No hay nada más complicado en la vida que trabajar con la argamasa de los sueños, quizá, por eso, la protagonista de
La princesita en el planeta B612 hubo un día que se cansó de escuchar las mismas voces y las consabidas proclamas de siempre. Entonces no le importó renunciar al amor, pues su deseo de sentirse libre, por fin, fue mayor. Así nace su necesidad de experimentar a través del viaje; una singladura en la que conocerá otros territorios y otras personas que también le enseñarán el valor de la diferencia y la necesidad de sentirse herido para más tarde tener la posibilidad de sanar. De ese modo, la princesita adivinó el dibujo del horizonte, y lo hizo a través de los arañazos que otras espinas le fueron proporcionando, y de salvar la amenaza de aquellos corderos con los que tuvo que enfrentarse. Sin embargo, llegó un día que la princesita necesitó volver a su casa, porque el amor era el único elemento de sus sueños que no poseía.
En
La princesita en el planeta B612 se concitan tres elementos básicos: el amor, Carboneras y la luz —a través de las múltiples referencias pictóricas que el mismo posee—, para de esa forma narrarnos un viaje: el de la vida. Su autora, Noemí Trujillo, es capaz de sintetizar en apenas veintiún poemas, toda la esencia de un universo, el propio, pero también aquel que se escapa por la frontera de nuestros sueños. Y lo hace a través de la magia presente en El principito de Antoine Saint-Exupéry —a quien rinde homenaje—, pero también con la sabiduría del número siete, un enigma que cada lector deberá desentrañar por sí mismo.
El prólogo del poemario ha sido escrito por
Ángel Silvelo Gabriel, el autor de “
Los últimos pasos de John Keats”. Ajuntamos un extracto del mismo:
“Igual que Ulises en su regreso a Ítaca, La princesita en el planeta B612 inicia su particular viaje de vuelta a casa; un lugar del que se escapó para encontrar esa última razón que le permitiera seguir viviendo, sin embargo... «Lo importante/ es todo lo que no nos dijimos» nos avisa la voz poética de Noemí Trujillo casi al final de este poemario, y lo hace, para establecer un nuevo universo: el de los secretos y las confidencias. Secretos y confidencias que nos permiten seguir vagando por el firmamento igual que las estrellas que se encienden y se apagan dependiendo de quién pose su mirada en ellas.
Es por ello, tal y como nos apunta la propia autora en la introducción de este poemario, que el mismo admite varias lecturas; una de ellas, sin duda, sería la de La naturaleza del paisaje, porque igual que un cuadro se compone de varias capas que se ocultan una debajo de la otra tras la apariencia final que podemos contemplar, el ser humano también se conforma de diferentes soportes: leves o difuminados unas veces, gruesos o marcados otras; donde unos y otros son como entes refugiados que se esconden en nuestras entrañas y nos moldean el carácter y la propia vida. En este sentido, la argamasa de La princesita en el planeta B612 está formada por tres elementos básicos: el amor, Carboneras y la luz”.
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