Romain Puértolas y su editorial buscaron uno de los sitios más cercanos al cielo del skyline madrileño para realizar una comida de presentación. Contra un sol agobiador luchaba un pobre ventilador malherido. Y a la cita no podía faltar una nube, por eso allí apareció ocultando el sol, que no el calor. ¿Sería la nube que se comió la niña? Con total seguridad, porque para este escritor franco-español en la vida hay mucha magia y si no la hubiese el mundo sería tremendamente aburrido y, precisamente, contra eso lucha él.
Especialistas de títulos de largo recorrido, “si los haces largos, ya tienes solucionado el problema del diseño de la portada”, dice irónico y divertido. Los suyos son tan largos que ocupan casi toda la portada. Mejor, porque como a él le gusta diseñar sus propias portadas, no le queda espacio para meter la pata, como le pasó con su primer libro: “El increíble viaje del faquir que se quedó atrapado en un armario de…”, que la empresa sueca, de productos de ínfima calidad y sueldos esclavistas, según denunciaron los trabajadores de su tienda de Barakaldo, le demandó porque no quería que utilizase su logo en la portada del libro. A lo anteriormente escrito hay que añadir la nula visión comercial y publicistade dicha empresa. ¡Ay, estos suecos que van presumiendo de demócratas por el mundo!
Romain Puértolas es una persona tremendamente polifacética que ha tenido muchas y variadas profesiones en Francia, Inglaterra y España. DJ, profesor de idiomas, auxiliar y coordinador de vuelo en el aeropuerto de El Prat de Barcelona, empleado de AENA en Madrid, limpiador de tragaperras en Brighton, entre otros. A su regreso a Francia trabajó durante cuatro años como inspector de policía en un servicio especializado en el desmantelamiento de redes de inmigración ilegal. Ahora vive en Málaga dedicado a la escritura y todavía no ha conseguido comer bien en ningún restaurante de la capital de la Costa del Sol según proclama. ¡Será que no ha visitado todavía el Pimpi! Cuando a primeros de enero publicó el libro de “La niña que se tragó una nube…”, -obvio el título porque si no me quedaría sin espacio para escribir la crónica-, en Francia, ocurrió el atentado al Charlie Hebdo. Lejos de amilanarse por esta cruel acción criminal, cogió una bicicleta y fue por las redacciones de los periódicos y las emisoras de radio a golpe de pedal, una preparación ideal para realizar el Tour de Francia este verano. Y lo hizo francamente bien porque volvió a ser récord de ventas en el país donde nació como ya lo había sido en más de 18 países con su primer libro; sí, ese de la tienda de muebles nórdicos. Y lo hizo francamente bien. Pero lo que él sabe hacer mejor es contar historias y si puede, cambiar un poco esta aburrida realidad en la que vivimos. “El mundo tal y como es, no me gusta”, proclama convencido. A mí tampoco me gusta. Por eso lo que hace en sus libros es “coger la realidad y cambiarla un poquito. Cambiar el mundo no puedo, pero sí modificar la percepción y hacer que vaya un poco mejor”, expone y añade sin darnos tregua, entre croqueta y croqueta “yo no tengo soluciones pero tengo humor”. Sus dos novelas publicadas y las siete que escribió al principio y que no consiguió publicar y ni quiere publicar, “no me gusta sacarlas del congelador”, dice refiriéndose a ellas, transcurren en lugares exóticos, con muchos colores y con mucho humor. “Escribo mis novelas sobre países en los que no he estado. Prefiero la realidad que me invento que la que veo”, sostiene seguro. Por eso de pequeño donde quería vivir era en una bañera y no salir nunca de allí e imaginarse el mundo a su imagen y semejanza. Para Romain Puértolas, “el amor puede mover montañas, pero también el odio, que es el amor invertido”, filosofa y continúa diciendo que “Las personas se sentirían mucho más felices si se comparasen con otras”, especialmente del Oriente. Para este original escritor que cuenta el mundo como a él le gustaría que fuese y huye de eso que llaman la autoayuda, “mis libros son muy personales, tanto que en mis novelas hay tantas lecturas posibles como lectores”. “Cuando un libro se publica ya no es del autor, es del lector”, puntualiza. Gracias a la literatura ha podido cambiar de vida y hacer lo que le gusta, menos comer bien, claro está, aunque hoy sí. Sí tiene habilidad para escribir. “Escribo con la misma facilidad que leo”, explica. Y ya que no pudo ser astronauta, al menos es escritor. Por eso, para terminar, muy afable y encantador nos da un último consejo: “En la vida nunca hay que arrepentirse de lo que has hecho porque un día eso te puede servir para algo”. Romain Puértolas es un filósofo cercano, divertido e incisivo que se encuentra genial escribiendo novelas cortas, amenas y divertidas. No me equivoco si afirmo que tenemos escritor para rato, pero para pasar un rato divertido. Puedes comprar el libro en:
+ 0 comentarios
|
|
|