Este cordobés de Baena afincado en Almería también es crítico literario en prensa y revistas, colaborador habitual del Diario de Almería y del Instituto de Estudios Almerienses, actualmente dirige la publicación literaria “Cuadernos Metáfora”.
En
Tiempo gris de cosmos, su último poemario hasta la fecha, publicado por Editorial Nazarí en su colección Daraxa, Santano articula un canto de fraternidad con “todos los habitantes del planeta”. El libro se inaugura con unos versos de Francisco Peralta, de quien toma el título, que a modo de tesis nos advierte del tono del poemario, donde el poeta adopta una posición necesariamente crítica para entonar un canto a la cruda realidad actual, tan muda de esperanza, donde el autor se identifica con los más desfavorecidos para devolver al hombre el centro y la capacidad de seguir soñando en un mundo donde la primavera le gane el pulso al invierno.
El poemario se divide en dos grandes secciones. En la primera parte, “Tiempos de silencio”, los poemas son por lo general breves y en ellos el poeta se sirve de elementos de la naturaleza, como la lluvia, para alzar su voz contra la injusticia e hilvanar de paso un discurso poético de altura, que pone el acento en aspectos tan actuales como eternos, siempre con una actitud crítica hacia la realidad, tan adversa como llena de incertidumbres, así en “Certeza” Santano define la rutina como ese zapato que nos aprieta y nos condena a la oscuridad y el silencio de la celda que habitamos cada día.
Santano pone en solfa los símbolos que coartan la libertad del hombre: patria, Dios y bandera, por tanto nos encontramos ante una poesía donde la belleza de los versos se aúna con el mensaje social, con un inconformismo crítico que pone el acento en los grandes males que nos acucian: el hambre, la ignorancia, la soledad. Para Santano la única salvación es posible a través de las palabras y los sentimientos, capaces de sofocar “el fuego de los tiranos”.
La poética de Santano suscribe el célebre verso de Gabriel Celaya (“la poesía es un arma cargada de futuro”), para enarbolar la bandera de la dignidad contra “la vil corrupción de los gobiernos/ el saqueo de los banqueros/ y la insolencia de la Iglesia” (“Indignado”). En “El campus”, la noche que se cierra sobre las aulas actúa como símbolo de un futuro desconcertante. Solo la luz de la palabra, verdadero recinto de subversión contra la tiranía y la avaricia, puede iluminar un mundo oscurecido, triste, frío.
En la segunda parte, que comparte epígrafe con el título del poemario, los poemas son más densos y su extensión se dilata al hilo de un discurso candencioso tan rico en imágenes como efectivo en ideas, donde Santano se sirve de la tópica pregunta de una red social para dar rienda suelta a una horda de sentimientos donde el presente y el pasado se imbrican de tal forma que conforman un nuevo tiempo: gris por el contexto, cosmos por el universo del poeta. Diez poemas, diez cantos, diez confesiones que reúnen el sentir de un soñador que afirma su ser en un mundo amenazado por la Nada.
El poemario concluye con una aproximación crítica a la poética del libro de José Cabrera Martos, donde éste realiza un profundo análisis ético y filosófico de los temas que animan el quehacer poético de
José Antonio Santano, un poeta que escribe para liberarse y liberarnos de un sistema asténico.
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