En primera persona, y con la osadía y el descaro que le han convertido en uno de los mejores y más carismáticos futbolistas del mundo, Zlatan Ibrahimović revela desde los duros inicios en el barrio de inmigrantes sueco donde creció hasta la conquista de su sexto Scudetto en una Italia rendida a un ídolo que representa lucha, potencia, carácter. Asumiendo que explicar su historia exigía el mismo compromiso, creatividad y valentía con los que afronta los partidos, Ibrahimović se desnuda revelando episodios capitales para entender la presión, ilusiones y ansiedades de su asombrosa trayectoria. ¿Por ejemplo? Soy Zlatan destapa las claves del profundo desencuentro que tuvo con Pep Guardiola. El resultado es uno de los relatos íntimos más apasionantes que se hayan escrito sobre un deportista de élite.
Zlatan se considera lo que es: una estrella mundial. Desde niño proclamaba que algún día despuntaría entre los grandes y, aunque entonces lo dijera por vacilar, ha ganado ligas en cuatro países diferentes. Hijo de padres separados (él bosnio, ella croata), la pobreza y las imponentes discusiones con su padre en la casa que ambos compartían marcaron su infancia, convirtiéndose en un eficaz ladrón de bicicletas. La intimidación fue un recurso que Zlatan supo explotar. Al mostrar sin tapujos varios ejemplos de su chulería en aquella lucha por la supervivencia, Zlatan ofrece un pacto de sinceridad al lector, que se va a ver absorbido por un carácter que hace de la dureza y la arrogancia virtud. Si en sus primeros campos de entrenamiento buscaba el cuerpo a cuerpo con los defensas más duros e incluso con los entrenadores -a los que también robaba las bicis-, como profesional se llegará a encarar a la grada ocupada por los ultras de su propio equipo exigiéndoles respeto después de marcar un gol.
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Soy Zlatan, Ibrahimović reconoce su tendencia a las adicciones descubriendo que a menudo trasnochó jugando hasta siete horas seguidas a videojuegos; confiesa que adora comprarse cochazos y ponerlos a 300 por hora, y que por muy rudos que sean los rivales, aceptará su agresividad siempre y cuando le vengan de frente. Por eso no traga a Guardiola. En este libro, Zlatan explica cuánto deseaba fichar por el FC Barcelona y cómo, por algún motivo que nunca llegó a entender, el entrenador le hizo el vacío hasta provocar su salida del club. Ibrahimović también señala que “el Barcelona era como un colegio, una especie de instituto” en el que las estrellas no fardaban de serlo. El sueco dice que en el Barça se desnaturalizó llegando a comportarse como un buen chico. “Necesito estar enfadado para jugar bien. Tengo que gritar y protestar. Pero en ese momento me lo quedaba todo dentro. Seguía jugando bien pero ya no me divertía”. Explica cómo se vengó de Guardiola forzando su salida del club a un precio nefasto para el Barcelona gracias a su amenaza de irse a jugar al Real Madrid y a la habilidad de su agente, Mino Raiola. Porque ésta es otra parte capital del libro: las negociaciones de contratos multimillonarios. Así, vamos a ver cómo ese chaval al que un agente engatusa con su primer contrato serio, aprenderá a no dejarse engañar.
La escalada de ganancias en su carrera marcada por Ajax, Juventus, Inter, Barcelona y Milán, le auparán al rango de segundo jugador más cotizado del planeta. Las estrategias compartidas con su agente y amigo de aire “mafioso” Mino Raiola permiten que el lector se acerque a “peces gordos” como Moggi, Berlusconi, Laporta o Sandro Rosell y a la jet de los entrenadores. Zlatan expone filias y fobias, declarando su admiración por místers como Capello - “me transformó. Su dureza era contagiosa: dejé de ser un artista para convertirme en un matón dispuesto a ganar a toda costa”- o Mourinho - “alguien por el que estaba dispuesto a dar la vida”-, y por jugadores como Marco Van Basten y Ronaldo, a los que estudió para imitar sus movimientos. Por estas páginas desfila lo más granado del fútbol mundial, a veces como compañeros de vestuario, a veces como contrincantes o intermediarios del mayor espectáculo del mundo. Y siempre bajo la óptica, a menudo divertida de tan soberbia, de un hombre que creyó en sí mismo desde sus orígenes en el complicado Rosengard, el barrio que modeló al arrogante y entrañable Zlatan que aquí se presenta. Soy Zlatan va mucho más allá del fútbol. Presenta a una personalidad poderosa, interesante, al margen del deporte. Los estadios son solo el escenario de la odisea de un conquistador moderno. Los goles canalizan la furia, ilusiones y decepciones de una vida presidida por la intensidad. Una vida en la que su mujer, Helena, y sus hijos Maximilian y Vincent, han introducido ideas nuevas, también algunas (pocas) lágrimas. Sigue siendo un tipo duro. Una vida marcada por la sensación de haber sido de algún modo diferente. Por eso, el libro arranca con una dedicatoria “a los niños que se sienten diferentes, que no acaban de adaptarse y a los que se les discrimina injustamente. No pasa nada por ser diferente. Cree en ti mismo. A mí me fue bien”.
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