acontecimientos se suceden a la velocidad del rayo, siempre sorprendiéndonos. Las descripciones son magistrales, sobre todo, las referentes a escaladas o los montajes de las acciones de asalto. Metáforas lúcidas, hipérboles apabullantes en cuanto a su forma de escritura, con descripciones psicológicas atrayentes que nos muestran que lo que parece no es ni mucho menos lo que es.
El dinamismo con que está escrita la novela lo percibimos como pequeños latigazos que nos dan a nuestra percepción e inteligencia; nada es lo que parece, pero al final del libro encaja el puzzle narrativo como una máquina de precisión ingeniera. Todo encaja, pero para conocerlo tienen que leer el libro, una auténtica sorpresa de un escritor al que esperamos le publiquen más obras en nuestro país.
Críticas literarias
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