La autora es periodista y sabe a qué fuentes debe acudir y sobre todo, qué y por qué aspectos debe preguntar. Posteriormente, nos lo transmite con sobriedad, sin descartar mostrar su punto de vista acerca ciertas cuestiones. Por tanto, combina adecuadamente narración y valoración.
En este sentido, no faltan críticas al obrar de los socialistas y del protagonista de su objeto de su estudio, aunque analizar las políticas desplegadas por los gobiernos de Rodríguez Zapatero ya que no es su objetivo. Aún con ello, el político de León sale malparado en las alusiones que recibe de sus compañeros de filas, aunque tras ello, producto del corporativismo que caracteriza a la clase política española, siempre se busca su exculpación. A modo de ejemplo de esta tesis, Pérez Rubalcaba insistió tanto durante la campaña como en sus confesiones con
Ángela Paloma Martín, que si (Zapatero) cedió ante la UE fue para evitar que España tuviera un presente-futuro similar al de Grecia.
La gran conclusión de la obra se extrae desde las primeras páginas: el destino del PSOE en las elecciones de 2011 era una derrota… histórica. Y así ocurrió. Conscientes de este hecho, el socialismo español buscó en Pérez Rubalcaba el antídoto que atenuara el mazazo, objetivo que estuvo lejos de cumplirse. Para ello, en muchas ocasiones, las siglas del partido quedaron subordinadas a la personalidad del candidato.
La pregunta pertinente que debe contestarse es ¿entonó el mea culpa Rubalcaba tras el 20-N? No necesariamente; por el contrario, optó por la solución más fácil consistente en presentarse como un hombre de partido que aceptó un destino (cruel), escrito de antemano.
Además, la campaña electoral desarrollada tampoco pasará a los anales de la historia como un referente que deba estudiarse en las facultades de marketing y comunicación política. Más bien al contrario, improvisación y desorden fueron dos constantes en la misma, sin olvidar que en momentos puntuales, como en el cara a cara con Rajoy, Rubalcaba se refirió a su rival como “Presidente”. ¿Lo hizo de una manera intencionada? Si la respuesta es NO, el lapsus es magno…pero si lo hizo voluntariamente, entraríamos en el terreno de la especulación, donde insuflar miedos a la ciudadanía bien podría ser una explicación.
En cuanto a la temática seguida en la campaña, además de presentarse el PSOE y Rubalcaba como las soluciones a los problemas por los que atravesaba la sociedad y la economía española (paradójico puesto que, insistimos, tanto el candidato como Elena Valenciano habían sido primeros espadas del zapaterismo), se centró en algo que la izquierda viene haciendo cuando carece de discurso: estigmatizar a la derecha.
Así, desde instancias socialistas se buscó caracterizar al Partido Popular como el finiquitador del Estado de Bienestar y asociarlo con el involucionismo, binomio que puso de manifiesto que el PSOE no tenía en muy alta estima la capacidad de discernir de los españoles. Como se explica en la obra, el resultado de este modus operandi fue desolador: bien muchos de sus votantes tradicionales optaron por Rajoy, bien algunos otros directamente se desmovilizaron, pese a los guiños nada encubiertos que el último gobierno de Rodríguez Zapatero hizo al movimiento 15-M.
En definitiva, una obra bien redactada y mejor documentada, que nos acerca a un político (Rubalcaba) y a un partido (el PSOE) que tras ocupar el poder durante dos legislaturas consecutivas, recibieron en 2011 un rechazo de la ciudadanía de elevadas magnitudes, pese a lo cual, algunos de los mantras empleados para minimizarlo, revertirlo o enmascararlo, siguen teniendo intacto protagonismo en el actual discurso de las élites de Ferraz.
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