A comienzos de 1940 Madrid era una ciudad desvastada por los horrores de la guerra, edificios en ruinas, calles agujereadas por la explosión de los proyectiles caídos sobre la ciudad, personas famélicas, hambrientas y tristes que pululaban por una ciudad gris, arruinada y destrozada. Pero eso sólo era una parte de Madrid, si bien mayoritaria; había otro Madrid donde fiestas y recepciones derrochaban glamour y lujo.
Y era en ese Madrid donde los espías británicos, estadounidenses y nazis se movían, unos con la aquiescencia de las autoridades y otros de forma sigilosa para no llamar la atención de esas autoridades predispuestas a apoyar al eje en lo que hiciese falta. Es en ese mundo donde se movía Rodney Mundy, un joven espía británico recientemente escapado de un campo de concentración de la GESTAPO en Foix, sur de Francia, que había conseguido escapar y entrar ilegalmente en la España franquista.
Este joven espía, que cuando comenzó su carrera no tenía más de 18 años. Desarrolló su trabajo en Madrid, El Cairo y, posteriormente, por distintas ciudades del centro de Europa. Fue utilizado por el MI6 para que se infiltrase en la alta sociedad madrileña para tener informada a la Embajada británica de lo que se cocía. Hay que tener en cuenta que en el bando franquista había claramente dos bandos opuestos, unos eran claramente germanófilos, procedentes de las filas del falangismo más radical, y otros eran anglófilos, este grupo lo componían antiguos monárquicos contrarios a la entrada de España en la Segunda Guerra Civil en el bando alemán.
Ante esta situación, Mundy pasaba información a los suyos, manteniéndoles al tanto de lo que le contaban en la alta sociedad madrileña. Tenía que desvelar quiénes eran los espías nazis y, sobre todo, informar de una curiosa cuestión: ¿quién estaba detrás de los posibles atentados al caudillo? Para asombro del lector eran todos, tanto los alemanes, como los británicos estaban detrás de ese supuesto atentado, unos para que España no apoyase a los alemanes, y los otros para que así acabasen las reticencias de los españoles.
Posteriormente Mundy realizaría un periplo por África y Europa, para seguir informando de lo que descubría. En la novela, personajes reales se entremezclan con otros también reales que por cuestiones de seguridad el autor les ha cambiado el nombre. Todo es real, todo es auténtico, hasta “M”, el famoso jefe de James Bond, es un personaje real que Ian Fleming utilizaría en sus novelas y saldría en las posteriores adaptaciones que se han hecho para el cine.
Sin embargo, Rodney Mundy fue reacio a contar a sus hijos su vida. Fue una casualidad, que desvela al principio del libro, la que hace que cuente a su hijo Carlos, el autor del libro, su asombrosa vida. Rodney llevaba un diario incompleto con sus andanzas y con ese diario, las conversaciones con su hijo y la ayuda de la primera mujer de Rodneyda vida a una novela sobre la vida de él. Como se darán cuenta los que lean el libro hay vidas que son una novela en sí mismas.
El libro está escrito en primera persona, pero la originalidad de la construcción de la obra radica en que el hijo, Carlos, asume el papel del padre, Rodney, y le suplanta en la redacción. El hijo habla por el padre pero con la perspectiva y la objetividad que dan los años. Aquí radica el gran hallazgo de la novela. Además, Mundy describe a la perfección los ambientes cosmopolitas donde se desarrolla las distintas situaciones. Con colorido y minuciosidad relata todo lo concerniente al mundo del arte, parte fundamental de la trama de la obra. Cuadros y artistas son descritos con gran colorido y cariño, denotando que ese mundo siempre le ha gustado y lo ha entendido.
Carlos Mundy, con un lenguaje ágil, rápido y de precisas pinceladas, va describiendo situaciones y personajes de la novela. Sus diálogos están bien estructurados y soportan el hilo conductor. Las descripciones son muy cinematográficas y se van alternando con los pensamientos y sentimientos de Rodney. Pensamientos que describen a personajes a los cuales juzga, casi siempre, de forma indulgente. Leer este libro hace que conozcamos un poco mejor nuestra historia y la de Europa en un periodo del que todavía nos falta la suficiente información para entenderlo. Y todo ello desde una perspectiva aséptica, juzgando lo preciso y no como alguna serie televisiva claramente posicionada torticeramente.
La Posada del Tucán es una novela que merece ser leída, la visión que nos da de España es aséptica, ya que es británico el protagonista, pero según va transcurriendo la trama se advierte el calor de quien ama a un país donde se casó y tuvo sus hijos. La mezcla de esa visión del que viene de fuera pero que a su vez se enamora de una tierra y de sus gentes es una de las principales características de la obra y la dan un tono vitalista de mucho colorido. La intriga de una época enigmática está servida.
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