La caja china ha sido publicada por Ediciones B, abandonando su casa editorial hasta esos momentos Plaza y Janés. “Allí había un cierto oscurantismo a la hora de promocionar mis novelas. Ahora me encuentro mucho más a gusto y es una editorial como a mí me gusta, que cuida a los autores y a las obras”, confiesa el escritor de Úbeda, aunque lleva afincado mucho tiempo en Cádiz. Además, Ediciones B está editando con acierto un gran número de novelas históricas, lo que está haciendo que sea muy tenida en cuenta por los lectores que gustan de este género literario.
“Contaba el profesor Manuel Alvar que una gran parte del crecimiento de las ventas de libros procedía del auge de la novela histórica y yo creo que se tendría que hacer un reconocimiento literario a la novela histórica”, cuenta el escritor y añade “más cuando la verdad está en la historia, lo que pasa es que se ha contado sin verdad”. Y más desde la nefasta ley Maravall que restó importancia a esta disciplina como a las clásicas y ha continuado con un rosario de planes de estudio que están abocando al país a tercermundismo cultural y filosófico.
Para escribir
La caja china,
Jesús Maeso de la Torre ha tardado casi tres años en hacerlo, uno de ellos buscando información en la Universidad Pompeu Fabra donde hay mucha documentación sobre los tratados comerciales con Filipinas en los tiempos del Imperio.
En esta novela, el escritor ebdetense ha vuelto a la forma de escribir de sus anteriores novelas. “He vuelto a ser más literario que historiador porque creo que en algunas he sido demasiado historiador”, confiesa. Se le nota un estilo más reposado donde su protagonista, Rodrigo Silva, inicia un viaje espiritual. Comienza imbuido por un sentimiento de venganza contra los que traicionaron a su padre y termina el viaje mucho más calmado, más maduro, “la venganza es un sentimiento que no conduce a ningún lado”, corrobora. El personaje como tal no existió, los que sí existieron fueron los centenares de pilotos que se formaron en la Escuela Naval de Sevilla y que fueron los más importantes de su época. Rodrigo, en la novela, aparte de cartógrafo, fue un espía para su majestad y un verdadero artista.
A
Jesús Maeso de la Torre se le nota una cierta pasión por Felipe II. “El rey Prudente tiene muy mala prensa por culpa de la Leyenda Negra pero era una persona cultísima. Era un príncipe del Renacimiento. Eso no le exime de cometer errores y el mayor fue su lucha contra la apertura, que encabezaron Erasmo de Rotterdam y Copérnico, lo cual no deja de ser paradójico ya que fue un precursor en muchos ámbitos. Sólo hay que ver la construcción de El Escorial realizada por Juan de Herrera que tenía muchos elementos premasónicos en su arquitectura”, explica.
Cuando Felipe II hereda la corona de Portugal, como Felipe I, y los navegantes españoles habían llegado hasta Filipinas, comienza a preparar un plan con el virrey de Nueva España y el gobernador de Filipinas para intentar apoderarse de China. Éste es el punto de partida que da lugar a
La caja china. Sobre China había muchas ideas equivocadas, casi todas debidas a la prohibición de que entrasen extranjeros en el Imperio del Sol Naciente. Incluso un personaje de la novela llega a afirmar que 300 soldados del Tercio podrían sojuzgar a 20.000 chinos. Cuando se llega allí se dan cuenta de que no es tal como lo contaban y que era un país muy organizado y fortificado con cientos de fortines y un ejército muy preparado.
Felipe II también cometió muchos errores, algunos por culpa de su fundamentalismo religioso, una servidumbre moral que le hacía querer sojuzgar países por su afán de cristianizar pueblos. Otros los cometió por la envidia que sentía hacia su hermanastro Juan de Austria en el caso de la invasión a Inglaterra, aunque aquí también la mala suerte tuvo algo que ver, ya que Álvaro de Bazán murió poco antes de la invasión y con seguridad hubiese dirigido la Armada mejor que su sucesor. Otro fue seguir manteniendo como pago a sus tropas el botín, lo cual hacía que se cometiesen demasiadas arbitrariedades.
Eran los jesuitas italianos y portugueses con algunos franciscanos los que fundaron misiones por aquellas tierras, algo que está lo suficientemente documentado, pero el que los españoles estuviesen por aquellas tierras era totalmente ignorado. “Felipe II quería llegar a aquellas tierras, no sólo por las riquezas que atesoraban, sino que era un rey excesivamente católico y se creía el campeón del catolicismo para predicar el evangelio allí”, explica. De ahí que urdiese la expedición y encargase la misión informativa a Rodrigo Silva como espía.
Se puede afirmar sin ningún género de dudas que la red de espías que mantenía el emperador se debía a que “veía enemigos por todas partes”. Y ese sistema que dirigía con mano firme Juan de Idiáquez y Olazábal, consejero real de ese consejo que Felipe II reunía todas las tardes en la Torre del Oro del Alcázar de Madrid estaba formado por sus cinco ministros más importantes, en los que se incluía. “Aunque tendemos a pensar que los agentes secretos son algo actual, ya durante el reinado de Felipe II se utilizaba, tanto el espionaje como en contraespionaje como podemos ver en la novela”, revela.
“Ningún español llegó a la ciudad perdida de Pekín, pero en la novela sí llega y allí descubre un mundo fascinante. Un mundo avanzado, con mujeres muy preparadas en diversas disciplinas. De una de esas concubinas se enamora el protagonista”, nos avanza el autor de novelas como “
La cúpula del mundo”. Los chinos fueron unos grandes cartógrafos, el mapa conocido como de Pire Reis fue dibujado unos cincuenta años antes del descubrimiento de América por Colón. “Creo que los chinos estuvieron en América antes que Colón por motivos comerciales, pero no se establecieron allí”, aclara.
Para
Jesús Maeso de la Torre, “los españoles somos denostadores de nuestra historia. No reconocemos nuestras gestas” como la de Andrés de Urdaneta, marino y monje agustino, que fue el descubridor de la ruta de Filipinas a Acapulco, lo que se conoce como el tornaviaje, que era la ruta que realizaba el Galeón de Manila. “Fue el precursor de la globalización ya que puso en contacto a dos continentes que hasta ese momento vivían de espaldas por culpa de las corrientes marinas”, apunta y agrega que “está más reconocido por los británicos que por nosotros”.
“Con Rodrigo Silva lo que quiero es rescatar los valores morales, como la fidelidad, la honradez, que se están perdiendo en la actualidad en una sociedad como la nuestra. Comienza la novela siendo un joven con sed de venganza y termina madurando como persona después de realizar un viaje de iniciación”, concluye el escritor gaditano de adopción.
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