En sus casi 1.500 páginas repasa por países o zonas de influencias lo más granado de la literatura europea de los últimos cien años, desmenuzando uno a uno a todos esos escritores que merecen la pena ser leídos y conocidos, -muchos de ellos no son lo suficientemente populares-. Todos ellos perfilan su propio gusto literario, aunque como ella dice: “no es un trabajo estrictamente académico”, sí es un trabajo de un gusto exquisito, en el que bucea en las obras narrativas más importantes del periodo estudiado, dejando casi a un lado la poesía y el ensayo que, probablemente, aborde en futuras obras. Reconoce que es una lectora de ensayo, preferentemente.
“Esta forma de trabajar me ha dado mucha libertad y he podido escribir sobre mis autores preferidos, que he ido leyendo a lo largo de muchos años. Me ha sido muy estimulante abordarlo así”, explica en la conversación que mantuvimos en las oficinas de Disueño. Para realizar el trabajo ha preferido seguir el método de la crítica positivista de Gustave Lanson en vez del de Marcel Proust. El gran novelista francés era partidario de analizar sólo la obra en sí, mientras que Lanson entendía que la vida del escritor era muy importante para comprender la obra, interrelacionar ambas. “No sólo hay que hablar del estilo sino contextualizarlo con su vida”, opina con precisión.
Para
Mercedes Monmany “todo libro es un viaje que penetra en otras realidades, en otras ideologías, en otros pensamientos. Un viaje realmente fascinante”, matiza con entusiasmo. Por eso, resulta descorazonador ver la poca protección que tienen los libros desde los estamentos oficiales. La autora ha emprendido con este libro un viaje por la narrativa actual, centrada en el ámbito europeo, intentando picar la curiosidad del lector, quizá porque un lector que no tenga curiosidad no es lector.
“Estoy empeñada en defender la cultura común europea”, señala con énfasis, gesticulando con vehemencia y subrayándolo con el movimiento de sus manos. Es defensora de la construcción de un espíritu común europeo; la literatura es ese nexo de unión de naciones y de pueblos que sólo la cultura puede realizar, olvidándonos de la geopolítica. Y es con absoluta libertad con la que se fragua ese espíritu común que tiene una riqueza enorme porque como sostiene, “no podemos estar sin conocernos”, de ahí que abogue por promover la costumbre de leer y de leer a nuestros vecinos, sin olvidar otras literaturas allende el océano.
Para ella, España sufrió después de la Guerra Civil una interrupción cultural que forjó “una identidad irreconciliable con nuestros vecinos”. Algo que no había pasado en los años treinta, cuando teníamos un gran dinamismo en los distintos campos culturales. Un proceso que nos hizo vivir en una autarquía, donde era peligroso asomarse al exterior, como se ponía en los letreros de nuestros trenes de posguerra. Algo que cambió en los años sesenta, en los que se fue construyendo una nueva realidad por el interés de atravesar fronteras. “Nosotros no teníamos Erasmus, pero teníamos nuestros propios Erasmus personales”, apostilla con ironía.
Siempre tuvo gran curiosidad por conocer otras realidades y otras literaturas. Ha traducido a varios escritores italianos y franceses, sin desdeñar otras literaturas más periféricas, de ahí que haya incluido en su volumen escritores turcos, israelíes, irlandeses o escandinavos, entre otros, siempre con una gran calidad y que merecen ser leídos y conocidos. “Todos los escritores que he incluido han sido publicados en nuestro país y quien quiera leerlos puede hacerlo”, expresa.
Si tiene que destacar algún país preferido, se decanta por Irlanda, con cuatro premios Nobel en un siglo, George Bernard Shaw, William Butler Yeats, Samuel Beckett y Seamus Heanney, sin olvidar al genial Flann O´Brien o a John Banville. Cultura que en muchas ocasiones parece tapada por la inglesa e, incluso, la estadounidense, país al que emigraron cientos de miles de irlandeses. Islandia es otro país de una gran tradición literaria, del cual podemos afirmar que es el país donde hay mayor cantidad de escritores por metro cuadrado; es uno de los puntos calientes de la literatura contemporánea. “El premio nobel islandés Halldór Laxness tiene un tono fantástico increíble”, detalla con precisión.
Si se le pregunta por sus escritores favoritos europeos, menciona en primer lugar a Joseph Roth, un escritor apátrida que refleja a la perfección el espíritu europeo y continúa con Patrick Modiano, Danilo Kis, Irène Némirovsky y podríamos continuar con una larga lista de los escritores a los que trata. Una selección tan acertada como exhaustiva que todo buen lector podrá encontrar en su libro “
Por las fronteras de Europa”
Mercedes Monmany ha escrito un libro enciclopédico, una obra de consulta que no podrá faltar en las estanterías de los lectores curiosos que busquen obras de calidad, olvidándose de modas actuales o pasajeras. Un libro donde la buena literatura es su leit-motiv y que con el tiempo será una obra de referencia y si no lo creen, sólo tienen que zambullirse en sus páginas para darse cuenta.
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