Nerea Riesco, radicada en Sevilla desde su adolescencia, pergeña una historia desde el punto de vista del pueblo llano, desde unos personajes que no suelen aparecer en los libros de historia pero que son tan importantes como los que aparecen y plantea la historia como un romancero. Yago, el protagonista, es como un periodista del siglo XV que recorre distintas cortes armado con su laúd. “Casi podríamos decir que es el primer cantautor”, dice con ironía la autora, salvando a los juglares de tres siglos antes que hacían algo parecido.
Si en su anterior novela, “El elefante de marfil”, la trama gira sobre el amor, en "Las puertas del paraíso" gira entorno a la venganza, “todo el mundo necesita vengarse de algo, pero Yago se da cuenta de que no es tan sencillo y que es mejor perdonar”, sostiene con razón. Entre una y otra obra han pasado cuatro años. “Me considero una escritora un poco lenta”, confiesa. Pero es que le gusta que el resultado final sea apetecible para el lector y por eso corrige el texto las veces que haga falta para que reciba un producto bien acabado. En la entrevista nos desvela algunos de los enigmas de su novela, no todos.
¿Qué le llevó a escribir Las puertas del paraíso?
El deseo irrefrenable de plasmar un momento histórico único. Un periodo de diez años en los que cambia por completo la historia. Diez años (desde 1482 a 1492) en los que se pasa de la Edad Media a la Edad Moderna. En los que una mujer, la reina Isabel la Católica, se convierte en una pieza fundamental para el tablero de ajedrez del momento. En los que se cambia la forma de guerrear. En los que un marinero loco atraviesa un océano para alcanzar un Nuevo Mundo. En los que se expulsa a musulmanes y judíos de la península, cambiando así el destino de la humanidad. Y mi intención de plasmar todo ello, no desde el punto de vista de los grandes gobernantes, sino desde la perspectiva de un ser a todas luces insignificante: un joven juglar ciego.
¿Cómo definiría al personaje de Yago?
Ciego, pobre y sin madre, Yago es un niño que nace condenado a no pasar a la historia. Sin embargo él se resiste a ello. En poco tiempo se da cuenta de que sólo podrá sobrevivir a la insoportable levedad del ser (como diría Kundera) a través del arte. Y aprende a tocar el laúd. De esa manera se convierte en juglar de la corte de los Reyes Católicos, y más tarde tocará el laúd en el harem de la Alhambra de Boabdil (con todo lo que eso supone para su estabilidad emocional). Yago compone los romances que han llegado hasta nuestros días y que van resumiendo la historia de este periodo de tiempo excepcional. En realidad Yago es un periodista; un cronista del siglo XV.
¿Cómo cree que su ceguera ha influido en su forma de ser y de evolucionar a lo largo de la novela?
La ceguera de Yago le convierte en un ser especialmente perceptivo. El resto de sus sentidos funcionan mucho más. De ese modo es muy sensible al gusto de los platos que cocina su padre para los reyes cristianos, a los olores de los jardines del Generalife, al tacto de la piel de la mujer que ama… y es que su ceguera le da acceso directo al harem donde se desatan el resto de sus sentidos, porque él no es como los eunucos que atienden a las mujeres, él puede excitarse al escuchar sus risas, el sonido del agua recorriendo sus pieles, el olor de sus aceites y perfumes… y todo eso por no hablar de lo interesante que resulta para mí como autora el reto de describir el mundo desde el sentir de una persona que no puede ver.
¿Cómo describiría a Nur?
Una mujer rebelde, emocional, apasionada… me inspiré en Wallada, la princesa andalusí del siglo XI que escribía poemas eróticos para leérselos a otras mujeres. Nur es el contrapunto perfecto para Yago. Juntos se convierten en esa metáfora del encuentro entre dos mundos. Lo tienen todo en contra para poder vivir libremente su amor. No sólo porque tienen diferentes religiones, es que además son de muy distintas clases sociales.
¿Por qué Boabdil tenía tanto interés por la literatura y las artes?
Boabdil iba a aparecer en un segundo plano en la novela pero a lo largo del proceso de documentación me fui enamorando de él. Me pareció la antítesis perfecta a Yago. Yago, por sus circunstancias vitales, había nacido para pasar desapercibido… pero él no quería pasar desapercibido. En cambio Boabdil nació para que su nombre figurase por siempre en los libros de historia, ¡y de qué cruel manera! Él sería conocido como el hombre que perdió el paraíso. Curiosamente, leyendo muchos libros sobre su biografía, me dio la impresión de que Boabdil hubiera preferido pasar desapercibido. Que nunca recayese sobre su cabeza una responsabilidad tan grande. Estoy convencida de que hubiera cambiado con gusto su vida por la de Yago para así poder pasar sus días tocando el laúd y componiendo versos.
¿Cómo puede la venganza cambiar a un ser humano?
Vengarse de algo o de alguien. Ese es el destino cruel al que se enfrentan la mayoría de los personajes de Las puertas del paraíso. La necesidad de sentirse resarcido es pesada y densa como la miel. Es difícil liberarse de ella. Si no se logra, la venganza puede convertirse en el motor de la vida de quien la padece. Hay que ser muy inteligente para darse cuenta de que buscar venganza sigue destrozando el corazón, tanto o más que la razón por la que buscamos venganza, impidiendo vivir la propia vida.
Por lo que relata en la novela (y sin tener ni idea sobre la epidemiología del siglo XV), diría que las cataratas de Yago están causadas por una rubeola congénita. ¿He acertado?
Así es.
¿Cómo solían ganarse la vida los invidentes en el siglo XV?
Su destino les abocaba a la mendicidad, básicamente.
¿Cómo le describiría las maravillas de la Alhambra a un invidente?
Existe un dicho: No hay mayor desgracia que ser ciego en Granada. Con eso te lo digo todo. Boabdil tiene muchas dificultades para describirle a Yago cómo es “su” paraíso. Por eso le recomienda que lo haga Nur. Gracias a la poesía ella puede hacerlo mejor que nadie.
¿Cuál diría que es el mayor contraste entre los reinos cristianos y Granada?
Las paredes de piedra frente a la liviandad de las yeserías, la promesa de la reina Isabel de no bañarse más hasta conquistar el reino de Granada frente a los baños árabes (el hammam), los pesados y oscuros ropajes de terciopelo frente a las sedas de colores alegres bordadas en oro…
¿En qué se diferenciaba principalmente el arte de dichos reinos?
El arte cristiano estaba ideado para perdurar por siempre. El arte musulmán no debe ser tan arrogante como para suponer que puede ser tan perdurable como el propio Dios.
¿Cómo urdieron los Reyes Católicos la trama para que los granadinos se desangraran en luchas internas?
Esa es otra de las novedades que se produjeron en esos años: una nueva forma de guerrear en la que se minaba al enemigo desde el interior. Isabel la Católica y Fernando de Aragón consiguieron que Boabdil y su padre se enfrentaran entre ellos, logrando así debilitarles desde dentro. El origen sin duda de la guerra psicológica.
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