Ahora que tantos guionistas televisivos se están pasando al campo de la literatura es bueno que alguien haga el ejercicio contrario. Juan Carlos Arce no pretende ser guionista de televisión, pero sí quiere reflexionar sobre ese mundo adocenado donde priman las ganas de sobrevivir con la creatividad. En la entrevista nos desvela todos los entresijos de su última novela donde se muestra muy crítico con las editoriales.
¿Es complicado avanzar en el mundo editorial?Para mí no lo ha sido. Ésta es mi octava novela. He publicado siete novelas con la Editorial Planeta, y he obtenido el Premio Fernando Lara; he publicado teatro, aquí y fuera de España con traducciones a otros idiomas. De todas formas, las editoriales sí tienen problemas para avanzar en su propio mundo, un mundo en el que se confunde completamente el texto literario con el producto editorial. Ni siquiera confían en su propio criterio, si es que tienen alguno. Las editoriales tienen a algunas personas leyendo originales para separar cuidadosamente el grano de la paja y editar después solo la paja.
¿Por qué hay tantas novelas basura que logran cifras de ventas astronómicas?Porque mucha gente ha sido convencida de que la buena literatura debe ser muy aburrida. Hay quien lee lo que le dicen los suplementos culturales de los periódicos. Cuanto peor sea el texto, más aburrido y más tiempo se pierda, más éxito, porque la función de la lectura hoy es adocenar a la gente.
El personaje de Pablo Arroyo es un novelista de éxito. ¿Cuánto hay de usted en él? Solo que es un personaje que he inventado.
En la novela ha utilizado diferentes narradores. Uno omnisciente, dos en primera persona. ¿Con cuál se ha sentido más a gusto? Hay también otro que habla en segunda persona. Yo no me siento a gusto con los narradores de mis novelas. Ni a disgusto. Son voces literarias. Ninguno es preferido sobre otros.
¿Cree que es interesante utilizar varios narradores en las novelas?No. Me parece muy poco interesante hacer eso. De hecho, no sé cómo hay escritores que lo hacen.
En la novela, Pablo se documenta entrevistando a un adicto a las drogas para construir su novela. ¿Cómo se ha documentado para mostrar en Entreacto el mundo de la publicación de novelas, el teatro, el cine y las series de televisión?Viviendo ese ambiente, naturalmente. Casi todo lo que aparece en mi novela es la historia de cosas que he visto y vivido.
¿Cómo describiría el mundo de la producción audiovisual?Es un gran negocio que no tiene nada que ver con la cultura. Yo me dedicaría a él completamente si no fuera porque me gusta hacer cosas interesantes.
¿Es complicado para los actores acceder a él o ascender una vez dentro?Si tienen dignidad, voz, gesto y talento, y viven en España, no solo es complicado, sino que puede que no lo consigan nunca.
En la novela critica el pésimo trabajo de los guionistas de las series españolas pero en cierto modo lo justifica a partir de un público poco o nada exigente.No solo el público es poco exigente. También lo somos los electores, los lectores de periódicos, los lectores, los oyentes de radio… Nadie exige calidad hoy ni siquiera a las marcas de cerveza.
En líneas generales, ¿Cuál es su opinión sobre el trabajo de los guionistas de las series españolas actuales?Pues hay de todo. Hay excelentes guionistas en España. Pero el problema es que tienen que sobrevivir aquí.
En la novela muestra el lado más oscuro de las personas de mayor éxito. ¿Cómo lo describiría? He pensado describirlo en una novela: “Entreacto”. El lado oscuro de los brillos del glamour es muy doloroso. Pero en el espectáculo, como en otras actividades, a menudo, empezar bien es un malísimo principio.
¿Cómo diría que invita la novela a reflexionar sobre este tema?No. Reflexión y esas cosas son materia aparte del arte. En literatura no hay nada que demostrar. Cuando un arte pretende demostrar algo se convierte en propaganda.
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