En 1772, Heinrich Füssli, un joven artista suizo deseoso de visitar los misteriosos subterráneos de Roma, se adentra en ellos acompañado por un guía que dice conocer los oscuros laberintos. Se cuenta que en estas catacumbas viven mendigos, delincuentes y gitanos, que salen del subsuelo para realizar sus crímenes y luego desaparecer de nuevo en busca de refugio. Esta fabulosa corte ha constituido una auténtica secta que obedece las órdenes de una misteriosa mujer sin piedad. ¿Sobrevivirá Füssli a la peor de las pesadillas posibles?
Por tanto, la acción se sitúa por un lado en las catacumbas romanas durante 1772, lugar en el que el ilustrador Heinrich ha sido raptado por una confraternidad de enanos, tullidos, ciegos, jorobados, etc. (algunos falsos y otros auténticos), comandado por una misteriosa mujer de mirada inconfundible que atiende al nombre de Milady. El joven irá descubriendo los misterios de dicha confraternidad, mientras algunos personajes le van contando las trágicas aventuras del caballero Winckelmann.
El caballero Johann Joachim Winckelmann era un conocido del protagonista Heinrich y una persona cuya muerte fue un misterio, y dicho misterio es conocido por la confraternidad de las catacumbas. Las peripecias del caballero tuvieron lugar en 1768 en diversas localizaciones pero especialmente en Trieste – y que es sometido constantemente al acoso de los miembros de la secta de las catacumbas por un crimen del que salió airoso cargando a otros con la responsabilidad, por lo que sufrirá la justicia poética por parte del mundo de las sombras. Resumiendo, la novela alterna capítulos protagonizados por Heinrich y otros por el caballero.
A su vez, el autor incluye como parte de la trama otros capítulos en los que se nos muestran textos administrativos o epistolares que describen los crímenes perpetrados por componentes de la Comunidad de las Catacumbas como asesinatos, robos, amenazas… con los que se completa el argumento de forma muy original.
Tampoco hay que olvidar que el protagonista pertenece al mundo del arte y, en principio, visita las catacumbas para mejorar su formación: aprenderá a retratar lo feo y sórdido del mundo subterráneo en el que se ve inmerso. En la obra se critica a los pintores de cámara que alcanzaban la fama mediante simples retratos de los ricos y poderosos, en comparación con los pintores más realistas.
En definitiva, una gran obra que entrelaza muy bien dos acciones complementarias y que describe perfectamente un mundo subterráneo organizado en el que los seres más grotescos y desfavorecidos viven y desarrollan su vida, con sus usos y costumbres, rituales y normas.
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