Presentada en el CEU la pasada semana, debe convertirse en un manual de urgencia, casi de supervivencia, toda vez que una semana más tarde se celebraron elecciones autonómicas y municipales en España, que dejaron un panorama, ciertamente, plagado de interrogantes.
En efecto, de tales comicios se derivó como principal conclusión tangible que la antipolítica ha colado un buen número de representantes en nuestras instituciones. El comportamiento que estos “nuevos actores” podrían desempeñar, aparece recogido en el libro de Ortí Bordás.
En el acto de presentación tomaron la palabra Fernando Suárez y Juan Manuel de Prada, además del propio autor. De Prada subrayó el carácter demoledor de la obra, “un libro sin componendas”, añadió, en especial porque refleja sin subterfugios el “nihilismo blando” que se ha apoderado de la sociedad española.
En opinión de De Prada, compartiendo las tesis del autor, “entre los españoles existe un estado de desaliento. Debemos ser conscientes de que toda forma de comunidad política exige un compromiso fuerte de quienes la integran y ese compromiso hoy no existe”. Por tanto, y como consecuencia de esa falta de compromiso, el peligro de que irrumpan soluciones redentoristas trasciende la simple amenaza.
Con todo ello, como subrayó Juan Manuel de Prada, la obra ofrece motivos para el optimismo, nunca para la utopía, siempre y cuando se haga un diagnóstico de las conductas que nos han llevado a la situación presente: “no podemos caer en la complacencia, ni refugiarnos en una mal entendida paz. Hay que abordar las grandes cuestiones sin temer que por abrirlas, se abra la caja de pandora. Por ello, el libro está escrito con la esperanza de que no todo está perdido”.
Fernando Suárez comenzó su intervención recordando el compromiso que siempre ha guiado a José Miguel Ortí Bordás: mejorar la vida y la convivencia de los españoles. Cuando explicó lo que entendía el autor por “desafección” quiso enfatizar que, entre otras razones, ésta se ha debido a la entronización de la dictadura del mercado y al exceso de desregulación permitida por unos gobernantes laxos.
El resultado, prosiguió Suárez, es que la socialdemocracia se ha quedado sin discurso. Así, “en la posdemocracia, el hombre se siente autorizado a hacer cualquier cosa, convivir no importa. Lo único que importa es la voluntad de desear y satisfacer de inmediato las propias necesidades”.
Por todo ello, la democracia debe reconciliarse consigo misma; de lo contrario, el populismo (entendido como el gobierno de los peores) monopolizará el escenario político. Dicho con otras palabras: se producirá la victoria definitiva de la posdemocracia, es decir, de la partitocracia, de la ausencia de contrapoderes y de la dictadura de las minorías.
Finalmente, el autor reflejó que, con la crisis iniciada en 2007, han aflorado determinados fenómenos que venían conviviendo con nosotros pero que pasaban desapercibidos. La desafección es uno de ellos, la cual demuestra el desinterés de los ciudadanos por los regímenes y actores políticos. Al respecto, el Ortí Bordás dio nombres y apellidos: “Blair, Clinton o Sarkozy abandonaron las ambiciones doctrinales de sus predecesores. Y hoy en día, Obama, Cameron y Hollande prologan ese modus operandi”.
En consecuencia, la antipolítica sería el resultado de la traición a la democracia y la irrupción del nuevo populismo, su gran manifestación. En sentido, sobre el nuevo populismo, Ortí Bordás hizo una precisa descripción, enfatizando sus principales rasgos configuradores (demagogia, adanismo, radicalismo…).
Este nuevo populismo va a convivir con el tradicional bipartidismo, cuyo declinar es evidente pero no tan rápido como auguran sus enterradores, matizó el autor, debido a razones como las grandes dimensiones que tienen PP y PSOE, sus poderosas redes clientelares o su manejo de los poderes del Estado.
Así, ante este panorama ciertamente desolador, sólo la regeneración podrá salvar al sistema y el pacto, en opinión de Ortí, debería de ser la herramienta adecuada.
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