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Porfirio Mamani Macedo entre dos mundos, el de sus orígenes y el del exilio.

lunes 11 de mayo de 2015, 07:21h
Porfirio Mamani Macedo entre dos mundos, el de sus orígenes y el del exilio.

Porfirio Mamani Macedo…el nombre de un poema, el nombre de un poeta « mediterráneo » entre dos tierras, el Perú de los orígenes y Europa del exilio, esta tierra del alejamiento que testimonia desde 2003 el libro "Voz más allá de las fronteras". Entre ambos, el del poeta es también el mestizaje, el doble origen ya inscrito en el nombre. El hispánico por “Macedo”, y el andino por “ Mamani”.

Aunque escritos en un español muy puro, estos poemas; casi sin ninguna referencia socio-histórica, están, sin embargo, situados. A pesar de la distancia, la tierra natal aflora: “es hacia el sur que dirijo mi mirada”, declara el poeta. En su búsqueda insatisfecha de la Viajera, la única y celeste Amante universal, se percibe en él, el sufrimiento de un recorrido en un largo camino, la imposibilidad de por fin detenerse, de aprovechar el descanso en su compañía. Eso será una tensión inacabada hacia la idea significada por el término quechua “Mamani ‘y”- tan próxima de la mención patronímica del autor-, una palabra que, en esta lengua, reenvía al acto de detenerse, de acampar para reposarse después de un largo camino.

El sustrato lingüístico, culturalmente aún muy presente en esta región de América Latina, podría incluso reenviar a los morfemas “ma”, “man”, principalmente connotados en dirección de un “ estar- allá”, que se constata, de una necesidad existencial que se le acepta, al instar de la voz poética cuando se compara a los “ desgraciados que se quedan allá, a mirar su destino”. Pero esta apariencia de resignación va a la par con una tentativa incesante y renovada de reanudar con una pertenencia, una infancia, un más allá del “hic et nunc” : el sobre pasamiento de un “ día al día” sembrado de banalidad y de decepciones. A pesar de la aparente melancolía de los textos, la esperanza de una trascendencia queda en la obra de Porfirio Mamani Macedo, aunque todo “ más allá”, es esencialmente un des-conocimiento, una ignorancia “que es la condición sine qua non de nuestra vida” (Jules Renard)

En el nuevo libro que propone Porfirio Mamani Macedo, el mundo es visto, o mejor dicho entrevisto, en la oscura claridad “ de un azul virginal”. Vestida con sus “ nobles atuendos”, La Viajera es la diosa de una iluminación que el poeta interroga con un llamado doloroso. Su mirada lleva hacia una especie de eternidad que tiene a la vez espejismo, y un vértigo y que no es sin recordarse el lirismo de un gran místico como San Juan de la Cruz. Incierto, el camino recorrido parece llevar hacia otro espacio, más profundo, y sin embargo siempre más lejano, más atenuado hasta lo impalpable. Paralelamente; al filo de sus deambulaciones, la celeste divinidad confiesa su desconcierto de no poder establecer el diálogo con aquella que apenas distingue tanto como una sombra incierta, portadora de un discurso plural, difícilmente audible; tanto como un niño errando en un desierto cuya palabra desesperada vacila, estremece y se pierde en un grito que queda sin respuesta. Muy seguido, el frente conversacional con la Viajera se transforma en lo que se denomina : “un desencuentro”, un no encuentro, una cita no cumplida. Poesía del sueño, de la mirada, del deseo, de la soledad, de la memoria, de la infancia, de la duda, del desamparo y del encierro,…poesía de la infancia, del cuerpo, de la vida y de la muerte, de la huida del tiempo…; al ritmo de los días, de las noches…; simplemente todo, muy simplemente…

El autor de La Viajera azul es un poeta de lo elemental. El tiempo de ese lirismo es de aquel de un “ahora”, de un “medio día”, de un “alba” o de una “ caída de la noche”, lejos de toda referencia histórica, geográfica o sociológica. Las líneas, los motivos, los contornos muy agudos de la cotidianidad se borran. Al mismo tiempo, el lector esta invitado a penetrar en un universo primordial, un esbozo donde solo se dibujaría un cosmos bruto, fundamental, vital: el sol, el viento, la montaña, la roca, la nieve, la lluvia la luz, la sombra…
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